Turisteando

21 lugares para redescubrir Barcelona como un guiri

La ciudad está repleta de tesoros que solo parecen apreciar los turistas, que hacen miles de kilometros para visitarlos. No renuncies a ellos por tópicos que te parezcan

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Laia Zieger

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Hace poco, uno de estos artículos virales que se comparten en las redes sociales se titulaba "Sabes que eres de Barcelona si...". Lo curioso no era el encabezado, sino algunos de los condicionantes asociados: "1) No has ido nunca a la Sagrada Família; 2) Jamás te acercas a la plaza Reial; 3) No contemplas pasear por La Rambla, porque, horror, no se puede ni caminar". Mientras los turistas nos envidian por tener estos lugares, los barceloneses más bien renegamos de ellos culpando a la marabunta de guiris. Poco conocemos nuestros principales atractivos. ¿Y si nos dedicáramos a turistear por unas horas para descubrir la ciudad? Para ser un guiri más, este es el plan. 

1. DISFRUTA DE UNA JORNADA FAMILIAR EN EL PARK GÜELL 

(Accesos por la calle de Larrard, la carretera del Carmel, 23 y el pasaje de Sant Josep de la Muntanya)

"Creo que lo visité una vez con el cole", es una respuesta bastante habitual cuando se pregunta a un barcelonés por el Park Güell. Este espléndido monumento al aire libre de Gaudí, que atrae a masas de gente, permite dar un agradable paseo al aire libre y observar creaciones del famoso arquitecto como la Escalinata del Dragón, el Teatro Griego, la Sala Hipóstila, el Portal de la Lavandera y los Jardines de Austria, entre otros. Y una de las ventajas que tienen los barceloneses es que la visita puede ser gratuita si se apuntan en la Oficina de Atención Ciudadana. Un buen plan en familia. 


2. COMPLETAR UN 'ROAD TRIP'  EN EL BUS TURÍSTIC 

(Consultar paradas)

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Te retamos a nombrar a un solo conocido que haya hecho la proeza de subir -y contarlo- al famoso Bus Turístic que recorre la ciudad. Aquel del que todos los habitantes se suelen cachondear cuando sus pasajeros saludan con la mano, como si estuviesen en un safari. Pues es una manera divertida de hacer el guiri con amigos o en familia y matar dos pájaros de un tiro en un solo día. Porque este bus te llevará cómodamente sentado de un monumento a otro sin tener que cambiar de metro, caminar ni gastar un dineral en taxi o aparcamiento. Perfecto, pues, para descubrir en unas horas más de lo que seguro que habrás visitado en toda tu vida de barcelonés. Hay tres rutas disponibles, solo tienes que elegir cuál. 


3. PASAR UNA VELADA FLAMENCA EN EL TABLAO DE CARMEN 

(Dentro del Poble Espanyol -avenida de Francesc Ferrer i Guàrdia, 13-)

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Eso de que en Barcelona no hay toros ni flamenco no es del todo cierto. La ciudad cuenta con más de un tablao donde bailaores y cantaores se prodigan continuamente para dar respuesta a una demanda altísima por parte de los visitantes ávidos de una buena dosis de folclore 'made in Spain'. Una experiencia cultural interesante para quien quiera vibrar durante unas horas con esta combinación de taconeos imponentes y cuerdas de guitarra y voces sobrecogedoras. Y para vivir esta experiencia de forma aún más completa, pon rumbo al Poble Espanyol, este 'hotspot' guiri por excelencia que ahuyenta a los autóctonos cuando escuchan su nombre. Tras un paseo por varias calles de estilo andaluz, llegarás al Tablao de Carmen, te tomarás una copa y unas tapas en su patio interior y empezará el 'show'. Se puede convertir en un plan 'underground' para las tardes de fin de semana. Y te abrirá la mente a otro arte. 


4. SENTIRSE CULÉ EN EL MUSEO DEL BARÇA 

(Calle de Arístides Maillol)

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La popularidad del Barça es tremenda dentro y fuera de nuestras fronteras. Prueba de ello es que el museo del club culé siempre aparece en la clasificación de los tres lugares más visitados de la ciudad. Si eres fan del equipo azulgrana o quieres descubrir su historia, una tarde de visita a esta institución te irá de perlas. Irás de copas pero no beberás ni gota. 


5. DESCUBRIR Y REDESCUBRIR A GAUDÍ EN LA SAGRADA FAMÍLIA 

Máximo exponente de Antoni Gaudí, este templo concentra colas kilométricas quizá porque figura en todos los reportajes que hablan de "los lugares más bonitos del mundo que hay que visitar antes de morir". Subir a las torres y entrar en la basílica es una auténtica experiencia religiosa que, gracias a los coloridos vitrales y las inmensas columnas, suele dejar boquiabierto a los visitantes, sean de aquí o de allá. Y ya que estamos con Gaudí, La Pedrera, La Casa Milá, la Colonia Güell y la recién renovada Casa Vicens deberían ser de visita obligatoria dado que han contribuido al encanto y la proyección internacional de la ciudad. 


