LOCAL CAÑERO

Psycho, el bar de las bandas de rock

El local del Poble Sec es punto de encuentro de fans, grupos y artistas que acaban de tocar en Barcelona

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Xavi Sánchez Pons

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En Poble Sec hay uno de los pocos bastiones rockeros que resisten en la cada vez más gentrificada y menos sorprendente Barcelona. El Psycho lleva seis años batallando como bar y como club de Rock & Roll, y lo hace ajeno a tendencias pasajeras. Un oasis de autenticidad que lo convierte en el sitio de peregrinación obligado para los fans del género y para los grupos que pasan a tocar por la ciudad. 

Esta pequeña anomalía rebelde situada muy cerca del Apolo –es ideal para hacer la copa previa y posterior a los conciertos de la sala de Nou de la Rambla–, es el sueño hecho realidad de Charly Ramirez, un corredor de fondo de la escena musical barcelonesa.

Primero como disquero en la desaparecida tienda Overstocks de la calle de Tallers y luego como promotor en To Be Confirmed Produccions, ha estado siempre al pie del cañón. El paso a tener un bar musical fue algo natural. «En Barcelona siempre ha habido una falta de bares y clubs de Rock & Roll, pero esa no fue la razón por la que puse en marcha Psycho –dice–.

La pulsión que me llevó a hacerlo fueron las ganas de construir un espacio en el que se disfrutara del rock de la manera más abierta posible y tocando todos sus palos: funk, soul, garage, grunge… La grandeza de Psycho es que nuestro público es variado: vienen punks, mods, moteros, heavies, turistas…». 

ANÉCDOTAS A TODO RITMO

El corazón de este pequeño local, con base en el calle de Piquer y que toma su nombre de una canción de The Sonics, es la música que se escucha. «La gente que habla de Pyscho lo primero que comenta son las canciones que han sonado en este bar. ¡Y me parece fantástico!», exclama Ramirez. «Me han llegado a decir cosas como: ‘Hace 20 años que no escuchaba esa canción’. Es como cuando trabajaba en la tienda de discos y me pedían que les descubriera y recomendara a artistas», añade. 

Pyscho tiene como segundo nombre Rock & Roll Club Barcelona, pero también podría ser conocido como el lugar al que van los grupos después de tocar en la ciudad condal. Su barra y sus paredes, llenas de pósteres y fotos, han sido ojeadas por un montón de bandas.

«Helmet, Jon Spencer Blues Explosion, The Bellrays, Lagartija Nick, Neurosis…», recuerda así, a bote pronto. «Moby también ha estado en Pyscho y me dijo que era el bar que más le había gustado de todos los que había visitado durante esa gira. Y se llegó a hacer una foto conmigo», cuenta, sonriendo.

Más anécdotas relacionadas con músicos de renombre: «Cada vez que Ramón Rodríguez (The New Raemon) toca en la Sala Apolo, siempre dice: ‘después del concierto, todos al Psycho’. Y, claro, esa noche se desborda el bar de gente. Y hay otra antológica: el año que The Replacements vinieron a tocar al Primavera Sound, su bajista, Tommy Stinson, se pasó por el Psycho y así, de primeras, no lo reconocí. Me pidió una botella de Jack Daniels y una camiseta del bar, y luego se señaló a sí mismo en un póster del grupo que tengo colgado en una las paredes del local. Me dijo, riendo: ‘Ése de la foto soy yo’».

UNA CALLE COMO LA DE MALASAÑA

El establecimiento con base en el barrio de Poble Sec lleva ya seis años en marcha, un hecho casi milagroso en una ciudad donde el rock, que no sigue las tendencias, tiene un culto minoritario. Ramirez estaría encantado de tener más competencia.

«Psycho tiene su propia personalidad –subraya– y no me importaría tener competidores. Me siento muy cercano a la filosofía del Barbara Ann –legendario bar de garage y power pop a tiro de piedra del Bikini que aún lucha para no desaparecer–.

Y va un poco incluso más allá: «Sería una idea estupenda hacer una calle en Barcelona como la de Malasaña».