De excursión

Ruta forestal: de Barcelona a Sant Cugat a pie

Prepara el chándal. Esta es una bocanada de naturaleza exprés para urbanitas. Una ruta andada a Sant Cugat en la que encontrarás árboles centenarios, capillas románicas y verdadera paz

Sant Cugat

Sant Cugat / Albert Fernández

Albert Fernández

Albert Fernández

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Otra ráfaga de viento. Una rama cae al suelo en el bosque. La hojarasca se levanta y vuela. Suspiras con esa imagen mental. Anhelas la naturaleza. Tanto si has sido fiel a la montaña durante la primavera siberiana como si eres de los que solo sale de excursión con buen tiempo, estos días son ideales para atender la llamada del verde. Te propones una meta: llegar desde Barcelona hasta Sant Cugat andando, por el camino del mítico Pi d’en Xandri. Ida (y tal vez vuelta) a pie por la ruta forestal. Contemplando la vegetación, escuchando tus pasos, dejando atrás la urbe.

El punto de partida es Mundet. Desde la parada de metro te diriges hacia el Velòdrom Municipal d’Horta Miquel Poblet (paseo de la Vall d’Hebron, 185), y lo rodeas por su parte superior. Subes por la calle que acoge la residencia universitaria Àgora BCN (paseo dels Castanyers, 21) y pronto sientes el alivio de dejar de pisar cemento. Ojo, no te encantes demasiado con los prados: tienes que hacer un giro de 90 grados en cuanto encuentres la primera señal en el camino. Sigues la pista GR 6, que viene indicada en el poste con un cartel rojo y blanco y una flecha que indica el mencionado desvío.

Hop, hop, empiezas a subir, cuidando de no tropezar con las piedras y raíces cuando se estrecha la cuenca del recorrido. Al final de la cuesta de escalones leñosos encuentras un primer mirador fenomenal. Una gran torre eléctrica abre un claro que sirve para recuperar el aliento contemplando la ciudad y el mar a tus pies, y ya de paso de fondo perfecto para hacerte un photocall a todo chandalazo. Clava la pose de trapero de las montañas. 

El tránsito por el verdor sigue por un pasaje encantador, donde las ramas se curvan ofreciendo una suerte de techo vegetal mientras descendemos entre troncos hechizantes. Te sientes tan montaraz, que casi esperas que te salude un ent a tu paso, o que el bueno de Groot asome tras un árbol. 

Con las retinas inundadas de frondes acabas el descenso hasta llegar a una explanada. Hay indicaciones para llegar a la ermita de Sant Medir, a nuestra derecha. En la siguiente curva encontramos un atajo que consiste en una bajada tremenda entre rocas. Hay que hacer cuña de lado con cuidado de no espiñarse, pero vale mucho la pena entregarse al descenso loco con el tesón de Conan el Bárbaro. Eso sí, cuando realmente sudas y se te acelera el corazón es de subida, si escoges el mismo trecho de vuelta.

Ahora sí, atraviesas los merenderos de madera y das con la capilla románica de Sant Medir (Pista Forestal B05). Contemplar su doble campanario, esa puerta misteriosa y las inscripciones en piedra trae ecos de la antigua Barcino. Saludas a los señores que han parado a comer frutos secos junto a la fuente del Camp del Miracle y sigues tu ruta. 

Árbol de 250 años

Si estás en plan dominguero de tranquis, puedes hacer parada y fonda en Can Borrell (carretera d’Horta a Cerdanyola BV-1415, Km 3) y llenar el buche con sus manjares a la brasa. Si eres valiente, seguirás poniendo un pie sobre el otro, saltando riachuelos y sorteando peligros

El Pi d'en Xandri, en Sant Cugat del Vallès.

El Pi d'en Xandri, en Sant Cugat del Vallès. / A. MADRIDEJOS

En la Sierra de Collserola no te asaltan los Nâzgul, pero de vez en cuando toca esquivar algún ciclista encabritado. Aunque casi todos son respetuosos. Después de adorar los almendros en flor y evadirte con el paisaje, por fin llegas a tu destino. La boca se desencaja con la figura majestuosa del Pi d’en Xandri: un árbol de más de 250 años de edad, 23 metros de fantasía para que satures la galería de tu móvil. 

El epílogo a esta meta triunfante es adentrarse en Sant Cugat hasta la plaza de Lluís Millet, donde conviene tomarse un vermut o refrigerio con vistas a la estación de ferrocarril. Claro que también podríamos volver andando de nuevo. ¿Te atreves? Venga, átate bien los cordones.

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