DIVERSIÓN

Big Fun Museum: el museo del postureo

Abre el primer espacio donde te podrás fotografiar con una cobaya gigante, pasear por una casa al revés o levantar pesas con forma de donut. ¡Bienvenidos a Big Fun Museum!

Big fun: El museo del postureo

Big fun: El museo del postureo / periodico

Natàlia Queralt

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Vas paseando por la Rambla y, entre turista y turista, te parece ver a Deadpool marcándose un baile digno de tarima de discoteca. Tranquilo, no te has pasado con el vino: ahí está el antihéroe canalla de Marvel con su mono rojo y negro, y niños a su alrededor que se han aprendido la coreografía en tiempo récord. Los padres van detrás de los niños, que siguen dándolo todo con Deadpool y, allí mismo, dos reproducciones de los protagonistas de 'Toy Story', Woody y Buzz, dan la bienvenida al Big Fun Museum (Ramblas, 88-94).

Este museo de la diversión, inaugurado en diciembre, tiene ocho salas temáticas y una novena, el Museo de las Ilusiones, en el número 17 de la calle del pintor Fortuny. Podrás fotografiarte con cobayas, jamones y bragas enormes en La Casa del Gigante, presumir de haber caminado por el techo de La Casa del Revés y darle un poco de purpurina a tu 'feed' de Instagram si te pasas por el Sweet Museum, donde los unicornios, los helados de fresa y las golosinas de color rosa causan sensación entre los niños. "Laia, agárrate bien al donut y no te muevas, por favor", le grita una madre a su hija quien, antes de que haya disparado, ya quiere ver cómo ha quedado. "¿Se la podremos enviar a la abuela?".

Un cuarto de curiosidades

Por las escaleras mecánicas, se llega a la planta baja, donde se halla la sala de Récords y Maravillas del Mundo. Un cuarto lleno de curiosidades donde descubrirás qué aspecto tiene la civeta, el mamífero que se come los granos de café más caros del planeta que, una vez digeridos y expulsados, se vende por el módico precio de 1.000 dólares el kilo; cuánto miden las uñas más largas del mundo ('spoiler': no son las de Rosalía), o quién es el hombre más flexible de la Tierra, capaz de doblar su cuerpo hasta cuatro veces. Las explicaciones están en catalán, castellano e inglés.

En la misma planta están dos de las atracciones estrella: el Laberinto de Espejos y el Laberinto de Cintas, que triunfan entre los más pequeños. "Guantes de plástico y las manos al frente para no chocar", avisan antes de entrar en el primer laberinto, que genera ilusiones ópticas con la ayuda de luces de neón. "Debéis esperar a un adulto", recomienda el personal a dos niños que corren para entrar los primeros al laberinto. Sin las manos al frente ni el aviso del personal, el golpe está asegurado. En el Laberinto de Cintas no hay peligro de chichones, solo la posibilidad de experimentar un poco de claustrofobia si alguien no se siente cómodo en los espacios cerrados. 

Ni para claustrofóbicos ni para miedosos está pensado el Laberinto de Terror, donde no se permite la entrada a menores de 8 años y hasta los 12 se tiene que ir acompaño por un adulto. Huye si no te gustan los sobresaltos pero si eres de los que disfrutan pasando miedo, adelante: serás más que bienvenido en un túnel del terror que empieza en una recepción de hotel; quien escribe no tiene la menor idea de cómo acaba.

El oso más grande del mundo

Es importante llegar al museo con el móvil cargado. Si algo no se comparte en las redes es como si no hubiera sucedido. Así que, por favor, cámara,  morritos y acción. ¿Quién no quiere tener una foto de perfil levantando unas pesas con forma de donut o al lado de una reproducción de Grizzly, el oso más grande del mundo, que mide tres metros?  Adultos y niños lo pasarán excepcionalmente bien en las piscinas de bolas, donde las batallas, las cosquillas y, por supuesto, las instantáneas están aseguradas.