"El Gobierno de EEUU popularizó al dalái lama"

NÚRIA NAVARRO

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El dalái lama viene a Barcelona a hablar de paz y de felicidad y no de política. Y lo aplaude Ramon Prats, uno de los pocos tibetólogos del país, profesor de la Pompeu Fabra y experto del Rubin Museum of Art de Nueva York. Prats corrige a esos budistas occidentales de salón que, entre volutas de incienso, sueñan con el restablecimiento del antiguo Tíbet, el de antes de la ocupación china. Aquello, dice, no era precisamente el

Shangri-La.

--Corrija a los budistas desencaminados.

--El Tíbet anterior a 1959 era un país feudal, comparable a los de la Europa medieval. Una teocracia con grandes atrasos, encerrada en sí misma, extremadamente pobre. Ningún tibetano aceptaría hoy la idea de preservar el antiguo Tíbet. Pero en Occidente se ha construido el mito de aquel Tíbet como la patria de la felicidad.

--¿Y eso por qué?

--Era una país lejano y desconocido, y nos lo apropiamos como el paraíso que nos podría ayudar a ser más felices si descubríamos su secreto...

--¡Ah!, pero, ¿tiene secreto?

--Ninguno. Por otra parte, la causa tibetana interesó a EEUU en los años 60 y 70, cuando luchaba contra el comunismo. El Gobierno norteamericano fue quien popularizó al dalái lama en Occidente a base de subrayar las atrocidades cometidas por China en Tíbet.

--Atrocidades que existieron.

--Sí, pero el genocidio y el ninguneo cultural es algo que ha ocurrido en otras muchas partes de China, no solo en Tíbet. Y con esto no estoy diciendo que el dalái lama no se merezca la popularidad, ¿eh? Tenzin Gyatso, el 14° dalái lama, reúne todas las virtudes imaginables. Es un indiscutible maestro espiritual.

--Encabezó aquel Tíbet feudal. Permitió que hubiera siervos...

--Era un Gobierno controlado por la aristocracia tibetana, que hizo muchas cosas indebidas... Pero el dalái lama nunca ha querido tener ningún poder ni representación política. Siempre repite que querría vivir una vida de simple monje.

--Y usted le cree.

--Sí. Por otra parte, el actual Gobierno tibetano en el exilio es otra cosa. El primer ministro, Lobsang Tenzin, que es otro lama reencarnado, es un hombre muy respetable, un profesor universitario.

--Un hombre ilustrado, vaya.

--Y los que le rodean ya no son aquellos aristócratas de los años 50. El problema es otro.

--¿Cuál es?

--El dalái lama sigue estando presionado por esa masa ingente de seguidores de Occidente que se declaran budistas, aunque la mayoría de ellos no sabe ni qué es ser budista...

--¿Qué pide esa masa ingente?

--Nadie pretende ya que Tíbet logre la independencia. El propio dalái lama lleva 15 años repitiendo que solo espera la autonomía real. Incluso la comunidad internacional se limita a reclamar a China el respeto a los derechos humanos. Pero millones de budistas de Occidente insisten en esa idea inexistente de un país que era el paraíso en la tierra. ¡Son más dalailamistas que el dalái lama!

--¿Le ha conocido usted?

--He estado con el dalái lama unas cinco veces. La primera fue a mediados de los años 70. Tiene un enorme carisma. Insisto en que es un maestro espiritual.

--Un maestro que cobra 20 euros por oírle en el Palau Sant Jordi.

--Él acepta lo que le mandan los organizadores de su viaje. Cualquiera de sus viajes comportan gastos de traslado y seguridad.

--El presidente Montilla ha evitado recibirlo. ¿Hace mal?

--Es una vergüenza que los jefes de Gobierno de España y Catalunya no le reciban. Se someten de la manera más absurda y ridícula a la opinión del Gobierno chino... Parece como si fuéramos una delegación del Gobierno de Pekín...

--El dalái lama no es un jefe de Estado.

--Países como Francia, Alemania, Italia, Bélgica o EEUU no tienen problema en recibirlo. El dalái lama es una personalidad espiritual y personalidades espirituales en este mundo hay pocas.

--¿No le reprocha usted nada al líder espiritual tibetano?

--Quizá el haberse distraído demasiado en proyectar la imagen de Tíbet hacia Occidente cuando habría podido mejorar las condiciones de los tibetanos en el exilio y asegurar la preservación de la cultura tibetana, que es mucho más que religión y folclore.

--Una curiosidad. ¿Por qué se interesó por Tíbet?

--Fue en mayo del 68. Nos cerraron la Universidad de Barcelona. Al tener más tiempo libre, empecé a leer sobre Tíbet. Me enamoré de tal modo que lo dejé todo y me fui a Nápoles a estudiar con Giuseppe Tucci. He ido unas 30 veces a los países tibetanos. Y mi amor continúa.