El giro en la política de Zapatero

De la improvisación a la inmolación

El Gobierno debe convencer de que se sacrifica por el bien común, inalcanzable sin terapia de choque

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ANTONIO PAPELL

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La presente legislatura, segunda deRodríguez Zapatero,mantiene un curso singular y tortuoso, y no siempre es fácil racionalizar las relaciones entre las sucesivas decisiones del Gobierno y la opinión pública. Y esta dificultad proviene con certeza de que, en todo el trayecto democrático, nunca había sido preciso practicar una cirugía socioeconómica tan dolorosa como la actual para afrontar la coyuntura adversa y recuperar el rumbo hacia la prosperidad.

Cuando el PSOE ganó las elecciones del 9 de marzo del 2008, la crisis ya se había manifestado. El agosto anterior, los bancos centrales habían tenido que intervenir para dar liquidez al sistema bancario (George Soroshace coincidir este hecho con el estallido formal de la crisis), pero lo peor estaba por llegar: en septiembre del 2008 sobrevino la bancarrota de diversas entidades financieras relacionadas con el mercado de las hipotecas inmobiliarias, como el banco de inversión Lehman Brothers, las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac o la aseguradora AIG. De cualquier modo, la ciudadanía española, como la opinión pública global, no se había percatado plenamente de la gravedad de la situación y aquellas elecciones se celebraron bajo la amenaza de un simple incidente de relativa gravedad en el camino del desarrollo.Rodríguez Zapaterose había obstinado en no utilizar el concepto de crisis y su discurso eufemístico lesionó su crédito en cuanto fue manifiesto que se había pinchado la burbuja inmobiliaria y que nuestro país había de sumar a la recesión global las consecuencias de la práctica destrucción del sector de la construcción residencial.

La reacción al desastre fue confusa. El vicepresidenteSolbes, desbordado por el rápido deterioro de la economía y el ascenso dramático del desempleo, apostó primero por soluciones keynesianas, pero terminó dimitiendo en abril del 2009. Su sucesora,Elena Salgado,fue consciente de que nuestro país no podría mantener una política desconectada de la de la eurozona, pero no se percató de lo comprometido de la situación hasta que en mayo pasado, poco después de que Bruselas impusiera a Grecia un durísimo tratamiento de choque, la Comisión conminó a nuestro país a realizar una consolidación fiscal rigurosa que nos permitiera concluir 2011 con un déficit público del 6% del PIB y del 3% en el 2013. Se ha dicho que España fue intervenidade factoal imponérsele el ajuste, pero esta es una verdad capciosa: ha sido la institución colegiada a la que pertenecemos voluntariamente la que tomó la decisión de la ortodoxia.

Sea como sea, esta última remodelación ministerial, con la queZapateroha pretendido revertir las tendencias que hundían al PSOE en las encuestas y situaban al PP en la mayoría absoluta, no se encamina a cambiar de política ni a practicar, por tanto, una labor de seducción. Más bien es exactamente al contrario: la mudanza en el seno del Gabinete, que no ha afectado al área económica del Gobierno (tan solo el ministro de Trabajo ha cambiado), se ha hecho precisamente para otorgar más respaldo político al doloroso ajuste, para tratar de conseguir más consenso social para unas medidas conscientemente impopulares de las que no podemos, sin embargo, prescindir, para hacer más y mejor pedagogía acerca de la terapia que irremisiblemente debemos aplicar, después de haber cometido todos el pecado de haber vivido por encima de nuestras posibilidades y de habernos negado a ver que aquella burbuja inmobiliaria tenía que estallar un día u otro.

En definitiva, la remodelación del Gobierno no varía un ápice el rumbo adoptado por el Ejecutivo desde los primeros días de mayo, sino que pretende forzar una evaluación social certera de la inmolación a que se ha sometido voluntariamente el Gobierno, con su presidente a la cabeza. El cometido deRubalcabaes, pues, predominantemente explicativo: primero, deberá suscitar la unanimidad interna en la izquierda acerca de la procedencia de realizar el gran sacrificio, y para ello cuenta con la facilidad de pertenecer a la generación intermedia entreGonzález yZapatero(es nueve años mayor queZapateroy nueve años más joven queGonzález). Y, en segundo lugar, una vez concertada la posición filantrópica -por desinteresada- de los actores propios, deberá intentar convencer a los extraños de que el Gobierno se sacrifica por el bien común, que no se alcanzará si no se ha sometido a este país a una terapia de choque.

A estas alturas, no es posible saber si esta pedagogía hará o no mella en la mayoría social. Lo que sí es seguro es que se ha roto la sensación fatal de decadencia del Gobierno a causa de la crisis, que la dialéctica política ha recuperado entidad y viveza y que el PP no podrá sentarse a esperar la gran debacle de su adversario. El hecho de que se hayan introducido poderosos argumentos en el debate fuerza una discusión, en la que los electores habrán de decidir, con independencia de su ideología, quiénes actúan con mayor honradez y quiénes efectúan mejores propuestas para sacar a este país del atolladero.

Periodista.