NIPONÍZATE

La revolución de los cuencos

Momo Barcelona, un pedacito de Japón en medio del Gòtic, donde abundan los farolillos de colores y los boles de cerámica

LOS MÁS DEMANDADOSLa vajilla de cerámica, los gatos de la suerte y, por supuesto, los farolillos son los artículos más vendidos.

LOS MÁS DEMANDADOSLa vajilla de cerámica, los gatos de la suerte y, por supuesto, los farolillos son los artículos más vendidos. / RICARD CUGAT

NATÀLIA QUERALT

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En una de las callejuelas laberínticas del Gòtic, detrás de la plaza de Sant Jaume, se encuentra un establecimiento de difícil acceso donde dos 'maneki-neko' con el puño alzado saludan al entrar. No se trata de un reducto comunista de los nietos de Mao Zedong en Barcelona ni de una célula bolchevique nostálgica del siglo que cumple este año la Revolución de Octubre: esto es Momo Barcelona, un pedacito de Japón en la ciudad.

Cómo llegar hasta este templo de culto nipón es parte del encanto y del misterio del local. Con el añadido de que su propietaria, Kaori Takahashi, no ha puesto letrero alguno. "Aquí la mayoría de clientes nuevos llegan porque se han perdido", explica Takahashi con una sonrisa. Y, para complicarlo aún más, hay un restaurante de tapas que también se llama Momo en la calle de Avinyó, por lo que se debe prestar especial atención a la hora de introducir la dirección en Google Maps, no vaya a ser que en lugar de llegar a la tienda de farolillos de colores, uno termine comiéndose unas bravas rodeado de turistas (quizás también sean japoneses).

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Kaori Takahashi nació en la ciudad nipona de Kobe, famosa por su carne de wagyu, y lleva más de dos décadas en Barcelona. Dice que vino por amor y, aunque esta jugada no le salió precisamente bien, montó una maravillosa tienda de auténticos artículos japoneses en la ciudad. Desde los clásicos farolillos de colores que cada vez iluminan los comedores de más barceloneses, pasando por los 'omamori' (amuletos hechos de tela y bordados a mano que protegen a quien los lleva), hasta cuencos de cerámica japonesa pintados uno a uno. Fue precisamente la falta de estos últimos la que inspiró en gran medida la creación de la tienda.

¡VIVAN LOS BOLES!

"Cuando llegué a Barcelona y empecé a cocinar platos japoneses me di cuenta de que la mayoría de las piezas de la vajilla eran de cerámica blanca", recuerda Takahashi, a quien no le terminaba de convencer poner la salsa de soja en un plato hondo de porcelana pensado para la sopa de fideos. "Así que decidí solucionar el problema yo misma, ya que en la cocina japonesa el arroz se come en un bol de tamaño medio y, evidentemente, la salsa de soja se sirve en un cuenco pequeño e individual", añade. Además, cuando abrió la tienda constató lo que ya sospechaba: ella no era la única persona que echaba de menos la riqueza de la vajilla nipona. "Muchos clientes me comentaron que llevaban años buscando cerámica japonesa auténtica", asegura Takahashi, que bromea con la idea de ser ella con su pequeño negocio una de las principales importadoras de cerámica nipona en la ciudad.

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Pero como todos los comienzos, el de Momo Barcelona no fue fácil. "Hace veinte años, la gente que entraba en la tienda no conocía la mayoría de productos y yo, como si fuera guía turística, les hacía un recorrido explicando cómo se utilizan los hashi –palillos para comer– o para qué sirven los 'omamori'", recuerda Takahashi. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces, gracias al 'anime', a los cómics manga, y sobre todo, al 'boom' de la gastronomía japonesa. No nos engañemos: hoy en día, todo el mundo mira mal a aquel amigo que no sabe cómo comer con los palillos y se le cae el nigiri de salmón en el restaurante.

Así que, si de momento pagar los 600 euros que cuesta el vuelo hacia Tokio no entra en tus planes (o posibilidades), sumergirse en Momo Barcelona, podría ser una maravillosa opción para empaparse de la esencia del país del Monte Fuji. Además del indiscutible valor histórico de la tienda, como artífice de la revolución de los cuencos nipones en la ciudad.