RUTAS INSÓLITAS

Barcelona singular: la França Xica, el Poble Sec más desconocido

Marc Piquer, el tuitero explorador de @Bcnsingular, redescubre la França Xica. Sí, aquí se solía hablar la ‘langue de l’amour’. Hoy los vecinos todavía se saludan por el nombre de pila

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barcelona/WhatsApp Image 2023-05-23 at 16.23.02.jpeg / Marc Piquer

Marc Piquer

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Aunque el sentimiento de pertenencia al Poble Sec está muy arraigado, a finales del siglo XIX su sector más occidental –entre las calles de Radas y Lleida– pertenecía en realidad a otro barrio: La França. Josep Amargós recibió en 1889 el encargo de poner orden al desbarajuste urbanístico de este vecindario, que abarcaba incluso la Font de la Guatlla. El arquitecto trazó un ensanche de calles anchas, y admirador como era de Cerdà, ideó chaflanes, que las nuevas edificaciones han respetado. Sin embargo, su proyecto se malogró cuando Ayuntamiento y empresariado se inclinaron por destinar esta área a la celebración de eventos como la Exposición Internacional de 1929, lo que supuso que aquella França empequeñeciera hasta convertirse en Xica. En la actual barriada, la gente todavía se saluda por el nombre de pila, y al visitante le aguardan tantas sorpresas como lo es que antaño se hablara la 'langue de l’amour' en cada esquina. 

1. Fervor Galo

Parròquia de la Mare de Déu de Lourdes

Parròquia de la Mare de Déu de Lourdes.

Mare de Déu de Lourdes. / Marc Piquer

Son varias las hipótesis que han circulado sobre el origen del topónimo La França. La más creíble sostiene que hubo una colonia occitana que vino a trabajar para las factorías que se instalaron en la falda de Montjuïc, y que acudía a la parroquia de Santa Madrona a rezar a la virgen de Lourdes, que tenía aquí su capilla. La presencia de esta comunidad gala coincidió en el tiempo con las extraordinarias visiones de Bernadeta Subirós, y el fervor religioso que se desató en Francia se propagó hasta este 'quartier' desde donde partió el primer peregrinaje de toda España hacia el santuario de Lorda. La iglesia de Santa Madrona fue destruida durante la Semana Trágica, y cuando fue reconstruida en 1916 (Font Honrada, 33), cambió de advocación y se dedicó a la marededéu de Lourdes (¿cuál si no?). Su reciente reforma ha dejado al descubierto paredes intactas de la estructura original, y una inscripción aparecida en una de las columnas: «Visca la FAI».


2. Amor a escondidas

La França Love Hotel

Una 'suite' de La França Love Hotel.

Una 'suite' de La França Love Hotel. / Marc Piquer

Desde 1960, una de las principales atracciones de la zona ha sido… un 'meublé'. Y no uno cualquiera: La França (França Xica, 40) es el más grande de la ciudad y el más antiguo tras el derribo de La Casita Blanca. Cuando se traspasa las cortinas del aparcamiento reina la discreción más absoluta; el personal garantiza que dentro no se tenga el más mínimo contacto visual con otros usuarios, y en cada habitación, las ventanas se abren únicamente un palmo para que no te vean los vecinos. El mal uso de la palabra 'meublé', que a menudo se confunde con un prostíbulo, hizo necesario rebautizar el lugar. La França es ahora un «hotel romántico para parejas» –no tríos ni grupos de 'swingers'–, en el que se paga por horas. Reserva una 'suite hammam' o las de estilo setentero –decoradas por el interiorista Lázaro Rosa Violán–, y entenderás por qué las prisas nunca son buenas: cama desmesurada, luces regulables, espejo basculante, bañera de hidromasaje… ¿sigo? Y no pienses que la cosa no va contigo, pues acuden más jóvenes mileuristas que maridos y mujeres infieles.  


3. Hasta la última miga

Pa Serra

Conrad Serra, con sus ‘delicatessen’ con miga entre manos.

Conrad Serra, con sus ‘delicatessen’ con miga entre manos. / Marc Piquer

Josep Serra y la 'senyora Cisqueta' cogieron en 1926 la panadería de la calle de la Olivera (número 31), y no fue hasta los 60 que se la quedó el hijo, Ramon, una persona de trato exquisito. Conrad Serra aprendió de él el oficio y dos frases: «Compra siempre las mejores harinas» y «no especules con la calidad». El convencimiento, legado del padre, de que es bueno innovar, lo llevó a estudiar el 'savoir faire' de reconocidos panaderos franceses como Raymond Calvel, y así pudo sacarse de la manga el 'cavallers', su 'magnum opus'. Con este nombre se reconoce a aquellos maestros condecorados con el título de 'chevalier', y es la prueba de que sus viajes a París resultan muy fructíferos. De allí sacó la receta de esta 'tourte de meule' hecha con harina molida a la piedra y masa madre líquida. Esponjosa por dentro, crujiente por fuera, ni se ablanda ni reseca. Conrad también sabe satisfacer a los amantes del dulce. En diciembre prepara 'stollens' y 'panettones'. Por Pascua, buñuelos del Empordà y colombas, y los 12 meses del año, magdalenas de tamaño XL, con variedad de sabores. Pero no esperes a la hora del cierre, que solamente encontrarás migajas.  


4. Dos perlas y un tesoro

Sorpresas arquitectónicas

Casa Joaquima Vendrell, quizá el edificio más vistoso del Poble Sec.

