La rueda // JOSEP-MARIA Terricabras

Un protocolo contra la tortura

JOSEP-MARIA Terricabras

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El pasado viernes se presentó en el Ateneu Barcelonès el libro Protocolo de Estambul. Manual para la investigación y la documentación de la tortura, un texto editado por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La edición catalana ha sido promovida por la Associació Memòria Contra la Tortura y por la Acció dels Cristians per l'A- bolició de la Tortura, que pueden facilitar ejemplares gratuitos del libro.

Se trata de un protocolo técnico de intervención para investigar y documentar --con criterios precisos y unificados-- los casos de tortura que se producen, desgraciadamente, en muchos, muchos lugares del mundo. Contiene legislación internacional, códigos éticos y métodos de investigación de las denuncias o indicios de tortura y malos tratos. Es, pues, un instrumento utilísimo para personal sanitario y judicial, abogados y todo tipo de personas de alguna forma relacionadas con comisiones de encuesta e investigación. El texto original es de 1989, o sea, de hace casi 20 años, pero mantiene toda su vigencia.

España es uno de los estados que repetidamente salen en los informes internacionales de denuncia de torturas. Recordemos que el Estado fue condenado, en una sentencia histórica, el 2 de noviembre del 2004, por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que dio la razón a los 17 independentistas catalanes que habían sido encarcelados en la llamada operación Garzón de 1992 y que habían denunciado repetidamente haber sido víctimas de torturas, sin que ni Baltasar Garzón ni ninguna otra instancia judicial española les hiciese caso.

Tanto antes como después de 1992, se ha practicado la tortura en más de una comisaría y cárcel del Estado, también en Catalunya. Algunos casos han acabado con sentencias judiciales condenatorias. Entre los años 2000 y 2006 hubo 3.000 denuncias de torturas en España. El Protocolo de Estambul tiene que ayudar a investigarlas: no pueden negarse ni minimizarse. La tortura y el trato degradante deben erradicarse. Por ello también debemos criticar la sociedad injusta y cruel que los fomenta.