come, bebe y calla

Coctelea: 10 restaurantes para tomar buenas copas

Seleccionamos 10 establecimientos donde brindarás por unos buenos platos y unos buenos tragos

Coctelea: 10 restaurantes para tomar buenas copas

Coctelea: 10 restaurantes para tomar buenas copas / periodico

Patricia Castán / Ferran Imedio

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Se acabó eso de cenar y largarse en busca de un bar donde rematar la noche con un buen cóctel. Muchos restaurantes tienen una carta de combinados de nivel que te quitarán las ganas de soltar eso de «bueno, ¿qué? ¿vamos a tomar una copa por ahí?». ¿Ahí? ¿A dónde? En estos 10 establecimientos no tendrás que cortar el rollo y retomarlo en otro sitio porque podrás catar cócteles de campanillas.

1. La penúltima sorpresa de Sant Antoni

Benzina (Pasaje de Pere Calders, 6)

Donde antaño hubo un taller de coches y luego un restaurante, Benzina demuestra que la cocina en Sant Antoni funciona cuando se hace bien. Recetario romano con mayúsculas, precios amables, interiorismo que arropa y amor en cada plato han hecho despegar este proyecto que viaja a la gastronomía italiana en un ambiente neoyorquino, y bien regado. Reenamórate de la pasta (artesana) carbonara, de los 'calamari alla romana', de la 'stracciata' con cigala o de la 'tagliata' de buey antes de catar los postres caseros, entre los que figuran creaciones matutinas de la (bendita) madre del amo (Badr Bennis). Antes de que cierre a las 2.00 horas, y absortos ante su estupenda barra, hay tiempo para encajar un Magic Carpet Ride (reinterpreta el whisky sour) u otros cócteles inspirados en las canciones de su colección de vinilos originales de los 70 y 80, banda sonora del local.


2. Cócteles ecológicos

La Soperí (Rosselló, 197)

Este coqueto restaurante del Eixample podría llevar como lema una frase del tipo «Viva la cocina líquida», aunque sus dueños (la exbailaora de flamenco Naiara Núñez y Àlex Villena) han apostado por el de «cocina 'arte-sana'». Porque usan productos de proximidad y ecológicos en recetas resultonas elaboradas con mucho cariño. Pero les tira lo líquido, eso es evidente. Y desde el mismo nombre del establecimiento, que no engaña: sopas y cremas de toda clase y condición, con guiños a todas las gastronomías del mundo, pero adaptadas a la temporada (ahora que ha llegado el fresquito no faltarán las de setas). Además, cuenta con una carta de cócteles ecológicos porque usan alcoholes eco y artesanos, emplean miel de agave y azúcar panela como edulcorantes y solo añaden fruta fresca a los combinados. Núñez domina el arte de la coctelería porque había trabajado en La Ramona, en el Gòtic, y luego abrió una mezcalería en Eivissa.


3. 'The show must go on'

El mama y la Papa (Pasaje de Pere Calders, 2)

A este enorme, cuadrado y diáfano local de aires industriales y con un punto de sofisticación ubicado en Sant Antoni, se debe ir cuando cae el sol (sirven comidas los fines de semana). Porque es entonces, antes o después de la cena, cuando se pueden probar algunos de los cócteles que preparan en la barra de la entrada. Si cenas (la cocina se consagra a los platos de fusión internacional), podrás hacerlo sentado en tu mesa mientras asistes a un espectáculo que va amenizando la velada a base de música en vivo y alguna que otra acrobacia. Son tragos con 'show'.


4. Clásicos y con fruta 'eco'

Woki Playa (Paseo Marítim de la Barceloneta, 1)

Quien tenga nostalgia de vacaciones frente al mar, siempre puede acudir a este local de la Barceloneta, justo delante de la playa. Allí, podrá rematar un ágape a base de tapas y arroces elaborados con ingredientes de proximidad, frescos y en gran parte ecológicos con los cócteles de la carta. Es una propuesta sencilla, no muy extensa, como la misma barra que ocupa parte del establecimiento: los hay clásicos (mojito, negroni, old fashioned, caipirinha…), sin alcohol y alguna que otra mezcla marca de la casa como la piña Eco lada (un juego de palabras porque en esta piña colada se usa fruta fresca ecológica) y el Tribu Zombie, hecho a base de ron blanco y añejo, licor de plátano y un 'mix' de fruta de la pasión, lima y piña caramelizada.


5. Cuando lo 'fashion' está muy bueno

Nubar (Paseo de Gràcia, 53)

El imperio de ocio y gastronomía de Costa Este no concibe un restaurante si no destila diseño y espectaculares barras donde estirar la velada. El Nubar de paseo de Gràcia es un vivo ejemplo de ello y rompe el prejuicio de que en las mesas 'fashion' o en los ejes turísticos no se come (y bebe) bien. Como hermano pequeño del Nuba de la zona alta, repite interiorismo de Estrella Salietti agregando una terraza en plena calle. En los platos hay que sucumbir al recetario de Josemi Manzanal, que borda arroces y pescados de costa sin perder comba con la 'tagliata' de chuletón gallego o los ravioli con setas y 'foie'; además 'nigiris', 'uramakis' y 'osomakis', y 'tartar' variados. La digestión más feliz se remata con un buen trago en sus barras, abiertas hasta medianoche (de jueves a sábados, hasta las tres de la madrugada). A destacar su bar 'lounge', donde cualquier plato puede maridarse con cócteles de alto voltaje, como el Exotic Kiss con pisco y brandi (entre otros ingredientes) o el verdísimo Green Moment, con mezcal, licor de lúpulo, chartreuse, piña, miel de agave…


