La entrevista con el Director de 'Crackòvia'

Toni Soler: «Intento evitar que Laporta se me cuele en 'Polònia'»

No se vuelve loco por el fútbol y, tal vez, ni siquiera con la política, pero se lo pasa en grande ironizando sobre esos mundos.

Toni Soler.

Toni Soler.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: el otro día casi le da un capón a Joan Laporta por aparecer en el plató de Polònia

--Bueno, es que es verdad. De pronto, apareció por allí cuando su escenario, que yo sepa, es el de Crackòvia, y no siempre. Por eso me enfadé.

--¿Tiene la sensación de que va a convertirse en un intruso semanal?

--Hombre, es evidente que voy a tener que estar más atento a los goles que pretendan meterme los guionistas, que se las saben todas, por eso trabajan en programas irónicos, ácidos, humorísticos, para intentar forzar situaciones y crear bromas que provoquen risas, carcajadas. Pero yo, de momento, voy a intentar que Laporta no se me cuele más en Polònia. Visto lo visto, tengo la impresión de que no será fácil, porque veo al personaje muy metido en la labor.

--¿En la labor de buscarse una salida política tras concluir su mandato, su periplo, por el Barça?

--Me parece normal que el presidente del Barça sea una persona del ámbito del catalanismo. Lo contrario sería ir contra la tradición del club. Tal vez Laporta ha sido más explícito que nadie. Él, hasta ahora, ha sido muy hábil y sabe que si quiere propulsarse hacia la política, como es la sensación que tenemos todos, es mucho más fácil hacerlo desde el palco del Camp Nou que desde la calle. Y, desde ese punto de vista, no está haciendo nada que no hiciese un político con veleidades o con ambiciones: aprovecharse de una posición preferente y de enorme notoriedad pública. Me temo que se comportará así durante el año de mandato que le queda. Por eso vigilaré los platós.

--¿No cree que eso puede perjudicar al equipo en algunos campos?

--No creo. Esto viene de lejos. Solo hay que oír las últimas declaraciones de Jorge Valdano, comparando los vivas a Catalunya que dan los futbolistas del Barça con los vivas a la Comunidad de Madrid. Es evidente que mucha gente jamás ha entendido qué significa para nosotros Catalunya. El Barça, y ahí está el letrero de Unicef para refrendarlo, es una marca mundial y no deberíamos de reparar tanto en las reacciones que puede haber en algunos pueblos o ciudades de España donde la relación Barça-catalanismo siempre se ha visto con susceptibilidad.

--Al final, lo que cuenta es que este Barça enamora a todo el mundo.

--Mire, si la gente es capaz de formar parte, con devoción, con entusiasmo, de una peña del Barça en Madrid, en Sevilla o en Badajoz, y son muy poco o nada catalanistas, si la gente es capaz de vivir feliz con esa contradicción, es que el fútbol puede con todo. Y une, une mucho. Lo que más une a la gente es disfrutar al ver cómo Xavi se la pasa a Iniesta, este a Messi y todo acaba en una filigrana, en un golazo. Cierto, sí, la postura de Laporta tensa la cuerda, pero...

--El proceso normal, digo yo, hubiese sido arrancar el humor con Crackòvia y acabar en CrackòviaPolònia

--Sí, ese hubiese sido el camino más fácil, más lógico, pero hubo dos detalles que hicieron que fuese al revés. Uno, Alfons Arús ya había hecho un gran humor e ironía culé en la tele y, dos, tanto Queco Novell como Manel Lucas y yo veníamos del mundo de la información política. De ahí que tratásemos de hacer una aportación singular a la política.

--¿Quién protesta o se queja más, de quién recibe más presiones, de los políticos o de los deportistas?

--De nadie, absolutamente de nadie. Ignoro si Mònica Terribas me las para todas y está ahí todo el día con el paraguas, consiguiendo que no me llegue ni una sola queja. Ciertamente, trabajamos con enorme libertad. Bueno, en el fondo, esto sería imposible hacerlo sin libertad. Pero sospecho, sí, que los deportistas se enfadan más que los políticos. Barcelona es un pueblo y se sabe todo, por eso sé que hay gente a la que, a veces, no le gusta su actor, lo que decimos de él o su imitación. No me preocupa. No debo ser insensible a las quejas, pero tampoco debo dejarme condicionar demasiado por ellas porque, de lo contrario, acabas premiando al que se queja y castigando al que no se queja. Me llega que los deportistas, que son ídolos, divos, se quejan más que los políticos, que me temo que ya están acostumbrados al putching ball de la feria. Pero el respeto hacia nuestro trabajo es exquisito.

--Tiene la sensación de que cuando el Barça pierda les irá mejor.

--Nacimos con este Barça triunfal y estamos muy contentos. Tengo curiosidad por ver cómo nos lo montamos cuando empiece a perder. Veremos cómo salimos a reírnos de eso. No quiero que pierdan nunca, pero tengo curiosidad por ver cómo nos las arreglaremos para hacer reír en tiempos de crisis. En Polònia, nos resulta más fácil porque, cuando las cosas van mal, la gente quiere caña contra los políticos o los gestores económicos. Pero, cuando tu equipo de fútbol pierde, mucha gente piensa: «Solo hace falta que ahora vengan estos graciosos y se mofen de nuestra desgracia». Pero, insisto, por mí que se pasen la vida jugando así y ganando miles de títulos, sí.