La entrevista CON LA Oro olímpico en el 92

Maribel Martínez de Murguía: «Guardiola sabe que la memoria del ser humano es de mosquito»

Dicta una conferencia ejemplar sobre su triunfo en Barcelona y su fracaso en Atlanta-96.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: me han dicho que lo único que tengo que hacer es pinchar el magnetofón y transcribir sus comentarios. Así que empiece, por favor, porque cuentan que usted ha convertido su éxito y su fracaso en el mejor ejemplo para el Barça actual, para aquellos que, después de ganar, intentan seguir ganando.

Ni yo, ni mis compañeras del equipo de hockey sobre hierba, que ganamos el oro en el 92, queremos servir de ejemplo a nadie. Yo, simplemente, quiero aportar mi experiencia por si le sirve a alguien. ¿Al Barça? Ojalá, pero creo que Pep Guardiola sabe muy bien lo que tiene que hacer para seguir ganando. Pep sabe que la memoria del ser humano es de mosquito, y que lo conseguido se olvida rápido. Pero sabe más, sabe que ganar es fácil y que lo verdaderamente importante y difícil es dejar huella, perseverar en la victoria.

–¿Cómo empezó su mejor sueño?

--Metidas las 25 seleccionadas en una habitación, y con José Manuel Brasa, nuestro entrenador, escribiendo en una pizarra sus tres propuestas. Una: participamos y a ver qué sale; dos: nos entrenamos a tope y aspiramos a diploma (10 primeras); y tres: preparación inhumana y buscamos el podio, o ganar. Y nos dejó solas para que decidiésemos. Y, claro, escogimos ganar. O intentarlo.

–El casete no se va a parar, siga.

--Cuando te dan la elección de tu destino, el compromiso es muchísimo mayor. Cuando la fuerza de un equipo sale de dentro, se convierte en ganador, casi en invencible. Nosotras no éramos nadie y decidimos construir un equipo aplicando unos valores que nos llevaron hasta el oro.

–La escucho con mucha atención.

–Disciplina: éramos aficionadas, sin cultura del esfuerzo. Llegamos a ser tan serias que, en nuestra última concentración en Terrassa, en el Hotel Don Cándido, escogimos como fiesta semanal un día laborable para eludir las tentaciones del fin de semana. Confianza en nosotras mismas. Predisposición a aprender. Ambición: nos creímos a ciegas a Brasa y logramos algo que se palpa en este Barça: Disfrutábamos con nuestro juego, transmitíamos alegría, incluso cuando sufríamos. Amábamos lo que estábamos haciendo.

–Eran una auténtica piña, vamos.

–¿Piña? Un muro, pura roca. Cada una era hija de su padre y de su madre, veníamos de mundos muy dispares y jamás hubo un roce, jamás. Le contaré, nuestras dos delanteras eran vascas, ambas de la Real Sociedad y vitales para el equipo y para nuestro juego. Pues bien, una era muy aberzale, y a la otra ETA le había matado al padre. ¡No hubo ni un solo conflicto entre ellas a lo largo de seis años! ¿Por qué? Entendieron (ve, otra similitud con el Barça) que el objetivo del grupo estaba por encima de cualquier divergencia personal.

–Fueron cómplices en el triunfo.

–Tres años antes de los Juegos hicimos un viaje caótico a Lituania. Pasamos todas las calamidades habidas y por haber. De allí surgió lo que denominamos elespíritu de Lituania. Cada vez que encontrábamos un obstáculo, alguien gritaba: ¡Chicas si sobrevivimos en Lituania, cómo no vamos a superar esto! Y, sí, ganamos el oro sin perder un solo encuentro. Eso sí, tuvimos nuestro Numancia particular, empatamos el primer partido de los Juegos. Pero, a partir de ahí, adquirimos una dinámica ganadora imparable, jugase quien jugase. Titulares y suplentes teníamos la sensación de que aportábamos mucho.

–Las llamaron las chicas de oro

–Fue un subidón tremendo. Nadie nos preparó para ese momento. Ni Brasa. Nadie pensó en el día siguiente. ¡Estuvimos todo un año celebrando el oro! Nos instalamos en la autocomplacencia, en la pereza. Nos dieron una beca de 180.000 pesetas. Nos creímos invencibles. Mientras las demás selecciones se entrenaban, nosotras íbamos de fiesta en fiesta, visitando todos los ayuntamientos de España. Pretendíamos vivir, deportivamente hablando, de rentas. Brasa erró al utilizar mano dura. Cambió el método. Desvió el foco de las personas e intentó reencontrar la excelencia desde el control. Adiós alespíritu de Lituania. Y apareció, de pronto, elsálvese quien pueda. Horrible.

–Fueron plata en el Europeo del 95.

–Pero no nos divertíamos. Fue el éxito más amargo de mi vida. El control del míster no nos dejaba respirar. Y llegó Atlanta-96 y quedamos las últimas, sin ganar un solo partido.

–Métase en la piel de Guardiola.

–Está ante una etapa insólita y eso lemola. Es un reto, un desafío. Heredar un equipo perdedor y hacerlo campeón lo han logrado muchos técnicos en el Barça. Convertir un equipo en histórico, no. Pep ha conseguido tocar la fibra de sus jugadores, su corazón. Divertirte es mejor que obedecer. No hay nada mejor que sentirte cómplice de un proyecto, hacerlo tuyo. Pep les pidió que le siguieran y ya llevan cinco copas. Ha logrado que se lo pasen bien. Solo hay que ver cómo se abrazan. El secreto, y él lo sabe, es gestionar el éxito con cabeza y regenerar esa complicidad. Insisto: ganar es fácil; el reto es hacer historia, dejar huella.