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'Interferències': la gran fiesta del claqué y la danza urbana

El Almería Teatre ofrece este espectáculo de La Banda Street Groove

BANDA PORTADA

BANDA PORTADA / CLAUDIA HERRÁN

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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El Almería Teatre es un local que suele presentar musicales u obras de texto pero que, además, tiene una particularidad y es que es la única sala de Barcelona que programa regularmente sesiones de claqué con sus tap jam o un karaoke para que los espectadores puedan cantar con el pianista. Originalidad e innovación no les falta. En la línea de esos espectáculos de baile estos días puede verse Interferències, de La Banda Street Grove, danzas urbanas con mucho ritmo, intensidad, percusión corporal, claqué y movimiento.

Obreros en la gran ciudad

Los bailarines aparecen en el escenario vestidos con un mono azul. Son cuatro chicas y un joven que se mezclan con los ruidos de la ciudad. Parece que estén esperando algo, se miran entre ellos y, más tarde, descubrimos que son unos obreros que aguardan la llegada del autobús. Se montan en el transporte público soportando los vaivenes hasta que llegan a su destino. La sirena nos indica que es la fábrica en la que trabajan, desfilan como si fueran los protagonistas del clásico mudo Metrópolis y ejecutan movimientos mecánicos cada vez a mayor velocidad.

Al inicio del espectáculo, los artistas fingen sufrir los vaivenes de un autobús.

Al inicio del espectáculo, los artistas fingen sufrir los vaivenes de un autobús. / CLAUDIA HERRÁN

Pero algo rompe la monotonía. Han encontrado un viejo radiocassette polvoriento, de aquellos enormes de los años 80 y lo ponen en marcha. En pocos minutos sonarán distintos temas, desde el Surfin Usa de los Beach Boys al Music de Madonna pasando por ritmos hiphoperos, guitarreros o más clásicos que les alegrarán el día. A continuación, las luces se apagan y se alumbran únicamente con unas linternas mientras siguen el ritmo de un canto tribal que interpretan al tiempo que intuimos sus siluetas.

En uno de los números, la única luz procede de sus linternas.

En uno de los números, la única luz procede de sus linternas. / CLAUDIA HERRÁN

El claqué y la felicidad

Una de las artistas saca de un rincón unos zapatos de claqué y dejan atrás sus deportivas blancas para calzárselos y hacernos una demostración de su dominio de esta técnica. Palmas y zapateado, en grupo o en solos con coros. Te hacen pensar cuánto deberán haber ensayado para poder sincronizar sus movimientos y la concentración necesaria para llevarlos a cabo. Suena la sirena y vuelven al trabajo. Welcome to the machine, que dirían los Pink Floyd.

Cada vez se les ve más a disgusto, resoplan y da la impresión de que están hartos y deciden liberarse. Se quitan el mono y lucen unas camisetas negras con las que bailarán, expresarán sus sentimientos con sus juegos con los pies y con las manos. Ahora son felices, se divierten, disfrutan juntos con su pasión por la danza. La sirena vuelve a sonar pero ya no le hacen caso y siguen a lo suyo con mayor intensidad. Hablan el mismo lenguaje y nadie les va a convencer de que lo dejen.

Cuando se han liberado de sus cadenas, la alegría se apodera del grupo.

Cuando se han liberado de sus cadenas, la alegría se apodera del grupo. / CLAUDIA HERRÁN

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Un grupo joven con vocación investigadora

Interferències es el nuevo espectáculo de La Banda Street Grove, un grupo nacido en el Centre Cívic Barceloneta a partir de la idea de The Ground Sisters, formado por Clara Martínez y Paula Farran con la intención de investigar nuevas imágenes escénicas, esferas rítmicas y lenguajes corporales. Completan el quinteto Marta Manotas, Guillem Ripoll y Adhara Jackson, todos ellos formados en diversas escuelas como la Memory o Coco Comín o con expertos en esta especialidad como Guillem Alonso.

Una imagen promocional de La Banda Street Groove.

Una imagen promocional de La Banda Street Groove. / CLAUDIA HERRÁN

Es una celebración de la danza a través de la música urbana, latina y africana, una fiesta de la coordinación, la energía, la alegría y el talento. En poco más de una hora, tras la que deben acabar agotados, nos han mostrado su entusiasmo por este arte y nos han hecho envidiar su habilidad. Y también nos han hecho llegar un mensaje, que hagamos lo que nos hace felices más allá de que tengamos que cargar con un trabajo que puede resultar agobiante, que disfrutemos… sin interferencias.