Casa Joaquima Vendrell, quizá el edificio más vistoso del Poble Sec. / Marc Piquer

En la França Xica conviven tres maravillas arquitectónicas: una es imposible no verla, otra –del mismo autor– es probable que no la veas, y la tercera, ya te digo yo que sin un poco de jeta no la verás. El arquitecto Ramon Puig i Gairalt murió con apenas 51 años pero antes se dio el gustazo de culminar en la calle de Vallhonrat el edificio quizás más vistoso del Poble Sec (Casa Joaquima Vendrell, Vallhonrat, 22-26 / Pje. Prunera, 1), una genialidad expresionista con el chaflán redondeado, y tribunas, balcones y cornisas rojizas.

No muy lejos, Puig i Gairalt aportó pinceladas 'art déco' en la fachada e interiores de un edificio escondido de la preciosa calle de la Concòrdia (Casa Florència Elias, Concòrdia, 54). La finca sobrevivió a un bombardeo el día de San Antonio de Padua, y sus inquilinos desde entonces custodian en la antigua conserjería un plafón cerámico dedicado al fraile franciscano.

La tercera sorpresa no se intuye desde fuera, y tendrás que esperar a que alguien te abra la puerta del número 29 de Olivera para descubrirla (Pasaje de la Casa Joaquín Marqués). El inmueble oculta un pasaje de gran hondura que tuvo unos lavaderos detrás de la escalinata, y que fue ocupado por unas caballerizas militares. No me extraña que haya sido plató de anuncios: puede que este rincón con encanto sea, de toda la ruta, el secreto mejor guardado.   


5. Vinos y conejos

Taberna Can Margarit

La taberna rústica Can Margarit. 

La taberna rústica Can Margarit.  / Marc Piquer

La noche empieza bien, porque mientras esperas turno para una mesa en Can Margarit (Concòrdia, 21) te invitan a un vino tinto del Priorat, un Penedès blanco o un Gandesa de la casa. De las botas gigantescas no sale ya ningún caldo, pero hicieron su cometido cuando esto era La Gran Bodega Española y Carlos Rubí –actual propietario– acompañaba a su abuelo Joan. Rubí trabajó muchos años, inclusive lavando platos, a las órdenes de Enric Margarit y José Mellado, fundadores del restaurante en 1974. Finalmente el establecimiento pasó a sus manos en 2009, y desde aquella fecha apenas ha tocado nada: ni la decoración rústica, ni el cuarto del fondo, que había sido una cuadra, ni –solo faltaría– el plato más popular de la carta: el conejo frito a la jumillana –con ajos, cebollas, laurel, menta, orégano, tomillo, romero e hinojo–, que en Murcia no conoce nadie. La receta es parecida –y de ahí el nombre– a la del guisado que probó una empleada de la taberna durante una visita a su suegra… que sí, era de Jumilla.  


6. Tambores no tan lejanos

Amuletos indios

Algunos amuletos y retratos indios que vende Daniel Soria.

Algunos amuletos y retratos indios que vende Daniel Soria. / Marc Piquer

La última persona que me esperaba encontrar, instalado en unos bajos de la calle de la Olivera (número 78), era un nativo norteamericano. El hombre colecciona retratos de jefes indios, amuletos y kachinas de sus ancestros, y vende por internet colgantes color turquesa que trae de sus viajes a Estados Unidos. Daniel Soria, nacido en California, y de padres mexicanos, tiene sangre chichimeca. Una prueba de ADN le ha confirmado sus orígenes étnicos, y estos días trata de completar su árbol genealógico con un programa informático.

Daniel Soria.

Daniel Soria. / Marc Piquer

Soria ha conseguido llegar hasta el año 900, y aunque me cuesta creerle, me muestra quién le sale que fue su tatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatatarabuelo (si no me he descontado): un tal Ramon Berenguer III. «¿No te parece increíble? –me comenta emocionado–. Quién me hubiera dicho, cuando decidí venir a Barcelona… que lo que hacía era volver a casa!».   


7. A ritmo de bachata

Enclave dominicano

La Trencería del Flow.

La Trencería del Flow. / Marc Piquer

–Hola, brother. Dime de lo mío. ¿Qué lo qué? 

Recuerdo la plaza de Las Navas cuando era un sitio inhóspito y con desniveles solo apto para botellones. Fue aplanarla, sacar de allí los coches y ahora es siempre verano, con terrazas llenas y balones de fútbol descontrolados. Por la tarde, después de echar una pavita, se concentran muchos dominicanos, la mayoría procedentes de la provincia de Independencia, y más recientemente, de la capital, Santo Domingo. Con su llegada, han aparecido numerosos carteles de conciertos de música latina, o de discotecas donde se baila bachata y se cantan los éxitos de Romeo Santos y Prince Royce. Empiezan a proliferar a su vez bodegas provistas de los mejores rones añejos y extra viejos de la isla caribeña, y preparados caseros de mamajuana (Bodega del Caribe, Olivera, 19 ; bares atestados que sirven mangú de plátano, moro de guandules, fritada y mondongo; peluquerías de las que se sale con una cabellera postiza azul o trencerías como La Trencería del Flow  (Paral·lel, 151) que te dejan la testa como las boxeadoras de 'Million dollar baby'

–Nos vemos, ya tu sabes!

Bodega del Caribe.

Bodega del Caribe. / Marc Piquer

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