El ideal de España del candidato convergente

¿Es Artur Mas independentista?

Está por ver si la ambigüedad del líder de CiU en materia de independentismo genera desconfianza

¿Es Artur Mas independentista?_MEDIA_3

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DAVID Miró

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La pregunta resulta especialmente pertinente a las puertas de unas elecciones porque los ciudadanos tienen derecho a saber qué piensa quien puede presidirles en el futuro, ya que al fin y al cabo puede acabar representándoles. Antes de empezar, hay que decir que la pregunta no tiene una respuesta clara por varios motivos. El principal es porque el interesado está obligado a mantener una cierta ambigüedad y, en segundo lugar, porque sus adversarios aprovechan esta indefinición para acusarle de una cosa y de su contraria (de ser un independentista disfrazado, el PSC, o de ser un simple regionalista, ERC). Pero por suerte la trayectoria política deMases suficientemente larga, y sus pronunciamientos lo bastante elocuentes como para que se pueda ensayar una respuesta con la máxima objetividad posible.

Cuando se le ha preguntado por la cuestión aMas, siempre ha respondido que su ideal de España era el de una confederación de naciones, en la que Catalunya tuviera reconocida esta condición y que de ella se derivara una relación bilateral, de tú a tú, con el Estado central.

Por lo tanto, lo primero que hay que decir es queMasno es un independentista ideológico, y que nunca lo ha sido. Un independentista jamás hubiera hecho a España la oferta que lanzó el 21 de octubre del 2002 en un acto en el Palau de Congressos: participación de CiU en la gobernabilidad del Estado a cambio de un Estatut nuevo que incluyera: 1) el reconocimiento de Catalunya como nación, y 2) el concierto económico.

Esa fue la oferta confederal deArtur Mas,una oferta que, de algún modo, incluía como contrapartida una renuncia explícita al secesionismo por parte de la federación al menos por un largo periodo de tiempo. La idea confederal, al contrario que el federalismo, casa perfectamente con el pensamiento convergente que busca, sobre todo, remarcar la singularidad catalana ante las otras realidades hispánicas. El federalismo socialista siempre les ha sonado a café para todos y, por tanto, a camelo.

Esa oferta fue rechazada. El Estatut del 2006 no reconocía a Catalunya como nación ni contenía el concierto económico. Aun así, fue aceptado (y negociado personalmente) porMashaciendo gala del pragmatismo pujoliano y el sentido de la oportunidad como camino más corto para recuperar el poder. Todo ese proceso, que terminó conMasotra vez en la oposición y que ahora tiene el corolario en el esperpento del Tribunal Constitucional, ha dejado heridas en su fuero interno.

Y por eso es pertinente preguntarse siMas,sin serlo de origen, puede llegar a hacerse independentista o, al menos, no estar en contra. Esta, y no la primera, es la pregunta clave, ya que hoy en día la mayoría de los que dicen que votaríanen un referendo de autodeterminación no son precisamente independentistas de toda la vida.

Cuando se le preguntó, a raíz de la consulta de Arenys de Munt, Mas fue explícito: él votaría que sí. Este es un gesto que no había hecho niJordi Pujol. CuandoMònica Terribasle volvió a preguntar en la última entrevista que le hizo en TV-3,Masrespondió que no le daba miedo que Catalunya fuera independiente, ya que «si lo pueden ser Holanda o Dinamarca, ¿por qué no Catalunya?». Con estas afirmaciones,Mashace algo: incorpora la posibilidad de la independencia al corpus ideológico de CDC, a su ADN, y por eso a partir de ahora es un elemento que se utiliza en función de la coyuntura (y ahora que llegan elecciones no toca, por ejemplo).

Cabe decir queMasno ha hecho nunca gala de ningún tipo de españolismo sentimental, como sí hacía y hacePujol.En su interior, ha metabolizado que la única relación posible con España es la que permita la correlación de fuerzas y que, en este contexto, la amenaza de la independencia puede resultar útil a los intereses de los catalanes. No hay lugar para idealismos románticos, ni de un lado ni de otro. El líder convergente hace un frío cálculo y saca conclusiones: el debate sobre la independencia ha venido para quedarse, y ahora mismo no se puede descartar ni liderar sin provocar una fuerte ruptura sociológica, primero dentro de CiU y luego en el país en su conjunto. Así pues, es necesario navegar entre dos aguas.

Por eso, Mas, independientemente de lo que piense, no se definirá jamás como independentista (ni tampoco dirá que es español, como sí hizoJosé Montilla), aunque lo importante es que puede llegar a serlo si las circunstancias lo empujan a ello. ¿Es esta ambigüedad lícita en política, en alguien que aspira a representar a todos los catalanes? Es probable que, visto desde fuera, resulte extraño, pero dentro de Catalunya esta ambivalencia no está especialmente mal vista.Artur Mases un líder que se ofrece para llevar la nave sin un destino predefinido, hacia donde las circunstancias dicten, y donde el final se presente como inevitable y no fruto de la imposición de nadie. Si esta actitud merece o no la confianza ciudadana se verá en las elecciones.

*Periodista