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Un libro gigantesco repleto de sorpresas

El Teatre Condal ofrece el musical infantil 'El gran llibre màgic'

gran llibre obrir

gran llibre obrir / NACHO GARCÍA / SWEET MEDIA

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Los niños de hoy en día se sienten atraídos, quizás demasiado, por todo lo que pasa por las pantallas, bien sean películas, series televisivas o juegos de consola y parece que hayan olvidado otros elementos importantes como los libros. Por eso, no está mal recordarles de vez en cuando su relevancia en nuestras vidas, y más ahora que se acerca Sant Jordi. Precisamente, coincidiendo con esta Diada puede verse los domingos en el Teatre Condal un espectáculo infantil que aborda esta temática. Se trata de El gran llibre màgic, un musical creado por la compañía T. Gracia, escrito, dirigido y protagonizado por Albert Gràcia junto a David Ávila que destaca por su impactante escenografía y su trama didáctica.

En el escenario vemos unas bombillas de colores y una farola sobre un bloque de piedra que representa la plaza de un pueblo. Antes de iniciarse la función ya nos advierten que está prohibido no reír ni cantar ni participar y nos animan a gritar "Que comenci ja!" Estamos advertidos, aquí nadie puede quedarse quieto. Enseguida conoceremos a la malvada de turno, Virus (Cristina Murillo), que pretende acabar con toda la literatura infantil y ha infectado al Gran Llibre Màgic haciéndolo estornudar para alterar los cuentos tradicionales. En la primera canción descubriremos a un grupo de vendedores ambulantes formado por el charlatán El Gran Antonelli (Albert Gràcia) y su ayudante, Luigi Il Castrati (Jordi Gràcia) que ofrecen un elixir para hacer crecer el pelo junto a una vendedora de rosas (Desiree Moreno) y uno de diarios (Enrique Pérez).

Uno de los atractivos del montaje es el gigantesco libro protagonista.

Uno de los atractivos del montaje es el gigantesco libro protagonista. / NACHO GARCÍA / SWEET MEDIA

Un libro gigantesco

Su misión consiste en intentar embaucar a los vecinos para que adquieran su producto, pero en su camino se cruza el citado libro (con una voz en off distorsionada) que les pide ayuda para curar su extraña enfermedad ya que está preocupado ante la posibilidad de que desaparezcan los personajes de los cuentos. Del volumen a tamaño natural se convierte en gigantesco y Antonelli decide penetrar en su interior para intentar encontrar el motivo de su dolencia. Aquí aparecen los primeros efectos de luces y sonido que tendrán continuidad a lo largo de todo el montaje. Paralelamente, Virus, junto a dos esbirros ejecuta una coreografía en la que presume de sus habilidades y advierte que ahora la protagonista es ella.

Antonelli entra en el libro, ya que se puede abrir, y descubrimos que contiene un nuevo decorado en su interior. Allí nos encontraremos con el Gato con Botas (un títere manipulado por Moreno), que habla con acento andaluz y anda algo despistado, ya que cree que es hermano de los tres cerditos. Pero no es el único, más tarde nos enteraremos de que Dràcula (con el peinado heredado de la película de Coppola) se ha quedado ciego, Caperucita Roja habla al revés y no hay quien la entienda. Han sido embrujados y el descontrol es total.

El Drácula de la obra luce el mismo peinado que el de la película de Coppola.

El Drácula de la obra luce el mismo peinado que el de la película de Coppola. / NACHO GARCÍA / SWEET MEDIA

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Buscando el antídoto

Antonelli y su ayudante deciden seguir adelante en el libro en busca del remedio milagroso y se abre un nuevo decorado que representa los dos niveles de una casa en la que se encuentra una misteriosa anciana vestida de negro. ¿De qué cuento habrá salido? Pero aún nos falta otro personaje por conocer, un pirata cuya barba ha cambiado de color y anda tan perdido como sus compañeros. La pareja de vendedores deberá encontrar el antídoto antes de que sea demasiado tarde. Tras el desenlace, antes el equipo posaba en la salida con los pequeños espectadores que lo deseaban, pero ahora lo han sustituido por un selfie colectivo.

Al final del espectáculo, los actores se hacen una foto con el público.

Al final del espectáculo, los actores se hacen una foto con el público. / T. GRACIA

Es un montaje que sorprende por el ingenio de su principal elemento escenográfico desplegable, el monumental libro, sus juguetonas canciones y su complicidad con el público (en varios momentos, instan a los niños a ayudar a los protagonistas, y ellos, tan contentos). Y así, entre canciones y risas, nos han hecho asimilar el mensaje sobre la vital importancia de la fantasía y de la literatura para los niños (y también para los adultos). Un libro repleto de magia pero, sobre todo, muy muy grande.