El turno

Los niños perdidos del franquismo

BEGOÑA Del Pueyo

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Acabamos de conmemorar 30 años de la Carta Magna, el miércoles celebraremos los 60 de la Declaración de Derechos Humanos, pero en España alrededor de un millar de hombres y mujeres de más de 70 años continúan sin tener el derecho a conocer su verdadera identidad. La amnesia colectiva sobre los niños robados en el franquismo representa un vergonzante capítulo de nuestra historia que, inexplicablemente, ni políticos ni historiadores parecen dispuestos a enmendar. Quienes han forzado al juez Garzón a inhibirse, mucho me temo que de nuevo les condenan al olvido.

Son inexplicables tantos años de desmemoria de los relatores de una España franquista de la que conocemos hasta la mínima anécdota de la vida cotidiana. Pero no son los únicos responsables. Después de un febril rastreo por internet, me pregunto a mí misma dónde estaba cuando en el 2001 los periodistas de TV-3 Montserrat Armengou y Ricard Belis emitieron el documental con el que recorrieron medio mundo dando a conocer el testimonio de las víctimas, algunas ya irrecuperables. Como periodista sensible al drama de las víctimas de las dictaduras chilena y argentina, no me explico a dónde miraba cuándo en el 2003 estos dos periodistas publicaron junto a Ricard Vinyes Los niños perdidos del franquismo, que afortunadamente todavía se puede comprar. Ni me preocupé de conseguir el testimonio de Vicenta Flores o de Nestor Rapp, dos de estos niños arrebatados a sus familias, cuando en el 2006 el Consejo de Europa ofreció el primer reconocimiento internacional a los hijos de las presas republicanas cuyos apellidos fueron modificados.

Estamos a tiempo de practicar la justicia reparativa. El investigador de derecho penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, Miguel Angel Rodríguez, acaba de publicar un libro en el que informa a familiares y víctimas de cómo recurrir a los organismos internacionales de Derechos Humanos. También hay una cantidad ingente de documentación en lúgubres sótanos que urge clasificar antes de que la desidia las hagan desaparecer. Se lo debemos a Emilia Girón, Uxenu Alvarez, Susi y Francisca Aguirre y a tantos otros que nunca llegaremos a conocer.