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El Gaudí ofrece una versión musical de 'Aladdí'

La compañía Magatzem d'Ars representa esta obra cada domingo

aladi pose

aladi pose / MAGATZEM D'ARS

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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La historia de Aladino y la lámpara maravillosa es uno de los relatos más populares de Las mil y una noches. Las múltiples versiones que se han hecho de este cuento fantástico, incluyendo las adaptaciones Disney, han contribuido a que sea uno de los favoritos de los niños (y de los adultos). La compañía Magatzem d’Ars, especializada en espectáculos infantiles, ahora recurre a este clásico para su nuevo montaje en formato de musical, dirigido por Albert Pueyo, que se representa todos los domingos al mediodía en el Teatre Gaudí interpretado por ocho actores que se turnan en los cuatro papeles principales.

El escenario de Aladdí está dividido en cuatro partes. En la primera se muestra la estancia de la princesa, la segunda es simplemente un carro con frutas mientras que la tercera simula la cueva donde se esconde la famosa lámpara y la última es el espacio para la pianista. La primera en aparecer es la narradora, la genio (sí, en este caso es una chica) que, como de costumbre, será la estrella de la función. Vivaracha, divertida e inquieta nos presentará la historia con una canción con aires exóticos explicándonos que su sueño es convertirse en una artista, una estrella del mundo del espectáculo.

Aladdí, en la cueva donde se esconde la lámpara maravillosa.

Aladdí, en la cueva donde se esconde la lámpara maravillosa. / MAGATZEM D'ARS

El villano y la pareja

A continuación conoceremos al villano, un mago que se gana rápidamente las antipatías de los peques con su exagerada gesticulación y sus constantes gruñidos y risotadas. Pretende conseguir el objeto mágico que le otorgará un poder infinito y descubre la cueva de las mil maravillas donde se esconde. Allí tendrá que hacer frente a una puerta parlante (una de las aportaciones más originales de esta versión) que le pondrá a prueba para comprobar si es una buena persona y permitirle el acceso. Pero, como era de esperar, no la supera y busca una solución. Su plan consistirá en encontrar a una persona de buen corazón y utilizarla para que le consiga la lámpara.

Dos de los actores que interpretan a la princesa y el malvado mago.

Dos de los actores que interpretan a la princesa y el malvado mago. / MAGATZEM D'ARS

Paralelamente conocemos a la princesa Jasmine (aquí citada con el diminutivo de Jas), que se aburre en palacio, lamenta la escasa libertad de que goza y tener que casarse por obligación con un príncipe y no por amor (“ser princesa no em complau”). Todo ello la lleva a disfrazarse para disfrutar del anonimato en las calles. El carro de frutas servirá para escenificar el mercado donde conocerá al simpático Aladdí con el que entablará rápida amistad. Pero también está por allí el malvado mago que se hará pasar por un pariente suyo para convencerle de que le acompañe a la gruta.

Aladdí y la princesa se conocen en el mercado local.

Aladdí y la princesa se conocen en el mercado local. / MAGATZEM D'ARS

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El genio y el montaje

El joven consigue entrar pero es encerrado por el mago aunque antes conseguirá recuperar la lámpara de la que saldrá la genio denominada Jenny, una simpática fórmula para justificar su femineidad. El personaje conecta rápidamente con los niños, con los que establece una gran complicidad. Se burla cuando los dos protagonistas cantan la típica balada romántica y acaba montando su soñado espectáculo de variedades en el tramo final. Las aventuras y el humor se sucederán sin pausa.

En esta versión, el genio es femenino y se llama Jenny.

En esta versión, el genio es femenino y se llama Jenny. / MAGATZEM D'ARS

Es una obra que combina la historia clásica con elementos que recuerdan a las cintas Disney, con unas canciones sencillas pero juguetonas bien interpretadas por el reparto, así como hace participar a los peques haciéndoles aplaudir en algunos momentos, abuchear al malo o contestar a las preguntas de los protagonistas. También destaca por su toque reivindicativo femenino, la princesa no es un simple florero, sino que también quiere tener su independencia y poder tomar sus propias decisiones. La iluminación contribuye a crear efectos mágicos simples y, tras el animado número final, con todo el elenco cantando y bailando, los niños salen con cara de felicidad. Un ejemplo de los mil y un mediodías infantiles en el Gaudí.

Foto promocional de los cuatro personajes representados en 'Aladdí'.

Foto promocional de los cuatro personajes representados en 'Aladdí'. / MAGATZEM D'ARS