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Una farsa negra con máscaras y sombras

La obra 'Terrorífica comèdia' versiona una parodia del cine de terror

terror obrir

terror obrir / NORA BAYLACH

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Suele ser bastante habitual que una obra de teatro de éxito tenga una versión cinematográfica. Lo que no acostumbra a suceder con frecuencia es el camino inverso, es decir, que una película llegue a los escenarios, y todavía es más raro si se trata de un filme de hace casi 60 años. Pues este insólito caso se da con Terrorífica comèdia, una adaptación del título de culto La comedia de los horrores, que dirigió en 1963 Jacques Tourneur con nuestros monstruos favoritos (Vincent Price, Peter Lorre y Boris Karloff) junto al Sherlock Holmes de los años 40 (Basil Rathbone). Era una irónica parodia del género de terror cuya principal curiosidad era ver desde otro punto de vista a estos actores.

Máscaras y sombras

La joven compañía reusense Projecte Longànime ha asumido el reto convirtiéndolo en un producto para todos los públicos en el que juegan con las sombras chinescas, las caretas y la música para ofrecer un montaje muy original dirigido y adaptado por Lluis Graells que puede verse en el Almería Teatre hasta el 9 de mayo. El escenario está presidido por tres grandes mamparas, sillas a ambos lados (donde se sientan los actores que en ese momento no están en escena), los teclados a la derecha y, a la izquierda, toda una serie de objetos desde botellas hasta armas dibujados en cartón en blanco y negro (aunque la película era en color) que irán utilizando durante la función.

Los objetos de la obra están dibujados en blanco y negro sobre cartón.

Los objetos de la obra están dibujados en blanco y negro sobre cartón. / PROJECTE LONGÀNIME

El piano suena con una melodía misteriosa mientras, por medio de las proyecciones de las sombras, descubrimos una vieja mansión donde transcurrirá gran parte de la obra. De allí (también mediante estas siluetas) vemos cómo dos personas transportan a un difunto y lo depositan en su tumba. Son los dos miembros de una funeraria, el copropietario, el señor Thrumble (cuyo apellido nadie pronuncia bien) y su empleado, Guilli, un antiguo ladrón. El primero es un alcohólico casado con Amarilys, una cantante de ópera frustrada.

Las sombras chinescas representan los diferentes escenarios.

Las sombras chinescas representan los diferentes escenarios. / PROJECTE LONGÀNIME

El negocio atraviesa un mal momento ya que en la localidad no se muere tanta gente como ellos desearían y, además son acosados por su casero, el señor Black, que les da un ultimátum para que paguen sus deudas. Ante esta situación deciden ponerse manos a la obra y eliminar a vecinos para poder seguir adelante con su empresa. Las consecuencias de sus actos provocarán un monumental enredo en el que se verán envueltos todos ellos.

Este montaje utiliza recursos muy originales para solucionar los problemas de escenificar la trama.

Este montaje utiliza recursos muy originales para solucionar los problemas de escenificar la trama. / NORA BAYLACH

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Un reparto polivalente

El reparto, formado por Hodei Arrastoa, Marc Domingo, Berta Graells, Cristina Martínez y Carlos Ulloa se desdobla en los distintos personajes haciendo caso omiso a su sexo, por lo que es habitual que ellas interpreten a un hombre o viceversa. Durante toda la obra, todos lucen diversas caretas para que los identifiquemos, lo que le da un aspecto algo grotesco y un aroma de cómic al que contribuyen también los elementos de atrezzo de cartón. Igualmente resulta sorprendente que, pese a que hay un pianista principal, cuando sale a escena, varios de sus compañeros ocupan su lugar. Aquí todos hacen de todo.

Las máscaras, las sombras y los objetos de cartón le dan a la obra un aire de cómic.

Las máscaras, las sombras y los objetos de cartón le dan a la obra un aire de cómic. / NORA BAYLACH

Amarilys, la esposa de Thrumble, es la que arranca las mayores carcajadas con sus gorgoritos y su tono agudo (y eso que la interpreta un chico) y destacan los recursos que utilizan como la forma de mostrar sus viajes en carruaje (con zapatos de claqué para aumentar el sonido de sus pies), su división en dos del escenario para mostrar la parte superior e inferior de un edificio o las alocadas persecuciones del tramo final.

Amarilys (izquierda), la cantante de ópera frustrada, tiene los momentos más divertidos.

Amarilys (izquierda), la cantante de ópera frustrada, tiene los momentos más divertidos. / NORA BAYLACH

Una apuesta arriesgada

El apartado musical también tiene su gracia con sus peculiares versiones de la canción popular Si tu vas al cel, del clásico Cheek to cheek o de un tema sorpresa en el tramo final, ya totalmente desmadrado. Es una apuesta arriesgada pero resultona que va de menos a más y acaba convenciendo. Y es que, en realidad y pese al título, no pasaremos miedo (hasta la pueden ver los niños, que se divierten sobre todo cuando la historia se complica en su último tercio), pero lo que sí que se nos va a quedar es esa forma inusual de mostrar esta historia y su tono de (poco) terrorífica y (mucha) comedia.