Una niña atrapada en el tiempo

Los niños a menudo nos seducen con su inocencia, con su ingenuidad y esas caritas de “porfi, porfi” que nos ponen. Pero ellos no son todavía conscientes, por su inexperiencia, de que algunas de sus ocurrencias son una equivocación, y es que errar es también la mejor manera de crecer. Y para aprender esa lección, la Sala Cincómonos ofrece cada semana una obra didáctica, indicada para niños de 3 a 8 años, que puede servirles muy positivamente. Se titula La setmana dels 7 dissabtes, es un montaje con humor, participación, canciones y baile creado por la compañía Pampallugues escrito, dirigido e interpretado por Montserrat Santasusana con la colaboración de Albert Buisán y se representa, como es lógico, todos los sábados.

El escenario es una habitación infantil repleta de detalles: su cama con su mesita de noche, un perchero en forma de semáforo, batas, muñecos, peluches, libros, un cesto de juguetes, globos, una mochila o una pelota. A la derecha se encuentra una ventana y, al fondo, una especie de biombo con un armario al centro en el que podemos ver las letras de la palabra Ruta, que es el nombre de la pequeña protagonista.

Que todos los días sean sábado

En su primera aparición interpreta una canción en la que nos cuenta que “cuando el sol se pone todo el mundo se va a dormir” mientras baila con un pañuelo. Saluda a todos los niños presentes en la sala y habla con ellos. Les cuenta que tiene 7 años y que no le gusta ni que suene el despertador cada mañana ni llevar bata en el cole ni su profesora. Es sorprendida por una voz que surge de la nada (Albert Buisán) y que está escondida en su mochila. Se trata de una sabia tortuga mágica (un títere de peluche) que se llama Paciència.

La pequeña le explica su problema, está harta de las prisas cotidianas y quisiera estar todos los días jugando, como hace los sábados, el día en el que no tiene obligaciones. Es cuando el despertador no suena, come churros con chocolate, va al parque, come con su familia y piden pizzas, por lo que anhela que cada día sea sábado. Su nueva amiga le asegura que puede hacer su sueño realidad, pero que tiene que creer en la magia. La niña aprovecha para cantar y bailar disfrazada de bruja.

El día de la marmota

Ruta desconfía de ella y la tortuga desaparece dejándole antes unas palabras por si quiere volver a verla. Pero empieza a pensar que a lo mejor sí que Paciència puede hacerlo posible y reclama su ayuda. La luz se apaga y aparecen en el centro del escenario siete relojes luminosos representando cada uno de los días de la semana. A la mañana siguiente lo ha conseguido, es sábado, y así será cada día de su vida, está atrapada en el tiempo como si fuera el día de la marmota. No escucha ya al irritante despertador, puede divertirse sin parar pero también esta situación tendrá sus inconvenientes que la harán plantearse si su sueño es tan idílico como imaginaba.

La parte final es la más participativa, ya que los peques deberán ayudarla a salir airosa de un concurso de preguntas y respuestas que marcará el futuro de Ruta, y ¡vaya si lo hacen…! Como epílogo, la niña interpreta una canción sobre los días de la semana y, una vez finalizada la función, los pequeños espectadores pueden fotografiarse en este colorido decorado junto a los actores, manteniendo las distancias, eso sí.

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Diversión y valores

En poco menos de una hora, los chicos se han divertido, han colaborado en el desarrollo del espectáculo y también han descubierto algunos valores como la paciencia (algo de lo que la mayoría de ellos carece), la amistad (este sí que suelen dominarlo) o el esfuerzo (que a algunos les cuesta más que a otros). Un montaje muy recomendable en el que los adultos pueden disfrutar de las reacciones de sus locos bajitos y pasar un buen rato mientras ellos aprenden algo. Aunque la semana no tenga siete sábados, vale la pena pasarse uno de ellos por la sala para disfrutarlo.