La entrevista CON Gilles Lipovetsky, Filósofo

Gilles Lipovetsky: "Consumir es intentar huir de la muerte"

El teórico de la hipermodernidad alerta, a su paso por el festival de arquitectura Eme3 COLLAPSE, de la importancia de la cultura como antídoto del hiperconsumo.

NÚRIA NAVARRO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

--Nos definió como hiperconsumidores. Y llegó la crisis...

--La cultura del consumo no cambiará. No ha llegado la hora de la frugalidad, como anuncian muchos.

--Lo tiene usted muy claro.

--Sí, porque no existen contrapesos que limiten el consumo. Antes lo fueron la religión, las ideologías y la cultura tradicional, que consideraba que la vida era dura y que había que ser moderado. Todo eso ha perdido peso. ¿Y qué queda? El hedonismo. El ideal es vivir mejor, ahora. La gente no quiere postergar el paraíso.

--Sin trabajo no hay dinero. Y sin dinero no hay paraíso.

--Puede que la gente se vuelva más prudente, pero la cultura no cambiará. ¿Quiere otro argumento?

--Adelante.

--En esta época hipermoderna no hay sueños colectivos. ¿Hacia dónde se dirigen nuestros sueños? A los viajes, a una mejor casa... ¡A cambiar! El cambio a través del consumo nos da la sensación de movilidad. Proporciona una pequeña excitación que nos permite aceptar las miserias de la vida. El consumo es una compensación de las frustraciones. Antes íbamos a misa y ahora vamos al centro comercial.

--Pronto no habrá petróleo para fabricar tanto producto.

--Iremos a un desarrollo sostenible, ¡que generará un hiperconsumo propio! Fíjese en los fans de los productos biológicos. ¡Son hiperconsumidores! El que rechaza tener coche, puede que sea un hiperconsumidor de música o de losspas... La novedad da un sentimiento de vivir más. Intensifica el instante. Consumir es intentar huir de la muerte, porque nos da la impresión de ser eternamente jóvenes. Aunque, a la vez, nos provoca decepción, ansiedad.

--Es cierto.

--Hoy hay una mayor libertad en materia religiosa, familiar y sexual, pero, al mismo tiempo que ganamos libertad, nos sentimos más desposeídos. Las mujeres, por ejemplo, son libres de construir sus vidas como quieren, pero tienen problemas en relación con el propio cuerpo. Su libertad es también su servidumbre. Pero, ¿conoce a muchas mujeres que quieran volver atrás?

--No, señor.

--Sin embargo, las cosas de la vida cotidiana provocan ansiedad. Un ejemplo: hace 30 años comer no era un problema. Hoy estamos angustiados por el colesterol, el azúcar, los aditivos... Y qué decir de la maternidad... ¿Debemos hablarle al feto? ¿Hay que dar el pecho a demanda o hay que marcar unos horarios...?

--Dicho así suena un pelín esquizofrénico.

--El hiperconsumidor está cada vez más informado y eso le sume en una desorientación total. Perodesorientaciónno es sinónimo decatástrofe.

--¿Algún antídoto?

--¡La cultura! A los creadores les aburre el consumo. Conozco a un mon- tón de ricos que detestan elshopping. Les parece mucho más interesante dominar el mundo, inventar una empresa, escribir un libro.

--Son una selecta minoría.

--Yo sostengo que en el siglo XXI el desarrollo económico no será suficiente, y que incluso la economía tendrá una dimensión cultural. Los consumidores no solo querrán productos, los querrán cargados de resonancias estéticas, de comunicación... Y surgirá una idea de hombre.

--Miedo da esa idea.

--Verá, en esta sociedad inestable la partida no está jugada. No tenemos poder sobre la economía, pero podemos tenerlo sobre la cultura. Podemos inventar un modelo de educación. Y, si cambiamos la educación, cambiaremos al hombre. Por eso es crucial revalorizar el oficio de maestro. Solo abriendo el espíritu, obtendremos individuos más creativos que generarán más riqueza. ¡Y llegará la felicidad de comprender...!

--¿No será demasiado tarde? El mundo se llena de pantallas.

--No hay que demonizar la innovación tecnológica. Hay que aprender a utilizarla. Por eso el papel del maestro es trascendental. Necesitaremos a gente que nos dé los instrumentos.

--Es un optimista de tomo y lomo.

--Me apoyo en datos. En EEUU la industria audiovisual factura más que Boeing. Ha llegado la hora de fabricar contenidos. La cultura será una inversión de futuro, y un ideal.

--Consuela saber que no todo está perdido.

--Reventó la burbuja de internet, ¿recuerda?, pero hoy una de las empresas más capitalizadas es Google. Porque supo reinventar el modelo.

--¿Y qué será del lujo?

--Meses atrás se decía que el lujo se salvaría de la crisis, pero no es así. Lo nota Japón, que representa un tercio del mercado del lujo. Creo que las marcas tendrán que mostrar una cierta generosidad y ofrecer un lujo más accesible, pero, por otra parte, habrá que contentar a los nuevos ricos de las economías emergentes.