María Antonieta en la casa de los espíritus

¿Qué hacer hoy, 12 de octubre, en Barcelona?

La galería Villa del Arte expone 'Nostalgia', de Francisca Ahlers

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Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Francisca Ahlers es una pintora chilena cuyas obras suelen situarse en viejas mansiones aristocráticas, algo decadentes, y en las que se nota que ha pasado el tiempo. Quizás por eso a algunos nos puede parecer estar visitando La casa de los espíritus de Isabel Allende, pero también nos transporta al país de las maravillas de Alicia, con algún animal escondido por algún sitio que distorsiona un poco el paisaje. Por último, sus mujeres vestidas como en el siglo XVIII nos trasladan a los días de Maria Antonieta y su corte o a la monarquía británica. Este viaje al pasado puede experimentarse hasta el día 21 en la sede que tiene Villa del Arte en la calle Tapineria, donde se expone Nostalgia.

Del blanco y negro al color

El primer cuadro que observamos está dedicado al modisto Yves Saint Laurent, que está en su chateau, sentado en un sofá, junto a un perro. Al fondo, una gran escalinata, una mujer con peluca sentada y varias esculturas. Sin embargo, toda la arquitectura está en blanco y negro. En El salón de la fortuna tan solo tiene color el vestuario de algunos personajes como el pianista y la silla y una planta de un verde tenue. De la estancia principal tan solo vemos un fragmento, ya que fija su mirada en las grandes escaleras que conducen a la planta superior. Al fondo, dos hombres que parecen ser los mayordomos a la espera de instrucciones.

Entrada de la galería donde puede verse esta exposición.

Entrada de la galería donde puede verse esta exposición. / GALERÍA VILLA DEL ARTE

The black lounge explota a fondo las posibilidades del color, con las paredes en verde y azul, retratos de antepasados de la familia, unas llamativas cortinas amarillas y aquí el animal escogido es el gato, que también está en un sofá. Otro elemento habitual en sus cuadros, un jarrón con flores y, a la derecha, una mujer que parece estar saliendo de la habitación. En The royal imperial insiste en mostrar únicamente en color el mobiliario y las flores. Aquí el aroma es más británico y figuran dos retratos, el de una reina y a la derecha, cortado, recuerda a Enrique VIII.

'The black lounge' explota a fondo las posibilidades del color

'The black lounge' explota a fondo las posibilidades del color / FRANCISCA AHLERS

La fachada, el dormitorio… y un pavo real

Al lado hallamos, The big garden, el primero dedicado a un exterior pero, pese al título, lo que más destaca no es la vegetación (en color) sino su impresionante fachada repleta de amplios ventanales y con aspecto majestuoso… y un pavo real a la derecha. Lovely room es un dormitorio presidido por una cama con su dosel y destacan la enorme alfombra y la chaise longue entre grandes ventanas con cortinas.

'Lovely room', uno de los cuadros en los que predomina el blanco y negro.

'Lovely room', uno de los cuadros en los que predomina el blanco y negro. / FRANCISCA AHLERS

En The peacock in the lounge, el detalle más curioso es que nos reencontramos con el pavo real, que parece moverse con naturalidad por la estancia, a él no le impresionan como a los humanos los espectaculares decorados. También nos fijamos en la chimenea, como pintarrajeada y, a la derecha, el piano con su correspondiente partitura. The emerald room es una obra vertical a todo color donde el objeto principal es una cómoda repleta de cajones junto a un armario. En la esquina inferior, una mujer en actitud misteriosa y ataviada con un gran sombrero y un collar nos mira intrigada.

El pavo real (en la parte inferior) aparece en obras como 'The peacock in the lounge'.

El pavo real (en la parte inferior) aparece en obras como 'The peacock in the lounge'. / FRANCISCA AHLERS

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La corte de María Antonieta

Si las paredes hablaran responde a similares características formales. El escote del personaje principal nos remite al siglo XVIII, así como el retrato en la pared que parece ser el de un hombre con peluca. Tras ella, una joven más recatada que podría ser la doncella. El color azul es el predominante con estallidos de rojos (las flores) y amarillos (el sofá). El título de la siguiente obra es toda una pista, Marie Antoinette, aunque curiosamente la reina solo está representada en el retrato en la pared. El pequeño gato está frente a ella, como mirándola y parece diminuto en contraste con el gran espacio. El suelo con cuadrados blancos y negros como un tablero de ajedrez tapado por la alfombra y la vitrina, en la que se vislumbran platos y jarrones.

Dos mujeres son las protagonistas de 'Si las paredes hablaran'.

Dos mujeres son las protagonistas de 'Si las paredes hablaran'. / epc

Acabamos la visita con Ellas y sus caprichos. A la derecha, con la característica peluca blanca, podría ser la reina junto a un juego de mesa acompañada por sus damas, pero su gesto es muy serio y el resto de mujeres no tienen ningún rasgo de la cara. Solo la que se halla a la izquierda, que parece estarse yendo, tiene expresión y no parece feliz, pero distorsiona su vestuario que parece más propio de un cabaret. Un contraste más de este cuadro sobre mujeres que viven en el lujo, pero no parecen muy contentas.

Un detalle del cuadro 'Ellas y sus caprichos'.

Un detalle del cuadro 'Ellas y sus caprichos'. / FRANCISCA AHLERS

Una mirada irónica y personal

Ahlers juega con las perspectivas y los segundos planos, con el carboncillo y el color, con los animales, las personas y las salas vacías. Parece que nos quiera proponer en algunos de sus cuadros el reto de descubrir aquel elemento extraño que está fuera de contexto. Una mirada irónica sobre los palacios de esos nobles aburridos rodeados de comodidades pero en un mundo triste en blanco y negro donde lo único que es alegre son las flores, los animales y algún mueble. La nostalgia desde un punto de vista muy personal y reconocible que sorprende.      

El galerista Bert Van Zetten (centro), en la exposición con Francisca Ahlers y su marido, Pablo.

El galerista Bert Van Zetten (centro), en la exposición con Francisca Ahlers y su marido, Pablo. / GALERÍA VILLA DEL ARTE

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