Mystike: en la senda del Cirque du Soleil

Una de las tristes consecuencias de la situación actual fue la quiebra económica de una de las empresas circenses más prestigiosas de la actualidad, el Cirque du Soleil, que tuvo que despedir a un gran número de trabajadores aunque ahora parece que ya está retomando la actividad. Pero otras compañías exploran caminos similares como el recientemente creado Cirque Mystike que juega las mismas cartas aunque en un formato algo más reducido y con menos artistas. Eso sí, la espectacularidad de los números, la música evocadora, el vestuario imaginativo, el maquillaje detallista, la cuidada iluminación o la ausencia de diálogos nos remiten inmediatamente a su referente canadiense.

Transcurre en una carpa algo más íntima y cercana y una voz en off nos da la bienvenida a su mágico mundo. Los primeros en aparecer serán los dos payasos que se convierten en los conductores del espectáculo y los que surgen entre un número y otro haciendo ruidos incomprensibles para entretener al personal mientras se preparan los utensilios para el siguiente. Pero no solo son clowns y, en determinados momentos, nos mostrarán sus otras habilidades. Sergi Buka es más serio y aparece con un farol mientras que su compañero Zozo parece más travieso y porta una extraña cesta.

Piruetas en el aire y patines

También conoceremos a unos extraños seres vestidos de negro con máscaras y pelucas blancas que acompañarán a los artistas en sus evoluciones. Para empezar, actúa Roberta Bellucci en la Water Bowl, una media esfera mientras del techo sale una cuerda sobre la que dará mil vueltas en el aire o sobre sí misma con elegancia y gran dificultad, haciendo el espagat y colgándose únicamente por el cuello. Muy meritorio.

La siguiente escena es de las que ponen los pelos de punta, la pareja de patinadores sobre ruedas formada por Skating Flash. Se disponen sobre la pequeña plataforma circular central y él la sujeta por los pies mientras ella da vueltas hace figuras y nos pone la piel de gallina. El más difícil todavía llega cuando ella entrelaza sus pies con el cuello de él y el riesgo ya es máximo. Lo cierto es que nos han hecho sufrir mucho, da la sensación que la joven va a salir despedida por los aires en cualquier momento. Es impresionante pero cuando finaliza respiramos con alivio.

Sombras, barra e icarios

Buka reaparece montado en una bicicleta con un gran círculo sobre el que va proyectando diversas figuras mediante sombras chinescas creadas únicamente con sus manos: un perro, un caballo, un conejo o el mar, que identificamos fácilmente gracias a los sonidos, para acabar con un romántico beso mientras Zozo nos demuestra lo fácil que es cargarse una bicicleta. La siguiente invitada es, de nuevo Roberta Bellucci, que también es una experta en la pole dance, la danza sobre la barra, cuya variante más conocida es la de los espectáculos eróticos pero aquí es para todos los públicos. Lleva un antifaz y un elaborado vestido cubierto por hojas verdes. Su número muestra su elasticidad y flexibilidad girando sobre sí misma o abriendo al máximo sus piernas. Le siguen Buka y Zozo y el primero hace algunos juegos de magia con cuerdas o botellas mientras que el otro nos hace reír intentando colarnos trucos de fácil resolución.

Llega uno de los grandes momentos con los icarios, los Fratelli Rossi con la silla inclinada sobre la que se estira uno de ellos mientras el otro da volteretas sin parar y cada vez más rápido. Un prodigio de concentración y precisión. En un momento determinado se produce un fallo (¿intencionado?) pero no tiene mayores consecuencias y el público anima con sus aplausos para que lo vuelvan a intentar. Todo ello lleva a un final espectacular con el que culmina esta primera parte que ha durado unos 40 minutos, antes de la pausa de un cuarto de hora.

En la cuerda floja y el aro aéreo

La segunda parte da inicio con el equilibrista Claudio Rossi sobre la cuerda acrobática en lo alto. Está fija pero no tensa para que pueda balancearse y saltar sobre ella. Camina por encima hacia delante y hacia atrás, haciendo mortales para volver a caer en el mismo sitio. Le seguirá uno de los momentos más dulces con un concierto para serrucho y arco interpretado por Sergi Buka. La emoción se palpa en el ambiente.

Volvemos a volar por los aires con Emiliana Bellucci, especialista en el aro aéreo, ataviada como una criatura alada, da vueltas con el mismo y queda suspendida por los pies mientras aguantamos la respiración antes de dar paso al momento más divertido orquestado por Zozo. Intenta jugar con el público que divide en tres grupos para que le sigan con las palmas. El resultado es hilarante (sobre todo si uno de los tres equipos es torpe).

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La escalera imposible y mano a mano

Un extraño tipo viene a continuación, se trata de un Leandro Zeferino escondido tras una máscara y con un único elemento, una escalera, pero no es plegable solo tiene una hoja y mantenerla recta es imposible. ¿Imposible? Amigos, esto es el circo y el artista consigue subir y bajar de la misma varias veces balanceándola de izquierda a derecha manteniendo el equilibrio. Pero aún irá más allá cuando utilice un modelo similar con unas plataformas en la parte superior y consiga llegar hasta arriba y ponerse de pie. ¡Brutal!

Los siguientes en aparecer son los Marton Brothers, uno de los números estrella del espectáculo, vestidos únicamente con unos pantalones dejando a la vista su musculatura. Se escucha más de un suspiro entre la audiencia femenina… Lo suyo es el mano a mano que ejecutan lentamente dando lugar a formas insólitas, simétricas, verticales… Los manos, y los pies, son los protagonistas de este ejercicio de cálculo, virtuosismo, compenetración y esfuerzo sobrehumano. Lógicamente, los aplausos suenan más fuerte que nunca.

Final apoteósico

Pero aún nos espera una sorpresa y es que, el simpático Zozo también es un experto a los mandos de una bicicleta y nos lo va a demostrar. Hace un caballito, la gira, se pone de pie entre el manillar y el sillín. No sabíamos que se podía conducir de tantas maneras distintas sobre las dos ruedas... Para acabar de complicarlo se saca de la chistera una bicicleta diminuta sobre la que pasea a una chica. Al final, toda la compañía saluda a los asistentes que, unánimemente, se ponen en pie para despedirlos, señal de que han pasado, como dirían los hermanos Marx, una memorable Tarde en el circo.

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