POR TU CARA BONITA

10 bares donde encontrar tapas gratis en Barcelona

Aquí no te dan platillos de alpiste, no. Estos 10 bares te regalan con la bebida pinchos gloriosos. Hasta gambitas por la cara

Tapas gratis

Tapas gratis / periodico

Albert Fernández

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Poco a poco, la bella tradición de regalar una tapa con cada bebida se filtra en Barcelona. Eso sí, encontrar bares que den un bocado en condiciones, y no el habitual plato de alpiste que da sed, es un tema más complicado. Como todo lo que da felicidad, los bares con tapas gratis son pocos y escogidos, por lo que te hemos ahorrado el trabajo de buscar 10 locales en Barcelona que las sirvan sin que tengas que pagar de más. 

1. Raspall

Samsó, 8

Nos gustan los bares donde pasan cosas. Lo más normal si entras en Raspall una tarde cualquiera, no te digo ya el fin de semana a la hora del vermut, es que encuentres el lugar abarrotado y bullicioso. No es para menos: estamos ante el único local de Barcelona comparable a esos paraísos de Salamanca o Granada donde puedes escoger una tapa gratis con cada ronda. Exacto: no solo tapa gratis, también a tu elección, de entre un repertorio que varía diariamente hasta alcanzar cerca de 30 bocados.

Por eso la costumbre ya establecida en esta bodega moderna es echarle una foto a la pizarra que da fe de todos los manjares, y sumar caras de indecisión sobre qué pedir con la bebida a cada rato. Mira mi foto del último día que estuve: ensalada alemana, brocheta yakitori, miniburguer con guarnición, fideuà con allioli, navajas a la plancha, huevos rellenos de espinacas y remolacha, taboulétzatziki… 

Bajo esas vigas azules y las bombillas de vidrio soplado, en Raspall se dispara el charloteo y la animación general, mientras por la barra van atracando más y más platillos de cartón con forma de barco vikingo. A la que te despistas, se acumula una verdadera flota cargada de viandas entre los vasos de caña y vermut. Tormund se agarraría una que ni en el epílogo de La larga noche de Juego de tronos

2. Casette Bar

L’Est, 11

No te lo creas, si quieres: te digo que en Cassette Bar ponen tapas gratis. ¡Y qué tapas! Es muy posible que conozcas este pub musical del Raval desde hace años, y siempre haya coincidido con tus noches de marcha y bailoteo, o con alguna cena antes de que empezara el dj. Lo que muchos no saben es que de martes a viernes, de 19 a 22 horas, y los sábados, de 21 a 22 horas, este fantástico templo retrofuturista te anima todas las consumis con un pincho glorioso. 

Sus propietarios, esa encantadora pareja que son Laura y Fabio, de León ella y de La Rioja él, tienen por costumbre traer cosas ricas del pueblo, como esos quesos de leche cruda que hace una familia que conocen. En su local recién reformado y cargado de alucinantes gadgets decorativos, como esa popular lámpara forrada de viejas cintas, todo son sorpresas: también las tapas. Así, puede ser que empieces con un poco de ese queso o cecina de la buena, pero a cada ronda la tapa cambia en un crescendo delicioso.

Te pueden tocar croquetas, unos huevos de codorniz que te hacen brillar los ojos, en invierno algún caldito o crema de calabacín y en verano gazpacho de cerezas. También hay días que hacen tortilla de patata o cualquier otro lujo que tengan a bien sacar de la cocina. Todo placeres analógicos. 

3. La Comparsita

Independència, 332

La esquina soleada donde se ubica este nuevo garito de tapeo es el secreto mejor guardado de El Clot. En sus escasos meses de vida, La Comparsita ha logrado atraer un desfile continuo de gente del barrio que ya tiene muy claro lo que es comparsitear (cañas + tapeo). Victoria y Marta, las responsables del local, le ponen muchas ganas.

Ellas y el resto del personal han logrado girar los alicaídos aires del viejo bar de toda la vida que había antes allí a un animado punto de reunión de aspecto balear, con ambiente joven y relajado. Ya sea en su cuco espacio interior abierto a la calle, o en alguna mesa de su terraza, lo más fácil es que si te tomas una, acabes repitiendo. 

Vamos con las tapas de regalo: empiezas con unas palomitas, pero con la segunda ronda ya pueden aparecer unas gambitas. Si os animáis, llegaréis a la pantalla de la ensaladilla rusa, y también hay opción de que caigan unos choricitos endiablados con ajos fritos, unas bravas, o pimientos del padrón.

Pero no nos engañemos: a estas alturas, quien más quien menos ha echado un vistazo a esa carta de platos mediterráneos y todos están de acuerdo en que lo mejor es quedarse a cenar sin prisas. De chill

4. Gata Mala

Rabassa, 37

En este reducto para sibaritas de lo corriente encaramado a una cuesta del norte de Gràcia se da una liturgia muy especial. Si no has reservado, casi siempre te toca esperar un rato en la calle hasta que queda sitio libre. El caso es que, mientras te lías un piti, improvisas otro tema de conversación o consultas el móvil, no puedes evitar ir echando ojeadas al interior, porque el ambientillo es de verdadera agitación y gustera.

Desde fuera es fácil anticipar que, más allá de las estrecheces del lugar, en la Gata Mala reinan unos niveles de humanidad poco comunes. Cuando por fin entras, la Lucy y la Trini, que ya antes te habían pedido que esperaras con un cariño superlativo, se dedican a repartir cañas y platillos con una sonrisa perpetua. Da igual lo a tope que esté el lugar, ellas nunca pierden el tono. Suena Down under de Men At Work mientras alguien en la otra punta canta algo que no tiene nada que ver.

