'Tour' con hielo

¿Te quedas en Barcelona en Semana Santa? Haz esta ruta del vermut

Los adictos al vermut no tienen suficiente con un vaso de ese elixir dulzón acompañado de oliva y rodaja de naranja. Por eso en esta ruta hacemos ronda en dos bodegas por barrio. Sigue el mapa

vermut

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Albert Fernández

Albert Fernández

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Seamos sinceros, eres incapaz de tomarte un vermut sin repetir. Es apurar el primer trago rematando la conversación de tanteo inicial, y levantar el dedito para pedir otro. Así que te propongo un juego, que a la vez es una ruta, o al revés. Iremos de barrio en barrio visitando sus mejores vermuterias, con una graciosa condición beoda: cuando terminemos el aperitivo en una bodega, buscaremos otra cercana para doblar la apuesta vermutera. Si un vermut es la gloria bendita, dos significan el summum de la gustera. 

Hemos quedado en Bar Bodega Carol (Aragó, 558), un oasis del buen humor en pleno nervio urbano. Me gusta que sea así, el estruendo de coches en glorioso contraste con el cobijo que ofrece su terraza, la amabilidad extrema de su personal y claro, este vermutete bueno que nos han puesto. Estos llegan del Mercat dels Encants y se emboban con su rumbero escaparate y la infinidad de detalles del interior, máquina recreativa y cuadro de Chiquito incluidos. Los expertos preferimos volcarnos sobre sus banderillas, embutidos y quesos. Tras despedirnos entre estribillos punk, tomamos la segunda en la genuina Bodega El Sidral (Dos de Maig, 213), buen ambiente de barrio con decoración rústica y vintage. Damos buena cuenta de su vermut de Reus, las anchoas, su tortilla y ese glorioso salmón ahumado con salsa de eneldo.

Bodega El Sidral.

Bodega El Sidral. / Martí Fradera

Gràcia

La conversación se enreda, no te has dado ni cuenta y ya estamos en Gràcia. Aquí, visita obligada a un clásico imbatible, La Vermuteria del Tano (Bruniquer, 30). Trato de toda la vida, aperitivos de lata inundados de salsa casera y ese austero pero certero vermut Perucchi que tomas acodado en sus mesas de mármol entregándote a charloteos. Venga, levanta que vamos a por la segunda, y de camino te enseño las históricas casas de la calle de Encarnación y la fabulosa encina bicentenaria que las guarda. La asociación vecinal Salvem L‘Alzina sigue en guardia para preservar el fabuloso árbol. Llegas a Bar Bodega Costa Brava (Alzina, 58) y enseguida te das cuenta que, aunque la esencia de la bodega se ha mantenido, desde que Carina y Ana adquirieron el local el sitio tiene otro toque. Aquí nos encantan con su vermut casero, los vinos del mes, más viandas como las tablas de queso y embutidos o la ensaladilla rusa estilo murciano, más avinagrada y con encurtidos. El homenaje se remata con el estupendo ambiente intergeneracional y la música blues y funk con ramalazos ochenteros.

Sarrià

Vermuts a discreción en Morro Fi.

Vermuts a discreción en Morro Fi. / Instagram

Fua, no veas qué mareíto el ferrocarril entre tanto bebercio. No sé de quién ha sido la idea, pero me encanta que estemos en Sarrià, justo entrando en la sucursal de Morro Fi (Pg. de la Bonanova, 105) del barrio. A ti la cara se te empezaba a aflojar hasta que has visto ese boquerón coronado con una cornamenta de piparra. Buena remontada a base de mojama y almendras, patatas gruesas y por supuesto, su vermut reserva. Dejamos un cementerio de servilletas arrugadas a los pies antes de pasear por la mágica calle Major y aterrizar en El Tomàs de Sarrià (Major de Sarrià, 49). Obligadas sus patatas, las más bravas, bien regaditas con su salsa y entregarse al encanto floral del pasaje de Mallofré tras el vermut tradicional.

Sants

No te acuerdas, pero ibas berreando una de La Zowi en el autobús. Llegados a Sants, tomamos la primera en La Bodegueta de Cal Pep (Canalejas, 12) con ademanes de personaje de Bukowski. Nos hacen sentir marineros en tierra a base de navajas, percebes y tostadas de anguila ahumada. Para la segunda, nos sentamos haciendo eses en la terraza de Vermut i a la Gàbia (plaza d’Osca, 7). Gozamos con las vistas de la histórica plaza, sus clásicas chips de berenjena con miel, acariciando los relieves del vaso donde sirven su imponente vermut de la casa.  

Sant Antoni

El coraje etílico nos lleva hasta Sant Antoni. Nos multiplicamos en intercambios simpáticos gozando del vermut casero, el queso y los pimientos de Bar Bodega Gol (Parlament, 10). En este gozoso templo se reúne lo clásico y lo nuevo. Al fondo, unos iaios jugando al dominó; en la mesa de al lado Neil Harbisson, el chico con la antena en la cabeza. Claro, cerca de aquí se encuentra la sede de su asociación cyborg, Transpecies Society

A estas alturas, la vida es un manantial. El relamido sabor dulzón de este vino macerado con plantas aromáticas más sustancias amargas y tónicas eleva a la enésima nuestras conversaciones relamidas. Para cuando llegamos a rematar la jugada con una última ronda gloriosa entre los candorosos barriles de Bodega Armando (Bisbe Laguarda, 3), no sé si te estoy haciendo beber yo, o me estás haciendo beber tú. No, no: hemos estado todo el día haciendo dobletes. Ahora no empieces con aquello de no hay dos sin tres

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