6. ATRACARSE DE MODERNISMO EN EL HOSPITAL DE SANT PAU 

Barcelona cuenta con el recinto modernista más grande del mundo, el Hospital de Sant Pau. Mitología religiosa presente en los detalles de la construcción, azulejos coloridos, patio repleto de plantas mediterráneas, lámparas, molduras y techos de líneas orgánicas e inspiradas en la naturaleza...No es necesario viajar a la otra punta del mundo para quedarse deslumbrado con este atracón de arte


7. COMER O CENAR EN EL RESTAURANTE ELS 4 GATS

(Calle de Montsió, 3)

Abierto en 1897 como una réplica del famoso cabaret parisina Le Chat Noir, este local del Gòtic era antaño lugar de encuentro de intelectuales, escritores, pintores y bohemios en general. Alrededor de sus mesas compartieron tertulia Pablo Picasso, Santiago Rusiñol, Ramon Casas...Hoy es un establecimiento que conserva su esencia tradicional en cuanto a decorado pero con una carta que, si bien tiene una gran influencia mediterránea, también incluye toques de fusión con las cocinas internacionales. 


8. IR EN BUSCA DE LA HISTORIA EN LOS BÚNKERS DEL CARMEL 

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Una de las mejores vistas que no solo permiten apreciar la densidad urbana desde lo alto, sino también la diversidad de cada barrio. Ideal para entender cómo se ha ido conformando la capital catalana absorbiendo lo que en su día fueron pueblos, cada uno con su propia personalidad y distribución arquitectónica. También es de interés histórico, ya que se trata de un vestigio de la guerra civil que quizá te animará a profundizar en lo que sucedió en aquella contienda, visitando, por ejemplo, los refugios del Poble Sec y de Gràcia. 


9. RECORRER LA AVENIDA DEL TIBIDABO

«En los años que siguieron a la publicación de 'La sombra del viento' se notó un pico de visitas por la zona por parte de barceloneses», recuerda María, que trabaja en una panadería de la zona. Buscaban el palacete Aldaya (en el número 32), que inspiró un escenario recurrente en la obra de Carlos Ruiz Zafón. Pero, como pasa con las modas, el aura del superventas se esfumó casi tan rápido como llegó y el barrio dejó de ser lugar de peregrinaje de los fans de la novela. ¡Qué pena! Porque la avenida del Tibidabo ofrece un agradable paseo donde apreciar los vestigios de la época dorada de principios del siglo pasado, con mansiones privadas que combinan estilos modernista, neogótico, medievalista, neocolonial y 'noucentista'. En lo alto de la avenida está la plaza del doctor Andreu, donde hay restaurantes con agradables terrazas y bares con impresionantes miradores que los extranjeros conocen y aprecian más que los locales. Ideal para un vermut dominical.


10. DAR UN PASEO POR LA RAMBLA 

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Con esta arteria de la ciudad no hay medias tintas. Mientras la mitad de los locales la odia, la otra mitad la adora y le rinde un culto nostálgico: todos tenemos en mente estos clichés de época en los que señores y señoras felices y luciendo sus mejores galas cumplían con elegancia y fervor el paseo dominical por esta avenida, solo interrumpido por una parada para merendar churros y un suizo en la granja La Pallarsa de la calle de Petritxol. Qué tiempos aquellos, sí. ¿Pero por qué no podríamos marcarnos un revival?


11. TOMAR UN CAFÉ EN LA TERRAZA DEL ZÚRICH 

(Plaza de Catalunya, 1-4)

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La terraza del Zúrich ha sido el punto de encuentro de varias generaciones de barceloneses, aunque hoy en día ninguno se aventura a sentarse en su terraza. Y eso que es amplia y ofrece unas vistas privilegiadas de este lugar donde confluyen la plaza de Catalunya, la Rambla y la calle de Pelai. No hay mejor mirador a ras de suelo para conocer la fauna cosmopolita de la ciudad. 


12. HACER UNA INMERSIÓN ARTÍSTICA EN EL MUSEO PICASSO

(Calle de Montcada, 15-23)

De toda la oferta artística de Barcelona –y es mucha–, el Museo Picasso gana por goleada con más de un millón de visitantes en el 2017. Esta institución cuenta con interesantísimas exposiciones efímeras dedicadas a las corrientes que exploró el maestro malagueño, a la huella que dejó en otros artistas y a colecciones privadas temáticas de su obra. Pero también destaca por contar con numerosas piezas de sus primeros años, que demuestran su enorme y muy precoz talento (véase, por ejemplo, el cuadro 'La primera comunión', pintado cuando tenía tan solo 15 años). Un museo que cualquiera debería visitar al menos una vez en la vida.  


13. BAÑARSE EN LAS PISCINAS MUNICIPALES DE MONTJUÏC

 (Avenida de Miramar, 31)

¿Recuerdas aquellas impresionantes imágenes de saltos de trampolín con Barcelona de fondo inmortalizadas durante los Juegos Olímpicos de 1992? Pues este lugar mítico para los fanáticos del deporte sigue abierto. Cada año puedes ir en julio y agosto. ¿Cómo perderse la oportunidad de darse un chapuzón con estas vistas a la ciudad?


