¿Qué es más importante el amor o la amistad?

El amor y la amistad son dos de los motores de nuestra vida y los que, de una u otra manera, le dan sentido. Pero no es lo mismo ni se valoran igual con una edad que con otra y en cada época se aplica una perspectiva distinta. Si queremos tomarle el pulso a ambos sentimientos y saber cómo los viven los veinteañeros de hoy en día, vale la pena descubrir Let me down slowly, una obra del colectivo Afflictus que obtuvo el premio del público en la 25ª Mostra de Teatre de Barcelona y que podrá verse en el Teatre del Raval todos los jueves y domingos hasta el 25 de abril.

El escenario está presidido por seis grandes cubos de madera de diferentes colores que están esparcidos por el suelo, también con formas geométricas. Al fondo, una pantalla en la que podremos ver proyecciones. Aparece una pareja, Èric Pons y Anna Torrella, que son amigos íntimos y a ambos les gustan las personas de su mismo sexo. La obra puede leerse en clave homosexual, pero es irrelevante, ya que los problemas y experiencias que explican son aplicables a todos. Los móviles, los mensajes de WhatsApp y las llamadas a los amigos o amantes para quedar marcan los primeros minutos.

Juntos en las alegrías y decepciones

Visualizamos sus desplazamientos en metro o en moto con las respectivas imágenes en la pantalla, donde también vemos paisajes idílicos cuando ella explica cómo entiende el amor mientras suena una dulce melodía al piano. Perrean y ligan en la discoteca y también sufren algún que otro fracaso, “El amor se acaba, el perreo, no” es su lema. La frescura y la naturalidad de los protagonistas así como el texto, repleto de momentos tan sinceros como poéticos, contribuyen a la credibilidad.

Durante este tramo abundan las confidencias, las confesiones, las dudas que se transmiten y cómo se ayudan. Ella le escribe una canción a su pareja y le pide opinión a su compañero. Las decepciones amorosas, las relaciones de usar y tirar, las terceras personas, la desesperación tras el abandono se suceden hasta llegar al momento karaoke, en el que descubrimos que el título de la obra proviene de la canción homónima de Alec Benjamin y Alessia Cara, que los protagonistas interpretan a dúo.

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El público interactúa

Se interrogan el uno al otro sobre sus relaciones y sobre lo que esperan de su futuro al no tener referentes de familias más allá de las monógamas y, entonces, empieza lo mejor. Dejan atrás sus personajes (aunque en el fondo da la impresión de que ya estaban hablando de ellos mismos) para dirigirse al público y convertirlo en un espectáculo interactivo. Pretenden que el espectador participe respondiendo a una serie de preguntas que provocan la hilaridad (y hay que contestar con sinceridad levantando la mano). También piden voluntarios para mantener una conversación y obtener respuestas (no hay problema porque les van chivando lo que tienen que contestar) y, finalmente, buscan pareja para sí mismos haciendo una especie de casting entre el público.

El tramo final está centrado en el amor y el sexo, la amistad tras una relación y lo que hemos aprendido de ella cuando todo ha acabado, así como critican que se infravalore la amistad, algo tan o más importante que el amor. Es una especie de terapia colectiva en la que los protagonistas han pasado de personajes a personas y el público, de ser un mero espectador a involucrarse en las reflexiones. La mayoría de vivencias que explican las hemos vivido todos (o casi) con diferentes matices, sea cual sea nuestra opción sexual, y las cuentan sin dramatismo, con sinceridad, el romanticismo justo y algo de humor. Una radiografía del amor y la amistad juveniles en el siglo XXI. Una obra que te va seduciendo muy lentamente, very slowly…