La rueda

El general que ni comía ni dormía

XAVIER Bosch

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Cuando eres general de Estados Unidos, vas vestido con botas de Rambo y disfrazado de camuflaje, te crees que eres el rey del mundo.

Cuando, desde hace un año, diriges los 267.000 soldados de la OTAN en Afganistán, la autoestima se convierte en un arma de destrucción masiva. Cuando, encima, capturaste a Sadam Husein, mataste a Abú Musab al Zarqaui y tu obsesión vital es capturar a Bin Laden, te crees que puedes decirlo todo. Y te hundes en la vanidad de tus galones. El general Stanley McChyrstal, en una entrevista en la revista Rolling Stone, acusó a Obama de no parecer muy involucrado en «la puta guerra» de Afganistán y en estar interesado, únicamente, en salir en la fotografía. En la misma publicación, el general se ha mofado del vicepresidente Biden, del embajador en Kabul, de la Administración norteamericana, de todos los responsables de Seguridad, incluso de su sombra. No ha salvado a nadie y se ha quedado tan ancho.

Si hasta el momento la Casa Blanca aplaudía que McChrystal fuera tan currante que solo dormía cuatro horas y hacía una sola comida al día (para no perder tiempo en su misión de paz), de repente consideran que su insubordinación, en público, no tiene precedentes en la historia de Estados Unidos. Si con sus declaraciones buscaba que lo destituyeran, ha elegido la fórmula más efectiva. No parece que sea un error involuntario calificar de cero a la izquierda a Barack Obama.

Al fin y al cabo, por más que haya faltado al respeto al presidente de Estados Unidos y al resto de filósofos del Pentágono, todo esto solo son palabras. Ofenden, pero no matan. Cuesta creer, sin embargo, que también fueran errores de buena fe esa campaña de ataques aéreos de principios de año en que las tropas de McChrystal mataban a docenas de civiles afganos. Día tras día.

¿Cómo podían equivocarse tanto, tantas veces, tan a menudo? Si ese hombre tiene hambre y va falto de sueño, lo mejor será que le regalen un cojín y que le den algún bistec. O aunque sea un puñado de cacahuetes. Del tamaño de su cerebro.