La rueda

Petróleo, petróleo y más petróleo

JUAN-JOSÉ López Burniol

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Un ciudadano informado sabe que las hipotecassubprime--posibles por la feroz desregulación del mercado hipotecario americano propiciada por la tropaneoconque tiene aBushcomo mascarón de proa-- solo han sido la gota que ha desencadenado un proceso con raíces más profundas. En efecto, junto a este hecho, se ha producido otro que es consecuencia de la mayor demanda de energía, materias primas y alimentos por parte de los países emergentes. Este problema añadido se manifiesta en el brutal aumento del precio del petróleo y de algunos alimentos --como el arroz--, a cuyo ascenso han contribuido, además, ciertas prácticas especulativas. O sea que la subida del precio del petróleo se encuentra, una vez más, en el epicentro de la crisis.

El petróleo --el control de sus yacimientos y de su comercio mundial-- ha sido uno de los factores de desestabilización más potentes a lo largo del siglo XX. Ya en sus albores, el reparto del espacio árabe liberado del Imperio Otomano se hizo en función del petróleo, como denunciaron dos británicos que estuvieron allí y terminaron mal:Gertrude Bellse suicidó yLawrencemurió de accidente. A partir de ahí, lo que se quiera. En 1953, el doctorMossadeqnacionalizó el petróleo iraní, pero, solo tres meses después, la CIA restableció el orden natural de las cosas según el dogma occidental: la AngloIranian Oil Company recuperó lo suyo. A fines de los 60, un italiano eminente, exresistente y católico, fundó el ENI (Empresa Nacional de Hidrocarburos), pero sobrepasó el límite fijado por lasSette Sorelle. ¿Qué hizoEnrico Mattei? Pecó gravemente contra los intereses occidentales encarnados en el imperio anglosajón: se atrevió en plena guerra fría a introducir en Europa el petróleo soviético y a negociar de forma bilateral --¡palabra maldita!-- con los países productores de petróleo. Tuvo mala suerte: su avión capotó cerca de Bascapé, en 1962.

Todos los imperios son iguales en lo esencial. Dígase lo que se diga, laaccountabilitydel actual es la de Enron y Arthur Andersen. Es decir, la que corresponde al nivel ético que se practica en Guantánamo.