La entrevista CON Ander Mirambell, Piloto de skeleton

Ander Mirambell: "A mis primeras zapatillas les puse unos ralladores de queso para frenar"

Empuja la plancha con cuchillas 30 metros, se lanza boca abajo sobre ella y baja sobre el hielo a 130 km/h.

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EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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--Para que se haga cargo del tipo de entrevista: tiene el aire de uno de esos jamaicanos que se atrevieron a competir en bobsleigh sin tener no ya pista de hielo, sino ni siquiera nieve. Le veo como un aventurero y, encima, compite en algo que tiene un nombre siniestro, tétrico, de miedo: skeleton se llama su especialidad, ¿no?

--No solo compito, sino que acabo de concluir la Copa del Mundo en EEUU y me siento orgullosísimo de ser el único español que compite en una especialidad tan difícil, extraña y original, sí, como el skeleton, que consiste en deslizarse por la pista de bobs, a más de 130 kilómetros por hora, sobre una tabla con cuchillas y, ¡muy importante!, con el cuerpo boca abajo, es decir, con la barbilla como mascarón de proa, lamiendo el hielo. Los de luge, también individual, van con el cuerpo hacia arriba.

--¿Qué le hizo decantarse por este tipo de artilugio y no por otro?

--¿Se lo digo? ¿Se lo cuento?

--Bueno, ya sabrá que en las entrevistas se trata de que alguien cuente algo interesante, así que, por esperpéntico que sea, que creo que ya nada me parecerá más extraño que un español que compite en skeleton, debería contármelo, sí.

--Pues algo tan sencillo como las estadísticas. Una vez decidí que quería cambiar el atletismo por el bobsleigh, miré los datos de una y otra especialidad y llegué a la conclusión de que los de bobs, cuando se estrellan, se hacen mucho daño en la cabeza, y los de luge, al ir tumbados hacia arriba, se golpean la nuca y las caídas son tremendas. Así que, pensé, mejor el skeleton.

--¿Cuál es su récord personal de velocidad en un descenso?

--Lo acabo de lograr en Whistler (Canadá), donde alcancé los 131 km/h.

--En el hielo, sin volante ni timón, a pelo, con sus manitas y piececitos flotando, ¿va con los ojos abiertos?

--Los buenos, los muy buenos, entre los que de momento no estoy, suelen bajar con los ojos cerrados. Yo no tengo cojones de hacerlo, para qué nos vamos a engañar. En algún momento sí los cierro, pero he de estar atento a la entrada y salida de las curvas. Pero, sí, a esa velocidad, lamiendo el hielo, la sensación de vértigo es tremenda, aunque también disfrutas. Y mucho. No tanto cuando vas por las paredes, porque eso significa que no vas fino. Hay que ir por el centro, por el cauce de la pista, por la misma yema deltubo.

--Perdone, pero un amigo --bueno, voy a decírselo: Alberto Castillo, su colega de aventura--, me describió su llegada a la escuela de pilotaje de Innsbruck, en noviembre del 2005, como patética, en plan, en efecto, jamaicano total. Vamos, que profesores y alumnos creían que estaban ustedes fumados.

--Bueno, algo de eso hubo. Resulta que me presenté allí para aprender con toda la valentía, voluntad y arrojo del mundo. Solo el casco, que me había costado 400 euros, era de skeleton. El traje era de esquí de fondo y las zapatillas eran las mías de atletismo, claveteadas. El monitor, cuando me vio, me preguntó adónde iba. Me dijo que con aquellas zapatillas no controlaría el skeleton, y me enseñó las reglamentarias. Y flipé, claro. Tenían como dientes de sierra delante y detrás. Pero no podía comprármelas: ya me había gastado todo el dinero en el casco.

--Y me temo que, puestos a improvisar, echó mano del ingenio que se le supone a cualquier españolito.

--Aquello que vi en las suelas de las zapatillas era igual que un rallador de queso, así que me compré dos y un buen trozo de papel de lija y me presenté al estreno con mis primeras zapatillasmade in Spain, con los ralladores pegados en las puntas, y el papel de lija detrás, en los tacones. Y bajé como un rayo. Eso sí, no faltó el compañero que me pidió que, al finalizar el entrenamiento, pasase por subox"para rallar un poquito de parmesano". Hubo fiesta, sí.

--Tengo entendido que ahora ya tiene de todo, hasta entrenador.

--Tengo de todo, sí. Una pequeña beca y equipo completo, aunque el skeleton debería de cambiarlo, porque ya llevo algunos años con él. Me preparo para la salida en el estadio Serrahima, empujando un trineíto con ruedas que ha fabricado el padre de Maria Montejano, la única española que compite; y, sí, en efecto, tengo entrenador: el suizo Ueli Geissbühler, pero debo compartirlo con los representantes de Croacia, Holanda e Irlanda, porque lo paga la federación internacional.

--Y, puestos a soñar, usted sigue soñando con ser olímpico el año que viene en Vancouver.

--Voy a pelearlo a muerte, ya verá. He terminado la Copa del Mundo en el puesto 23 de 42 competidores, mantengo la categoría y, si la próxima temporada repito estos resultados, seré olímpico. Así que, prepárese, porque el año que viene va a tener que escribir de mí en Deportes.

--Para terminar, ¿qué es lo que más le gusta del skeleton?

--Que es el único deporte del mundo donde los vestuarios son mixtos.