Automáticamente te relajas, pese a tener que apañarte con medio palmo de barra. Todo se eleva a la enésima cuando llegan esas cañas espumosas acompañadas de una tapita-regalo de fuet, lomo, huevos de codorniz, bull blanco… En ese submundo que conforman la barra inoxidable, los taburetes de madera, la columna roja y el sinfín de dibujos en tiza, y cuadros y pósteres y postales, se establece un corredor de cortesía que demuestra que hay sitios donde el mundo puede ser un lugar mejor. Así, sí. 

5. El Pollo

Tigre, 31

Si esto fuera un noir patrio, al entrar sentirías que cualquiera puede ser sospechoso entre esa fauna de extras de Mortadelo que se embebe en el repiqueteo poderoso de las fichas de dominó estampándose contra mesas antediluvianas. Si no eres tan de Carvalho, tal vez no le veas muchos alicientes a la cosa, pero te aseguro que algunas tardes El Pollo alcanza un ambientillo joven y divertido.

La tapa gratis te la sirven únicamente con una cerveza concreta, esa con nombre de santo. ¿Qué sirven con el botellín? "Tortilla, lacón. Lo que haya del día", comenta el dueño mientras estruja la bayeta escrutando un horizonte que solo él ve más allá de la puerta del lavabo. 


6. La Alcoba Azul

Salomó Ben Adret, 14

Yo te las voy a contar por escrito y de carrerilla, pero te aconsejo que visites este céntrico paraíso para escuchar a su responsable, Pablo, explicarte con tono paciente y afable las genialidades que te obsequian con cada bebida en La Alcoba Azul: patatas acordeón, que ya por su corte Hasselback seducen al más despistado, y además van acompañadas con dos salsas caseras; pimientos rojos rellenos de queso de cabra y mermelada de flores; pollo satay con salsa de cacahuetes, o incluso calamares al curri.

Si ya solo esos platos conmueven, mejor no abundo en el resto de la carta y las cerámicas de ensueño en las que sirven. No dudes, lleva a quien ames a esta suerte de cueva-paraíso escondida entre las sinuosidades del Gòtic. Sus paredes de piedra, el parpadeo de las velas y ese antiguo pozo de agua lleno de monedas son como para cumplir cualquier deseo.


7. La Bocatería de Mitre

Ronda del General Mitre, 152

Aquí hay que estar muy vivo para pillar tapa. Verás: después de muchos años de dar alegrías al personal, los veteranos dueños de La Bocatería de Mitre han decidido colgar el cartel de traspaso por jubilación. Así que no fallemos al final de fiesta, que esto se acaba. Como otros sitios de Barcelona, en La Bocatería aplican la formulación madrileña de crescendo de poderío en la tapa con cada consumición.

A lo mejor empiezas con unas olivas, pero pronto te pueden llegar unas bravas, o pinchos de chorizo picante, atún con pimientos, butifarra blanca o chistorra. Más allá de las tapas gratis tienen bocatas con nombres tan sugerentes como kiki (pechuga de pollo, mayonesa, lechuga y tomate) y erótico (lomo con chorizo picante). No sé tú, pero a mí escribiendo esto ya me está rugiendo la barriga que no veas.


8. Bar Cal Chusco

L’Almirall Aixada, 15

Si te gusta la Barceloneta, este es tu sitio. Aquí lo mejor es pedir mesa y arremangarse para gozar de una paella en buena compañía, pero si estás de paso o esperando que te acomoden, lo vas a gozar también. Pides una caña o un quinto y la cosa no solo te sale barata, es que encima te llevas alguna maravilla extra al paladar. "Té, noi", me dice el señor con aire ajeno pero afable, mientras me regala una croqueta.

La ración podía haber sido lo mismo de jamón, queso, tortilla, o incluso una bomba o bravas. Todo casero, todo al momento. Cal Chusco es el típico sitio donde cuelgan abridores de la barra y a los clientes se les llama por su nombre. Mira, acaba de llegar Gaspar tropezando con la puerta.


9. La Xula

La Mare de Déu dels Desemparats, 18

A muchos les pasa desapercibido este local cuando descienden del alboroto de la plaza de la Revolució. Pero los que conocen La Xula prefieren guardar el secreto con tal de que su rincón predilecto del barrio no quede invadido. Así que te lo cuento a ti, pero no lo vayas explicando por ahí. Aquí manda la cocina creativa: por eso cuando pides una caña el camarero no te pregunta qué prefieres, simplemente te saca una tapa directamente de su dinámica cocina.

El resultado es un amplio rango de bocados que respetan dietas e intolerancias, y puede consistir lo mismo en un plato de carne rustida que en un cuscús recién hecho. Sí, puedes llevar a unos amigos. Pero ya sabes, chitón. 

10. Moll de Rebaix

Baluard, 84

Marinero, la jornada ha sido larga, pero has llegado a buen puerto. Moll de Rebaix es un sitio de esos por lo que no pasa el tiempo. Por suerte, la máxima se aplica también al precio del quinto, que sigue a 1,20 €. El camarero te saca el botellín de la nevera sin soltar el mando de la tele, mientras suena a toda castaña una versión OT de Chas y aparezco a tu lado.

Si es tu primera vez, es posible que te intimide el ambiente: el típico tío con gorra calada, piel cetrina y gesto de malas pulgas acodado a la barra, las paredes abigarradas con bufandas de fútbol y fotos viejas de actrices, y hombretones con aspecto milenario apoyando todo su peso sobre un barril mientras suspiran un sonoro "ayy".

Se te pasa toda la tontería cuando Paco, majísimo, te trae de regalo una ración de croquetas, buñuelos o patatas con olivas. Ojo, que el finde el sitio se pone a reventar con las migas andaluzas y el pescaíto. Por tu cara bonita.