¿Qué hacer hoy, 19 de marzo, en Barcelona?

Àngel Guimerà fue uno de los dramaturgos catalanes más importantes de la historia pero su obra tiene ya más de un siglo, y se nota. Pese a ello, la mayor parte de sus mensajes permanecen intactos y son tan vigentes ahora como entonces. Por ello, son muchos los artistas que vuelven a visitar sus textos pero proporcionándoles un envoltorio mucho más contemporáneo. Eso mismo es lo que ha hecho la gente de La Barni Teatre con su clásico La filla del mar, que lo ha convertido en un original espectáculo multidisciplinario con canciones y bailes con aroma mediterráneo y que puede verse en el Teatre Condal hasta el 1 de mayo.

El escenario y el texto

El escenario está ocupado por tres grandes estructuras de madera que pueden cambiar de lugar para representar los diversos rincones del pueblo donde transcurre la acción. Otro de sus elementos más destacados consiste en que los músicos no están en el foso, como acostumbran en los musicales, sino que forman parte del reparto y participan en la acción como si fueran unos actores más. Hasta el piano se integra perfectamente en el decorado al estar, también, recubierto de madera. Todos los detalles cuentan.

El texto, adaptado por Jaume Viñas, sigue, en su mayor parte, los pasos del original aunque se han alterado algunas expresiones que podrían resultar hoy en día algo arcaicas para darle un tono más moderno y adaptado a los tiempos. Por su parte, las canciones resultan hipnóticas y delicadas mientras que la música incidental de Marc Sambola consigue crear la atmósfera ideal para que se muevan los personajes y el público se adentre en esa localidad costera a punto de estallar.

Canciones y presentación

El tema inicial, Tard o d’hora ho sabrem, sirve para hacer una introducción sobre el pueblo y sus habitantes. En especial, Pere Màrtir (Toni Viñals), un joven apuesto y algo creído que ha seducido a prácticamente todas las vecinas (a más de uno le recuerda al Gastón de La bella y la bestia) pero que ahora parece haber encontrado la estabilidad junto a Mariona (Mariona Castillo), aunque su relación debe mantenerse en secreto para que ella no pierda la esperada herencia familiar.

La aparición de Àgata (Clara Solé) lo cambia todo, es una chica misteriosa que fue acogida por los habitantes hace años y es muy distinta a ellos. Algo salvaje, asilvestrada, rebelde, espontánea y con un peinado algo punk para ponerla al día, que se refugia en su caña. Es la filla del mar y se nos presenta con Respirar sota el mar, un tema con aroma a salitre. Caterina (Gracia Fernández) fue una de las víctimas románticas de Pere y lo expresa en T’ajudaré.

El plan y los dos últimos actos

Viven en un pueblo casi maldito en el que parecen permanecer encerrados por unos lazos invisibles, del que tan solo Pere ha podido escapar, pero siempre regresa. El dúo Ningú s’ho creurà desvela el plan de Mariona, que pretende que el chico finja enamorarse de Àgata, para desviar la atención de su tío (Xavi Casan) y poder conseguir la herencia. El primer acto también incluye una animada fiesta y acaba dejando incógnitas sobre el futuro.

Sorprendentemente, el segundo carece prácticamente de canciones más allá de una popular y las instrumentales para centrarse en las palabras e ir viendo como la tensión va subiendo. A ello contribuye un elemento habitual en la obra de Guimerà, las chafarderías indiscretas de los vecinos que, en algunos momentos, provocan la sonrisa del espectador, pero que también serán las causantes del drama. Ya en el tercero, descubriremos la conclusión de estos engaños amorosos salpicados con canciones nuevas y fragmentos de las anteriores.

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Los actores y el mensaje

En el apartado actoral destaca la poderosa presencia de Clara Solé quien, tras muchos años paseándose por musicales de pequeño formato o con papeles secundarios, puede demostrar su talento con una protagonista de altura y la convierte en un personaje que conmueve por su fragilidad pese a su aparente fortaleza. Mariona Castillo también parece otra con un rol muy distinto al que ha demostrado en otras obras. Viñas es muy creíble como ese presuntuoso y egoísta seductor mientras que Xavi Casan aporta sobriedad y experiencia al grupo.

Es un montaje que pretende acercar un título clave del teatro catalán a los nuevos espectadores, que habla de un tema tan actual como la discriminación a quien es diferente al resto, al que se separa del rebaño, que, en el fondo, no deja de ser el miedo a lo desconocido. Su apuesta estética es altamente atractiva hasta desembocar en una escena final repleta de poesía e imaginación. No es de extrañar las caras de emoción del público al finalizar, seguro que los actores vislumbran alguna lágrima por encima de las mascarillas… Y es que, quizás, lo que todos desearíamos es sentirnos tan libres y dueños de nuestro propio destino, ser filles del mar.

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