La rueda

Pena de muerte

FRANCESC Escribano

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Zapateroha viajado a Togo y, por lo que parece, ha despertado más interés la nube de mosquitos que impidió el despegue del avión presidencial que la razón de su visita.Zapateroproclamó, hace tiempo, que quería erigirse en defensor activo de la abolición de la pena de muerte. En ese momento me pareció que, en conjunto, no eran más que buenas palabras bienintencionadas. Me ha sorprendido, por tanto, ver al presidente español ante la Asamblea Nacional de Togo aboliendo la pena de muerte en ese país. El ministro de Justicia togolés confirmó que la nueva ley será bautizada con el nombre del presidenteZapatero, quien recordó la guerra civil y el horror que le siguió para justificar la militancia española contra la pena capital.

Según Amnistía Internacional, el año pasado se dictaron 8.864 penas de muerte y se produjeron 2.390 ejecuciones. Togo es un país pequeño, uno de los más pobres del mundo, pero su ejemplo puede ser grande y ojalá se extienda a otros lugares. Matar con la ley en la mano, con la maquinaria del Estado como escudo, con la fría y calculada liturgia de las ejecuciones programadas, sigue siendo una práctica habitual en demasiados países y demasiado importantes. Hace pocos días, el 2 de junio, en Tejas, el gobernadorRichard Perryaprobó la ejecución deTerry Hankings. ParaPerryera su ejecución número 200 en lo que lleva de mandato, poco más de ocho años.Hankingsfue ejecutado por inyección letal, un método que puede parecer máscivilizadoque otros, si es que hay algún método civilizado de matar, pero que a veces no funciona bien, como cuando hace tres años provocó más de una hora de agonía al puertorriqueñoÁngel Nievesporque se equivocaron al inyectarle el veneno y este corrió por su cuerpo provocándole una muerte terriblemente dolorosa. Por todas estas razones me parece que sería deseable queZapaterollamara aObamay le hablara de la guerra civil, de Togo, dePablo Ibar, un español que está en elcorredor de la muerte, y que la cruzada abolicionista de nuestro presidente llegara allí donde más necesaria es, al corazón de Estados Unidos.