14. VER, OLER Y TOCAR LA DESPENSA EN LA BOQUERIA

(La Rambla, 91)

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Cuando viajamos a Tokio, ponemos rumbo a Tsukiji, la lonja de pescado, y en Estocolmo no nos perdemos Östermalms. A su vez, los 'foodies' del mundo envidian nuestro magnífico mercado de La Boqueria mientras nosotros renegamos de él solo porque está lleno de guiris. Y, sin embargo, no hay mejor lugar al que acudir si eres gurmet y quieres encontrar la mejor materia prima, sea de kilómetro 0 o de algún país exótico. Porque en La Boqueria se puede encontrar absolutamente de todo. Sí, también un puesto de insectos comestibles. 


15. REMOJARSE EN LA PLAYA DE LA BARCELONETA 

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Ya sabemos que, entre los vendedores improvisados de cerveza y refrescos de cola, los camareros que te arrastrarían a su local, los carteristas y la multitud internacional, cuesta encontrarle atractivo a las playas de la Barceloneta. Y, sin embargo, habría que valorar más el lujo de contar con el mar y la arena donde extender la toalla a unas paradas de metro de casa. Quizá la mejor hora sea de buena mañana o al salir del trabajo. Para poner punto final a este momento, dirige tus pasos rumbo a las terrazas bajo el Hotel W, donde disfrutar de un cóctel contemplando el atardecer sobre el Mediterráneo. Si lo hacen los turistas, por algo será.


16. ADENTRARSE (Y TOMAR UNA COPA) EN EL BOSC DE LES FADES

(Pasaje de La Blanca, 7)

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El Bosc de Les Fades es ese lugar que todos los barceloneses conocen pero que poquísimos han pisado. Y con un decorado digno de película de fantasía, que emula un precioso y frondoso bosque encantado con cascadas y ruidos de animales silvestres incluidos. Merece dedicarle una velada. Por ejemplo, ¿para sorprender en una cita romántica?


17. SOBREVOLAR LA CIUDAD CON EL TELEFÉRICO DE MONTJUÏC 

(Avenida Miramar, 30)

Si quieres hacer turismo por la ciudad, un viaje en teleférico es casi obligatorio. Ofrece unas vistas espléndidas del 'skyline' de Barcelona y desde el mar te llevará a la cima de la montaña de Montjuïc. Un buen plan que los más pequeños de la familia disfrutarán a tope.


18. TOCAR EL CAPARAZÓN DE LA TORTUGA DE LA CATEDRAL

(Calle de Santa Llúcia, 1)

Seguramente habrás pasado millones de veces delante de este mítico lugar del Gòtic donde se esconde una diminuta tortuga de piedra. Y no te habrás dado ni cuenta. La encontrarás en el buzón de la Casa de l’Ardiaca, que se encuentra junto a la catedral y que a principios del siglo XX albergó el Colegio de Abogados. Fue entonces cuando el arquitecto Lluís Domènech i Montaner ideó esta peculiar obra de piedra donde el animal acuático convive con golondrinas y hiedra. Se dice que mientras la planta simboliza los enredos burocráticos, las golondrinas hacen referencia a la justicia y la libertad, y la tortuga... a la lentitud de la justicia. Un discurso que, al parecer, no hizo mucha gracia al gremio en la época. El escándalo fue olvidado con el paso del tiempo y hoy nos quedamos con que tocar el caparazón de la tortuga es garantía de buena suerte. ¿Quién no la necesita?


19. BUSCAR LA SOMBRA EN LA UNIVERSITAT DE BARCELONA 

(Gran Via de les Corts Catalanes, 585)

El recinto central de la Universitat de Barcelona, en pleno corazón de la ciudad, esconde dos espacios preciosos: el claustro y el jardín de Ferran Soldevila. Un pequeño oasis de tranquilidad y frescor en plena efervescencia urbana en el que perderse para leer tranquilamente o hacer una pausa.


20. SALIR DE FIESTA POR LA PLAZA REIAL 

¿Cuánto tiempo hace que no te has parado a tomar un café en una de las terrazas de la bonita plaza Reial? Uno de los espacios más amplios del estrecho Gòtic, que destaca por ser el único porticado de la ciudad, por sus altísimas palmeras y sus edificios de color ocre. Además, esta plaza está rodeada de bares, restaurantes y discotecas que animan una intensa vida nocturna.


21. VISITAR EL REAL MONASTERIO DE SANTA MARIA DE PEDRALBES 

(Baixada del Monestir, 9)

Más allá de no haberlo visitado nunca, mucha gente de la ciudad no sabe situar en el mapa dónde se encuentra este monasterio ni estimar su valor histórico. Este conjunto de construcciones de estilo gótico catalán que ha acogido a miembros de la comunidad clarisa durante más de 700 años destaca porque permite al visitante adentrarse en las diferentes dependencias de esta orden y, sobre todo, por su claustro, que vertebra el espacio y se considera el más grande del mundo.