Vete por las ramas

Dónde encontrar jardines secretos en Barcelona

La ciudad esconde pequeños oasis resguardados del ruido y las aceras. Florecen en patios interiores de bares, hoteles y tiendas. Descubre estos rincones verdes ocultos

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silenci.jpg / Zowy Voeten

Albert Fernández

Albert Fernández

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La primavera la savia altera. Cuando la ciudad florece, nada como entregarse a la aventura de descubrir nuevas explosiones verdes y patios en flor. Barcelona guarda con celo algunos jardines fascinantes ocultos a la mirada del común de los mortales. Estos despliegues vegetales se ocultan tras recibidores de hotel, exquisitas tiendas, discretas vallas y coquetos bares. Hace falta cultivar la curiosidad del paseante para descubrir estas floraciones alucinantes y espesuras vegetales inesperadas. 

1. El barrio florece

Silencio, se poda

El Jardí del Silenci (Encarnació, 62) no solo es una paraíso de la frondosidad, también representa la gran victoria del barrio frente a la voracidad inmobiliaria. Este vergel urbano de más de mil metros cuadrados sigue germinando gracias a la respuesta vecinal de la Associació Salvem el Jardí, que impidió que se convirtiera en terreno edificable para mantener la zona verde.

Como un paréntesis natural que se abre entre las callecitas de Gràcia, el Jardí causa pasmo en los transeúntes distraídos, que asoman por la valla fascinados por su tremenda exposición de biodiversidad. Aunque los días de puertas abiertas son sábados y domingos de 11 a 15 h., es fácil que nos dejen pasar cualquier otro día si preguntamos. El sol alumbra radiante los cactus de la entrada. La tierra se abre y bifurca, con el suelo colonizado por tiestos y plantas a ambos lados. Según avanzamos, contemplamos pequeñas terrazas semicubiertas, casitas de pájaros y lámparas repartidas por troncos, más su fascinante nuevo jardín vertical. Para cuando llegamos a la apasionante pérgola de glicinas que lleva a su fuente central hemos olvidado en qué siglo vivimos.

Este centro cívico al aire libre alberga actividades como sesiones de danza azteca, intercambios de plantas, visitas guiadas para escuelas, recitales de poesía, clases de hatha yoga al aire libre y descripciones botánicas de un biólogo. Por cierto: si te sientes como la madre del mundo solo con regar tu geranio, aquí se buscan manos voluntariosas para cuidar el jardín y promover el respeto por la naturaleza. 

Desde hace poco, Gràcia puede celebrar otro gran triunfo. Muy cerca del Jardí del Silenci, por fin se han hecho realidad los Jardins de l’Encarnació. Conocidos por amparar una encina bicentenaria protegida durante años por la asociación Salvem l’Alzina, este nuevo espacio se abre al público con la idea de involucrar al vecindario en su mantenimiento, y dar lugar a actividades socioculturales y medioambientales. Complace infinitamente recostarse sobre el respaldo de la tarima de madera que protege las raíces del árbol más antiguo de la ciudad y escuchar a los niños jugar a su alrededor.  


2. Patios con raíces

Claustros vegetales

 Patio colonial del Ateneu Barcelonés, en el Palau Savassona.

 Patio colonial del Ateneu Barcelonés, en el Palau Savassona. /

En lo más profundo del Gótico, hace falta aguzar mucho los sentidos para percibir el oasis de tranquilidad que esconde el Ateneu Barcelonés (Canuda, 6). En el piso superior de esta asociación cultural ubicada en el Palau Savassona y fundada en 1860 encontramos un patio colonial presidido por un estanque central. A su alrededor, frondosos parterres y altas palmeras decoran inspiradas conversaciones. Un monumento al verdor exclusivo para socios. 

Donde se reúne todo tipo de fauna es en torno a la graciosa flora de la terraza-jardín del sempiterno Antic Teatre (Verdaguer i Callís, 12). Representación de los jardines interiores de los palacios decimonónicos de la ciudad, ahora su hermosa higuera da sombra al hormigueante cerveceo en esas sillas de plástico sobre las que se habrán fraguado no pocas citas de Tinder.

Un vergel clásico: cerveceo a la sombra de una higuera en el Antic Teatre.

Un vergel clásico: cerveceo a la sombra de una higuera en el Antic Teatre. /

Aunque tras la pandemia no se ha recuperado el Cafè d’Estiu, el recogimiento que ofrece el patio del Museu Frederic Marès (plaza de Sant Iu, 5) sigue siendo sensacional para nómadas mentales. Entre los arcos y las piedras centenarias del antiguo Palacio Real puedes serenarte contemplando árboles frutales, y de paso cruzar miradas con pupilas de otros países.  


3. Hoteles con fragancia

Verdor exquisito

El frondoso ‘chill’ del Hotel Alma.

El frondoso ‘chill’ del Hotel Alma. /

El lujo y las comodidades están muy bien, pero descubrir el gran espectáculo secreto de un jardín en los intersticios de un hotel no tiene precio. Cerca de Paseo de Gràcia, el Hotel Alma (Mallorca, 271) guarda una terraza magnífica en un patio que se esconde tras su amplia entrada. Pasado el amable recibimiento en la puerta avanzamos hasta un cielo abierto de luces tenues. Damos un giro y nos topamos con su estupendo lounge bar de confortables sofás, pero lo que nos hace abrir verdaderamente la boca es el jardín al que accedemos a partir de aquí. Un encantador salón al aire libre presidido por los tonos vivos de los pitosporos y grandes plataneros en torno a los que se reparten las mesas y sillas con cojines. Todo un regalo de chill arbustivo que se puede disfrutar tomando algo hasta las 11 de la noche. 

