QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

'Cándida': los secretos más íntimos de una mujer

Anna Tamayo escribe, dirige y protagoniza esta sincera obra

candida portada

candida portada / JOSEP TOBELLA

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ser mujer no debe ser una tarea fácil. La constante discriminación e invisibilización durante muchos años de sus logros, la violencia machista, la infravaloración laboral y tantas y tantas injusticias que la sociedad tiene que ir corrigiendo. Pero, por si fuera poco, hay un problema que los hombres no tenemos y que marca sus vidas, la menstruación que conlleva dolor y cambios de humor. Sobre este tema poco abordado en la ficción, así como la infección vaginal de la candidiasis, habla con desparpajo e ironía, Cándida, una sátira femenina que también incluye elementos para la reflexión, escrita, dirigida e interpretada por Anna Tamayo y que podrá verse en la Sala Fènix desde hoy y hasta el 11 de abril.

La actriz aparece en el escenario vestida con una combinación blanca. A su izquierda se encuentra Joange, el músico que acompañará o provocará sus emociones con su violín, sentado sobre unas cajas con luces. A la derecha, se encuentra un perchero con un vestido de niña y, en el centro, un tendedero. De hecho, empieza lavando y tendiendo distintas prendas, camina descalza sobre unos trapos, hierve una olla, sostiene un cubo con cubitos de hielo, se pone los zapatos y se peina. 

La actriz inicia su alocución delante de un tendedero.

La actriz inicia su alocución delante de un tendedero. / JOSEP TOBELLA

Remedios para la picazón

Tras este prólogo inicia su confesión y nos explica que se llama Anna y que sufre candidiasis vaginal, “es decir, que me pica el coño” aclara. Cuenta los consejos que le daba su madre para sofocar su dolor, se mueve y se frota compulsivamente para mitigar la picazón, se abanica, está desesperada y ya no sabe qué hacer. Escucha el anuncio de una posible receta mágica e intenta seguirla, pero la lista de elementos es interminable y solo le falta que le pidan que tenga a mano lágrimas de unicornio… Pero todo es inútil, asegura que no le sirve ningún método.

El dolor provoca que su desesperación vaya en aumento.

El dolor provoca que su desesperación vaya en aumento. / JOSEP TOBELLA

Se acerca al perchero, toma el vestido infantil y lo acuna. Eso la lleva a sus recuerdos de infancia, se convierte en niña y come cebolla, uno de los elementos recurrentes de la obra, recuerda sus primeras experiencias con la menstruación e interpreta una divertida canción con la música del popular El Cubanito que convierte en Pica, pica la vagina. También viaja en su memoria al pueblo de su familia y explica que pasó algo feo con su tío sin llegar a explicar detalles. En ese momento carga sobre sus hombros al violinista como simbolizando la opresión masculina; las notas son cada vez más angustiosas y sus movimientos más espasmódicos.

Sostiene sobre sus hombros al violinista como símbolo de la opresión masculina.

Sostiene sobre sus hombros al violinista como símbolo de la opresión masculina. / JOSEP TOBELLA

La newsletter de On Barcelona

Dicen que si activas esta newsletter delante de un espejo a medianoche, se te aparece Pocholo y te lleva de fiesta. Ana Sánchez te descubre cada semana los planes más originales de Barcelona.

Suscríbete

Ironía y familia

Reconoce que es una mujer muy cándida, hace juegos de palabras e interpreta el tema Je ne veux pas travailler acompañada por una sorprendente vagina de plástico en forma de cara que acaba poniéndose sobre el rostro. En uno de los momentos más irónicos de la función visita a dos ginecólogos distintos para que le ayuden a solucionar su problema, una doctora veterana que le hace mil preguntas indiscretas y un médico que le prohíbe comer de casi todo y la llama chata. Ambos se contradicen en sus métodos y le da la impresión de que tampoco la van a ayudar.

Joange utiliza el violín sin arco para enumerar los sinónimos de la vagina.

Joange utiliza el violín sin arco para enumerar los sinónimos de la vagina. / JOSEP TOBELLA

Una de las escenas más aplaudidas viene a continuación cuando Joange deja atrás el arco y toca el violín como si fuera una guitarra mientras enumera los sinónimos, desde los más científicos a los más vulgares, para definir la vagina. El tramo final está dedicado a recordar a las mujeres de la familia de Anna: su abuela, su bisabuela, su madre y su hermana, cómo se enfrentaron cada una de ellas al hecho de “convertirse en mujer”, como denomina con sorna, en diferentes épocas. Como epílogo rememora su infancia entre cebollas y recuerda con emoción su relación con su abuelo, su “referente masculino dulce” con una música nostálgica de fondo antes de la sorpresa final.

Las cebollas, omnipresentes en la obra, la retrotraen a su infancia.

Las cebollas, omnipresentes en la obra, la retrotraen a su infancia. / JOSEP TOBELLA

Intimidad y complicidad

Sonrisas y lágrimas, amor y dolor son algunas de las emociones por las que pasa Anna Tamayo a lo largo de esta hora y que traslada con eficacia al público. Un espectáculo cómplice, íntimo, que denuncia la escasa información sobre la salud sexual femenina, la represión y los abusos contra las mujeres y propone el empoderamiento por medio de escuchar las voces del pasado. Lanza sus mensajes como si no pasara nada, con humor, pero el poso queda y cuando salimos del teatro descubrimos que, como ella, ya no somos tan cándidos.

Imagen de la escena final de la obra.

Imagen de la escena final de la obra. / JOSEP TOBELLA