La consulta sobre la Diagonal

El referendo innecesario

No es época de presentar grandes proyectos ni de comprometer dispendios poco entendibles

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JORDI Borja

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Nunca había visto a un gobierno de la ciudad jugar tan mal sus cartas. Como otros profesionales del urbanismo, periodistas o ciudadanos sensatos que alertamos desde hace muchas semanas sobre la inoportunidad de la propuesta tal como se planteaba, y aún más de la consulta en los términos de la misma. Pero no solo el gobierno se equivocó, también CiU y ERC. Los primeros avalaron la consulta introduciendo un elemento de confusión que ha servido de voto de castigo al gobierno: la alternativa C puede ser todo, cualquier cosa o nada. Más perversa ha sido la posición de ERC: fuerza una consulta popular sin tener propuesta alguna positiva, sin otra finalidad que apuntarse un tanto demagógico, y luego se desmarca; en resumen, una prueba de que su único sentido de responsabilidad es no asumir responsabilidad alguna en la gestión de la ciudad. Del PP no hace falta comentar nada: está siempre contra todo lo que venga del gobierno municipal, incluso cuando este asume sus posiciones (como ocurrió con las infumables normas de civismo).

Sin embargo, a cada uno su responsabilidad. CiU es oposición, aprovecha los errores del adversario y todo lo supedita a vencerle en las próximas elecciones. ERC hace de ERC, es decir, es tan poco fiable como aliado que como adversario o cuando no es ni lo uno ni lo otro. El gobierno debe gobernar, manejar los tiempos, sentir como respira la ciudadanía. Se ha ganado un suspenso más que merecido a pesar de sus probables buenas intenciones. En primer lugar, no es época de presentar grandes proyectos o que lo parezcan ni de comprometer públicamente dispendios poco entendibles, se refieran a la consulta o a los costes previsibles del proyecto. Fracasó el discurso del Fòrum. Dejó indiferente o pareció un chiste surrealista la posible candidatura de llevar la ciudad del mar hasta los Pirineos. Y ahora la Diagonal ha parecido una operación propagandística, artificiosa, preelectoral. Es posible que no lo fuera del todo, es probable que la Diagonal requiera una reforma similar a las propuestas. Pero ha parecido otra cosa y en política es real lo que lo parece. El hecho de presentar dos alternativas primero, luego tres, no ha reforzado la imagen de un gobierno con ideas fuertes y decisiones firmes.

En segundo lugar, no ha parecido un proyecto maduro, meditado, viable, con capacidad de explicitar y resolver los múltiples impactos sobre la ciudad y el entorno metropolitano. Se ha mitificado el tranvía (un complemento interesante, pero secundario en una gran ciudad), no se ha explicado el conjunto de actuaciones y de comportamientos que se requieren para que la Diagonal sea un paseo ciudadano ni los efectos esperados de las nuevas líneas de metro (la 9 especialmente) y de la renovación de los trenes de cercanías (¿el posible túnel de Fomento?), ni una nueva gestión de la movilidad en el Eixample. Lo cual no se resuelve con dos propuestas bien dibujadas de arquitectura urbana. Ni con un proyecto que se vende como integral y de realización en pocos años, cuando está condicionado por otros y requiere un desarrollo gradual.

Y en tercer lugar, la consulta tal como se ha planteado me parece disparatada. Se lo dije el mes de marzo a algunos responsables del gobierno municipal y lo escribí luego en los medios de comunicación. Una consulta ciudadana no es necesariamente un referendo deono, o A, B o C. Puede ser un conjunto de encuentros con entidades, colectivos, asociaciones, grupos informales, etcétera. Puede ir precedida de exposiciones y debates. Pero no vale presentar dos propuestas formales que dan por aceptada una decisión previa, a las que se añade forzadamente una cláusula negativa. Es suicida ofrecer a los ciudadanos una consulta, la primera que se hace en más de 30 años de democracia local, sobre un tema que políticamente no parece urgente ni adecuado al momento y que se presenta confusamente por medio de dos propuestas similares. Deja perplejo que se ofrezca a la oposición capitalizar un voto negativo, mediante la C o la masiva abstención, debido tanto al desgaste de unos gobiernos que se arrastran desde el fiasco del Fòrum como al pésimo planteamiento del proyecto votado.

Pero es positivo que el tema de la Diagonal haya entrado en la agenda ciudadana. No es el gran proyecto de la ciudad, no creo que precisemos ahora «un gran proyecto», pero sí proyectos intermedios (ni de barrio ni de región) que tengan visibilidad e impacto en una parte significativa de la ciudad y de su cercano entorno metropolitano. Un proyecto que deberá retomar el próximo gobierno municipal con propuestas que tampoco podrán diferir mucho de las dos que ahora han sido rechazadas por una innecesaria consulta.

Y también es positivo que se manifieste la urgente necesidad de renovar el ayuntamiento, las ideas y el estilo tanto de los partidos de gobierno como de oposición. Ni los unos ni los otros parece por ahora que garanticen la entrada de savia nueva y aire fresco en este ámbito «denso y municipal», como escribíaBarojacon original gracia.

*Urbanista