Jardines de la Casa Ignacio Puig: se accede por el Hotel Petit Palace Boqueria Garden. 

Jardines de la Casa Ignacio Puig: se accede por el Hotel Petit Palace Boqueria Garden.  /

La primera vez que atraviesas el vestíbulo del Hotel Petit Palace Boqueria Garden (Boqueria, 10) y subes las escaleras que te llevan a los Jardines de la Casa Ignacio Puig te sientes como Indiana Jones descubriendo los restos de una civilización perdida. Este edén olvidado data de 1861 y se reparte en dos niveles, con árboles de canela, laureles y mares de cintas rebosando verdor. El sonido del agua de sus fuentes en forma de gruta hacen olvidar el bullicio de la Rambla. Los pasillos de baldosas, bancos y tarimas resultan ideales para el paseante meditabundo. Pero sin duda este armonioso escenario es ideal para una primera cita. Imagina robar un beso sobre esa romántica balaustrada.


4. Hojas entre hojas

Librería florida

Esta es la terraza que se oculta tras los libros de La Central del Raval.

Esta es la terraza que se oculta tras los libros de La Central del Raval. / Albert Fernández

Dar con esa arcadia de toldos, macetas, palmeras y buganvillas que es la terraza interior del del bar de La Central del Raval (Elisabets, 6) es como soñar despierto. Después de repasar autores y estanterías, sales de la librería y te guareces en tu lectura. Al cobijo de los fabulosos frondes de los jardines de la antigua Casa de la Misericordia accedes a una plenitud poco descriptible. La naturaleza responde con exuberancia a las horas de luz, al fin has comprado ese libro que tanto querías y el vaivén de las sombras de las hojas sobre la página que lees te hace sentir que el día está lleno de posibilidades. Eso, y que no todos los días se encuentra sitio en esta voluptuosa terraza.


5. Floraciones de Horta

Cóctel de primavera

El limbo vegetal de Samba Brasil.

El limbo vegetal de Samba Brasil. /

Lejos del centro y las masas de turistas, la coctelería Torre Rosa (Francesc Tàrrega, 22) sigue siendo el secreto mejor guardado de Horta-Guinardó. Echar el vermut del finde en su jardín al aire libre bajo la sombra de una palmera mientras nos regodeamos contemplando esa vistosa mansión centenaria del antiguo barrio de los indianos y removemos las piedritas del suelo es pura gustera. Si te animas a tomar un gintónic con cítricos del mismísimo jardín te sentirás como una diva del viejo Hollywood. 

No lejos de allí el bar Samba Brasil (Santes Creus, 20) convierte las noches de Horta en una verbena siempre floreada. Su psicodélico jardín interior es una pizpireta mezcla de patio andaluz y desparrame tropical. Tomarse una caipirinha y mover el cuerpecito bajo su limbo vegetal es un viaje a todos los veranos de tu vida. Ah, y no hagas como Juanes: ponte la camisa a juego.  


6. Busca al fondo

El paraíso en una tienda

Todavía existen despistados que no conocen el apasionante jardín interior de la residencia modernista Casas-Carbó (paseo de Gràcia, 96), que hoy día alberga una sede de la cadena Massimo Dutti. Te indico: una vez en la tienda, pasas las secciones de complementos de moda y subes las escaleras hasta descubrir el fabuloso ventanal que revela el generoso patio. A partir de ahí, un glorioso desfile de tiestos enormes, azulejos clásicos, un gran árbol central y el amplio regocijo de contemplar esta colección de plantas en subterfugio. Hay quien aprovecha la calma para esperar a la pareja de compras, quien revienta su Instagram sin necesidad de filtros floridos y quien simplemente se sienta en busca de la inspiración que encontraron en esta casa los artistas Ramón Casas y Santiago Rusiñol. Todo está bien, pero ojo: si sales al jardín con bolsas de la tienda saltarán las alarmas, y a la porra la serenidad natural.


7. Jardín a la carta

Bares en flor

El bar El Jardí se esconde en el patio del Antic Hospital de la Santa Creu. 

El bar El Jardí se esconde en el patio del Antic Hospital de la Santa Creu.  / Zowy Voeten

El bar es nuestro refugio predilecto en la ciudad, pero algunos locales parecen rendirse por completo al reino salvaje. Tomarse algo allí donde la flora parece querer borrar todo rastro de civilización es posible en sitios contados. El más célebre de todos es el Bar El Jardí (Hospital, 56), ubicado en el patio del Antic Hospital de la Santa Creu. Su selvática terraza está siempre a tope. Para estar a gusto, nada como dar cuenta de la tortilla de La Ikas (Perla, 22) en su iluminado patio rebosante de plantas. El Bar Liadísimo (Guillem Tell, 23-25) también seduce por su amplia terraza asilvestrada y los cantos de pájaros. 

Viviendo en una jungla de asfalto, conviene ir al encuentro de rincones conquistados por hojas y flores. Por escondidos que estén. Siempre en busca del corazón verde.

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