Siete x siete

La pesadez de las gafas en 'Avatar'

PAU Arenós

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Todas las tesis sobre el espectáculo azul deAvatar ya han sido escritas:se ha señalado el atolondramiento que causan los efectos especiales, la sensación montaña-rusa en el estómago y la trivialidad del guión. Avergüenza la reflexión verde entre el rojo de la sangre, rolloObama-en-una-mano-el-fusil-y-en-la-otra-el-Nobel.

Avatarno es más que la avanzadilla del cine tridimensional que nos arrollará. Como tenemos que acostumbrarnos a ese fogonazo mareante estaría bien que mejorase la tecnología de las gafas. Invertir en las empresas de los plastiquitos de colores parece un negocio tan próspero como fabricar vacunas contra la gripe A.

Pasar tres horas con el cacharro de la nariz es más pesado que un libro dePérez Reverte, que ronda las 500 páginas. Y si además aportas al conjunto tu propia montura de cegato, la molestia es igual a cargar sobre el puente de la napia la obra completa deJavier Marías.

Se supone que los acomodadores entregan ópticas limpias y desinfectadas, aunque las mías eran grasientas, así que el viaje a Pandora fue turbio. Pandora y seres azules:Sánchez Piñoldebería encargar una investigación sobre la relación de la película deCameroncon su universo literario.

Algunos espectadores han tenido ideas suicidastrasla sesión, acongojados por no poder vivir en el frondoso planeta entre alienígenas con coleta. Lo lógico hubiera sido tenerlasdurante,porque a las dos horas y pico, agotado, tienes ganas de quitarte la vida.

La película ha desagradado al Vaticano: «Un guiño a las seudodoctrinas que han hecho de la ecología la religión del milenio». Se comprende: temen a la competencia, Los críticos papales la califican de «blanda» y es correcto el adjetivo puesto que los relatos bíblicos son más contundentes. Crucifixiones, sacrificios, plagas, llagas, lepras y mares que ahogan ejércitos.

Pese a los inconvenientes, gocé con el filme, aunque resalto la incomodidad de las gafas y la imposibilidad de olvidarte de la realidad y adentrarte de manera absoluta en la fantasía. El armazón y el dolor nasal son un impedimento para soñar. O sea, para dormirte.