El Microteatre se renueva para sobrevivir

Estos últimos meses muchos negocios se han visto obligados a finalizar definitivamente sus tareas habituales al tener que permanecer cerrados. El ámbito de la cultura ha sido de los más perjudicados debido a las múltiples restricciones y algunos locales han tenido que bajar la persiana. Cada nuevo cese de actividades es como una herida en el tejido cultural de la ciudad. Pero hay algunos que no tiran la toalla, se niegan a formar parte de esa dolorosa lista de lo que el virus se llevó y no piensan abandonar fácilmente. Uno de ellos es el Microteatre Barcelona, un local estable dedicado al novedoso formato del teatro corto, donde se han fogueado actores noveles, pero también han contado con artistas populares atraídos por su original propuesta.

Nuevos tiempos, nuevos cambios

Antes que rendirse han preferido reinventarse y ahora han renovado el local para adaptarlo a las circunstancias. En agosto remodelaron el bar para transformarlo en una pequeña sala teatral algo más grande que las habitaciones donde se interpretan las obras pero, tras el segundo cierre, decidieron tirar una pared para crear la nueva sala B, un espacio integrado con el bar pero, a finales de año, se volvieron a cerrar teatros y restauración. Incluso probaron fortuna con el take away, pero su oferta de bebida, tapas, bocadillos y pizzas caseras, que contribuían a mantener su economía, también ha debido desaparecer.

La indecisión actual les ha llevado a montar unas enormes mamparas en las tres salas restantes entre público y artistas y nuevas normas: gel y toma de temperatura a la entrada, mascarilla obligatoria y, a diferencia de antes, las fotos durante el espectáculo no están prohibidas sino recomendadas para ayudar a su difusión. La sala B pasará a ser un espacio multidisciplinar donde acogerán teatro, pero también música, cine y lo que sea adaptable. En los próximos meses, diversos colectivos intentarán ayudar a la supervivencia del local con actos solidarios.

El sexo en la era del Covid

Repasemos ahora la oferta que estará disponible hasta el día 7 de marzo. Empezamos la visita por la sala 2, donde se representa Ya no te quiero, escrita y protagonizada por Begoña Mencia junto a Ares Teixidó bajo la dirección de Pere Pàmpols. El escenario es el comedor de la primera y destaca sobre una mesita una treintena de botellas de alcohol o cerveza vacías, reflejo de una borrachera de campeonato. Está estirada en un sofá y cubierta por una manta cuando llega su mejor amiga para explicarle que lo ha dejado con su novio.

Está siempre pendiente de su imagen y de su repercusión en las redes sociales, así como está obsesionada con los libros de autoayuda. Es extrovertida, se siente una diosa de la sensualidad cuando baila al ritmo de Nathy Peluso y resulta bastante superficial. Juntas repasarán las dificultades para tener sexo en la era del Covid y las soluciones. Es una simpática comedia en la que se nota que hay mucho de improvisación y en la que interactúan con el público dentro de las posibilidades. Sales con una sonrisa en los labios tras esta clase acelerada de sexualidad en el 2021.

Un complejo reto técnico

Entramos ahora en la sala 3 para ver Los vasos vacíos, dirigida por Cristian Sitjas, coautor junto a Daniel Borrega, que comparte escenario con Dodi de Miquel. Es una intensa historia de amor y desamor que se inicia cuando David, un periodista que está escribiendo un artículo en un día lluvioso, recibe la llamada de su última pareja, Alex, con quien lo dejó hace unos meses, para invitarle a la inauguración de su nueva exposición. Durante la cita, los celos, los reproches y los secretos harán su aparición con imprevisibles consecuencias.

La obra cuenta con la ayuda de las proyecciones en pantalla bien sea para mostrar el lugar donde nos hallamos o mostrar unas imágenes rápidas a modo de anuncio o vídeoclip. Pero lo que más destaca formalmente es su habilidad para reflejar, con mínimos elementos y en tiempo récord, distintos escenarios: el piso de David, la galería de arte o el baño o cómo utiliza las voces en off. También resulta ingenioso el recurso para jugar con los espectadores convirtiéndolos en un cuadro más de la muestra. Un texto sensible y cercano, muy bien resuelto técnicamente, sobre las relaciones fallidas y las segundas oportunidades.

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Confinados y separados

Para acabar nos acercamos a la última habitación donde se representa la única obra en catalán, Gàbies, escrita y dirigida por Núria Peix e interpretada por Carla Peix y Josep de Font. La sala está dominada por el negro y, a la izquierda, hay un joven (Pol) frente a un muro. Poco después, al otro lado de la pared, aparecerá una chica (Estel). No saben que hacen encerrados allí, ni quién les ha secuestrado ni por qué. Un punto de partida que a muchos les recordará a películas como Cube o la reciente El hoyo.

Durante el tiempo que pasarán juntos intentarán resolver las incógnitas y llevar su situación de la mejor manera posible evocando las canciones de Serrat o los Beatles. Se apoyarán sin verse más que por un resquicio, se amarán pero también se enfrentarán, se harán reproches y buscarán una manera de escapar de allí. No hay que ser muy listo para relacionarla con estos tiempos de confinamiento y separación. Un drama al límite de alto voltaje con dos actores que se entregan al máximo. Todas las obras acaban igual, con el agradecimiento inmenso de los actores y animándonos a ver las piezas restantes. Y vale la pena porque representan tres opciones tan distintas como atractivas para demostrar que el teatro en pequeño puede seguir siendo muy grande.