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Dos hoteles estelares en la bahía de Sant Pol

En el Hostal de la Gavina podrás disfrutar de un icono del lujo hotelero, mientras que en Alàbriga Hotel & Home Suites alucinarás con su diseño y su tecnología

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Patricia Castán

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La casualidad dibuja una fantástica simetría desde el verano pasado en la bahía de Sant Pol. En un extremo, un icono del lujo hotelero de la Costa Brava con 86 años de solera. En el otro, la cara más vanguardista del alojamiento sibarita en la zona. Dos ubicaciones mimadas por las mismas aguas turquesa –en el podio de 'lo más' del litoral gerundense–, dos spas para extasiarse, dos gastronomías de altura y dos escapadas de ensueño. Pero un millón de diferencias para dibujar dos experiencias hedonistas tan cercanas y tan distintas, las que ofrecen el Hostal de La Gavina (plaza del Roserar, s/n. S’Agaró) y el Alàbriga Hotel & Home Suites (a unos cientos de metros, en la carretera de Sant Pol, 633. Sant Feliu de Guíxols).

Para empezar, el primero atesora un cliente fiel, y sin edad, mientras que el segundo seduce -en general- a un viajero algo más joven. La Gavina es sinónimo de Costa Brava, de tradición, de recuerdos que rememorar regularmente (o en grandísimas ocasiones), de reencuentro balsámico con el verano. Alàbriga invita a descubrir, alucinar con el lujo de diseño y la tecnología a tu servicio. Un ameno paseo a pie separa estos dos universos vacacionales.

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S’Agaró no sería lo mismo sin el hostal que en 1932 instigó el visionario Josep Ensesa i Gubert, tras hacer que su padre comprase unos privilegiados terrenos entre la bahía de Sant Pol y playa de Sa Conca. Con el arquitecto Rafael Masó i Valentí proyectó una construcción que armonizase con la belleza del entorno, de líneas bajas, con pórticos, terrazas y torres, a la que inyectaría en vena tapices flamencos, lámparas de murano y tallas románicas, entre otros tesoros.

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Un estilo único que a día de hoy se destila en cada una de sus 74 habitaciones, la mayoría con terraza. En algunas predomina el carácter autóctono, con paredes blancas y 'volta catalana' en sus techos; en otras, mobiliario clásico a destajo y de distintos periodos. En esencia, se dibujan estancias de los estilos clásico, isabelino o imperial, con 'suites' familiares que se pueden conectar. La joya de la corona es la 'suite' real, de estilo Luis XV, con un busto de madame Pompadour y jarrones de Sèvres.

DENTRO Y FUERA

Y aunque en La Gavina uno pueda sentir el tiempo detenido, las tareas constantes de conservación y mantenimiento garantizan su buena forma. Este 2018, por ejemplo, la familia Ensesa ha reformado cinco habitaciones de la planta baja, el salón de la chimenea, el salón de lectura y los bufets de desayuno de la sala Villa d’Este, que ganan en funcionalidad. Al huésped relajado le costará elegir entre esos interiores donde perderse con un buen libro y una copa en la mano, y las carismáticas terrazas de la entrada y de la piscina, donde sentir la Costa Brava por todos los poros de la piel y la calma que insufla toda la urbanización Masó, a la que en su día el escritor Josep Pla definió como de «confort espiritual».

Dio en la diana, porque esa sensación es la que lleva a muchos clientes –locales y foráneos– a echar el ancla al llegar el buen tiempo. Alojamiento aparte, el hostal de cinco estrellas gran lujo es pura tentación también para el paladar, en tres niveles. La vía más informal es la terraza La Gavina –estrena carta de Romain Fornell–, que abarca tragos y cócteles, tapas, platillos, ensaladas... Le sigue el restaurante Garbí, junto a la piscina, con una gran pérgola en el exterior y una solvente oferta de pescados, carnes y aplaudidos arroces. Por último, la opción más elegante e íntima se sirve en el gastronómico Candelight by Romain Fornell, en un ambiente  clásico y a la luz de candelabros en su interior, aunque en cuanto hace buen tiempo las cenas se concentran en un coqueto patio interior. Allí se disfruta del hermanamiento de la alta cocina francesa y la catalana, con el plus de más de 200 referencias de vino y un servicio de esos que ya no quedan.

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/4\/3\/1527696081134.jpg","author":null,"footer":"Interior de una de las habitaciones del Hostal de La Gavina."}}

El bucle se cierra con un  carismático bar de paredes y techos de madera, como un barco, al que Ava Gardner, Ernest Hemingway, Liz Taylor y Sean Connery, entre otros, aportaron glamur.

La antítesis estética la brinda el otro alojamiento estrella de la zona, el Alàbriga Hotel & Home Suites, donde todo es diseño, domótica y lujo del siglo XXI.

El edificio, inspirado en un yate anclado en la costa a la que se asoma, fue proyectado por el arquitecto  Aryanour Djalali, y desde sus terrazas acabadas en bambú uno se puede sentir casi navegando. El paisajismo de Artur Bossy completa esa relajante simbiosis con el mar y la geografía de la zona.

COMO DESDE UN YATE

De puertas adentro, se respira lujo contemporáneo, materiales nobles y electrodomésticos de alta gama que visten sus 29 'suites', porque aquí se intenta que el cliente se sienta en casa más que en un hotel de lujo. Puede cocinar o hacer que le cocinen, descansar o divertirse cuanto quiera... El Alàbriga Sea Club situado a sus pies ofrece muchas posibilidades de acción. Como 'beach club' diurno (en su piscina 'infinity' y solárium con música en directo y la coctelería de Manel Vehí) y como 'night club', con una potente agenda de dj para esta temporada.

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También la gastronomía brilla, firmada por el chef Paco Pérez y en triple opción: del gastronómico Terra, al Garden o el Sea Club, donde comer al fresco. Pero si algo despunta en este reino es el servicio de mayordomía que hace posible casi cualquier requerimiento del huésped. Y la oferta de caprichos extra a la carta: desde un yate a entretenimiento infantil, eventos personalizados, 'personal shopper'... y muchos deseos más. 

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