QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

Había una vez un barquito chiquitito

El Museu Marítim expone una colección de antiguas embarcaciones de juguete

barquito entrada

barquito entrada / epc

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Érase una vez una época lejana (o quizás, no tanto) en la que los niños no tenían tantos juguetes como ahora, no se pasaban el día enganchados a la consola y lo más parecido a la tecnología era la radio de galena (quienes desconozcan de lo que hablamos pueden descubrirla en la Wikipedia). Era lo habitual en la posguerra, donde la mayoría de la población carecía del mínimo bienestar. Pero si por algo han destacado siempre los peques es por ejercitar su imaginación y conseguir jugar con cualquier cosa y de ahí surgió la idea de construir barquitos con los más insólitos materiales a su alcance. Una pequeña muestra (consecuentemente, no podía ser muy grande) de estos juguetes puede verse estos días en la exposición Mestres d’aixa de butxaca (Carpinteros de ribera de bolsillo) organizada por el Museu Marítim de Barcelona (MMB) en colaboración con su homónimo mallorquín.

Consiste en una veintena de barcos de juguete que son el testimonio de una forma de vida, de relacionarse con la naturaleza, de entender el juego y de acercarse a los principios de la navegación, pero también tiene un espacio que fomenta nuestra participación, así como nos plantea una serie de retos. Está situada en el vestíbulo del recinto, a la derecha, por lo que es gratuita y no hace falta comprar una entrada. Tras el cartel anunciador vislumbramos el primer modelo se trata de una barquita de palangre de 1948 realizada con corcho y, a su lado, nos explican en un plafón la evolución de la historia del juguete.

Una barquita de palangre hecha con corcho en Calella. de 1948.

Una barquita de palangre hecha con corcho en Calella. de 1948. / MMB

Usando todo tipo de materiales

En el siguiente espacio podemos ver otros cuatro ejemplos más, todos ellos pequeñas delicias. Una veintena de embarcaciones, las más diminutas, hechas con cáscaras de nueces y avellanas en el año 1958; otro del mismo año a partir de un tapón de cava; un tercero, el más colorista, con una lata de conserva de atún de 1945 y el último, que muestra una lancha hecha con madera con su correspondiente hélice.

El barco hecho con una lata de atún (izquierda) es de los más coloristas.

El barco hecho con una lata de atún (izquierda) es de los más coloristas. / MMB

A continuación vernos una vitrina en la que se encuentran ocho miniaturas realizadas con madera en 1948. Representan al submarino Nautilus, un transatlántico, una lancha torpedera, un destructor americano y un crucero de guerra. Curiosamente, aquí dejamos de lado por un instante el mar y volamos hacia el cielo con dos aviones bimotores, uno de ellos, a reacción. Paralelamente, en la pared explicativa correspondiente nos cuentan qué es jugar. La respuesta consiste en pasarlo bien y aseguran que esos barquitos cuentan quienes somos y quienes queremos ser así como aparecen impresas algunas frases de sus veteranos constructores.

El panel que define qué es jugar.

El panel que define qué es jugar. / EPC

Mejillones y cortezas

Pasamos al siguiente conjunto de piezas. Aquí los materiales son tan sorprendentes como una concha de mejillón, unos huesos de sepia coronados con unas plumas, con hojas de asfódelo (una planta que hasta salía en las novelas de Harry Potter) o los típicos barquitos de papel (que levante la mano quien no haya hecho alguno en toda su vida).

Del típico barco de papel a los fabricados con concha de mejillón o huesos de sepia.

Del típico barco de papel a los fabricados con concha de mejillón o huesos de sepia. / EPC

El siguiente bloque está formado por una embarcación hecha con una corteza, algo habitual en las zonas pobladas por pinos, o los más antiguos, uno de corcho realizado en Sant Feliu de Guíxols en 1937, otro con el mismo material que data de 1925 y fue realizado en Arenys de Mar o varios cuchillos y navajas del mismo año que se utilizaban para construirlos.

Modelos hechos con cortezas, corcho y los cuchillos para modelarlos.

Modelos hechos con cortezas, corcho y los cuchillos para modelarlos. / EPC

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Vídeos, plafones y sorpresas

Se proyecta un vídeo que nos habla de los Barcos del ayer y dónde varios de sus canosos constructores nos explican su experiencia. Al lado, en Jugar dentro jugar fuera nos cuentan que, antes, era muy habitual que los niños jugaran en la calle sin vigilancia y que estos hábitos cambiaron con la llegada de la televisión. En los siguientes plafones nos hablan de las distintas tipologías de barcos, de la herencia del patrimonio lúdico, no siempre considerado en su justa medida pero con un alto valor simbólico, y un vídeo que complementa el inicial titulado Barcos de hoy.

Plafón que describe los tipos de barcos.

Plafón que describe los tipos de barcos. / EPC

El siguiente grupo comprende un catamarán de madera que navegaba fácilmente a la que soplaba un poco el viento, uno de patines accionado por una goma, con un tapón de corcho, un clavo y pluma o el más sorprendente, realizado con pinzas para tender la ropa. Para acabar nos invitan a seguir las instrucciones para hacer nuestro propio barco de juguete y también nos remiten a su página web para más información.

En primer término, un original juguete flotante a modo de patines de agua.

En primer término, un original juguete flotante a modo de patines de agua. / MMB

Participación y otros alicientes

El mejor ejemplo de ello es la iniciativa Vitrina vacía, en la que se incorporarán los modelos que facilitemos. Ahora mismo podemos ver tres embarcaciones hechas con plastilina por Enric García Domingo que representan un submarino Seaview (inspirado en la serie sesentera Viaje al fondo del mar), una lancha rápida británica y un submarino alemán. Finalmente nos invitan a participar en unos retos en su página de YouTube consistentes en fabricar nuestro propio barco de vela, de carga o un submarino.

Para dirigirnos a la salida nos indican que debemos hacerlo por el lado opuesto y eso nos sirve de excusa para ver algunos detalles más como los objetos insólitos que exponen. Se trata de un extraño teléfono autoexcitado (no pensemos mal, es el que permite hablar sin alimentación eléctrica externa), la bobina de Ruhmkorff, con la que nació la telefonía sin hilos, unas acuarelas de uniformes de oficiales de los siglos XVIII y XIX, así como unos soldaditos de plomo y un diorama de un ataque a una guarida de piratas. En el jardín nos aguardan aún dos sorpresas más: el antiguo puente de mando del paquebote Santa Eulàlia y una réplica del submarino Ictineo I, creado por Narcís Monturiol. Había una vez un barquito chiquitito… que sí podía navegar.

A la salida podemos ver una réplica del submarino construido por Narcís Monturiol.

A la salida podemos ver una réplica del submarino construido por Narcís Monturiol. / EPC