6. Mucho ambiente y mucho 'vintage'

Feroz (Tuset, 27)

En el número 27 de la calle de Tuset estaba el restaurante Tuset. Todo un emblema en la zona que hace algo más de un año fue sustituido por otro restaurante, Feroz, que también es coctelería en la que no faltan sesiones de 'disc jockeys' (abre de miércoles a sábados hasta las 3 de la madrugada). El ambiente de la zona invita a dar esta oferta cuya carta líquida nocturna corre a cargo de los padres de Ura, aquel restaurante-'lounge' que tanto triunfó en la plaza de Francesc Macià. Todo ello, con una decoración elegante, sobria y muy pero que muy 'vintage'. Para comer, siempre puedes pedir los platos que prepara el equipo de Grup Olivé (L’Olivé, Paco Meralgo, BarcelonaMilano, Barceloneta, Cañete) con la misma filosofía de apostar por materia prima de calidad y platos de mercado canónicos y sin virguerías.


7. Comer, beber, oír y fluir

Fismuler (Rec Comtal, 17)

De nuevo, un hotel (el REC) esconde en sus bajos un restaurante que no deja indiferente. Lo llaman «casa de comidas» y hablan de cazuelas con «fondo», pero con una estética nórdica y la consigna del buen rollo para sentarse a la mesa. Fismuler alía a varios extrabajadores de El Bulli, lo que garantiza técnicas de alta cocina y reverencia al producto, casi siempre de proximidad y con mucho sabor, una fórmula con la que ya convencen en Madrid. Así, tras encajar una tortilla de ortiguillas, unos garbanzos con ternera y cigalitas, una menestra de vainas verdes y otras joyas de una carta corta y cambiante, es hora de pasar a las copas con valor añadido. Por doble vertiente: música en vivo para caldear la velada y un mueble bar de excepción. Del 'limoncello' casero al 'Fismüleister' (versión propia con absenta macerada en hierbas), pasando por todos los alcoholes de la carta macerados al gusto del cliente y dispuestos como pócimas en una barra con clara función terapéutica…


8. Adictiva fusión intercontinental

Ikibana (Doctor Fleming, 11 y Paral·lel, 148)

Los dos restaurantes más espectaculares de Ikibana (con perdón del original del Born, pequeñito) presumen con motivos de casar como nadie los sabores de Japón con los de Brasil. Su adictivo repertorio de 'makis' y 'uramakis' encandilan a los jugadores del Barça y famosos internacionales que junto a la clientela local no pierden ocasión de devorar desde gyozas, ceviches y pescados salvajes hasta carnes de wagyu con sello propio. Pero antes o después de la cena, las barras de coctelería son de obligada cata, desde los brebajes más cítricos a los más rompedores, aptos para provocar la gula, para maridar con el ágape o para rematarlo. El de Sarrià tiene a su favor también una terraza jardín interior espectacular y una planta sótano con barras para acabar la noche sin prisas y rendirse ante un Ikibana Fusion (sake, ron, limón, maracuyá, jengibre, clara de huevo…), una de las tantas propuestas de autor entre las que resulta difícil elegir.


9. Jugando con los líquidos

The Alchemix (València, 212)

En The Alchemix te recibe una barra con un enorme mural repleto de pictogramas que se inspiran en las tablas que usaban los alquimistas. Es una declaración de intenciones, ya que aquí investigan y juegan con los líquidos pero también con los sólidos, sean platillos o 'snacks', aquí llamados 'alegrabocas'. El chef Sergi Palacín y el barman Ignacio Ussía, que trabajaron juntos en Gaggan (Bangkok), el mejor restaurante de Asia del 2015 al 2018, se unen en esta aventura para servir una atrevida fusión de cocina catalana y la asiática y unos combinados que igual se inspiran en países como Japón, India, México y Tailandia que en Sherlock Holmes. Si eres capaz de zamparte un 'mochi de capipota', no te costará nada acabar el ágape en plan 'La bella y la bestia' bebiendo de una taza al estilo señora Potts.


10. Delicado y señorial

Rilke (Mallorca, 275)

Los responsables de este restaurante recuerdan que el poeta alemán Rainer Maria Rilke fue sinónimo de un mundo delicado. Y por eso el ambiente de este establecimento, que ocupa un señorial principal del Eixample, también lo es. Hay molduras, hay terciopelos, hay cristaleras, hay jardín con escultura (una reproducción de la Venus de Milo), hay lámparas maravillosas... Y hay comida de la buena, de raíz clásica, elaborada por Jaime Tejedor (Saüc), al que asesora Rafa Peña (Gresca). Y también hay cócteles creativos, con la firma de Juan Serrano (41º), que ha hecho un combinado en homenaje a Beltxenea, el restaurante que ocupaba antes este espacio.