besos y cañas
12 historias de amor y barras
No se conforman con compartir almohada y sueños. A estas parejas las encontrarás en locales de todo tipo derrochando cariño (también hacia los clientes)
Desoyendo todos los consejos, se casaron (unos de verdad, otros solo en sentido figurado) y también se embarcaron. Estas doce parejas comparten su vida y además su trabajo, que a menudo se convierten en lo mismo. Lejos de verlo como un inconveniente, todos coinciden en lo mismo: trabajar con tu compañero es multiplicar las fuerzas por dos. Y aunque dicen que a veces la confianza da asco, todos ellos forman unos equipos imbatibles.
El amor está servido.
1. Akashi Gallery
Rosselló, 197
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Un rincón del Japón rural
A este japonés y esta catalana todo el mundo les decía lo mismo: «Si habéis viajado 365 días en una caravana, lo de trabajar juntos estará chupado». En el 2010, Toru Morimoto y Tina Bagué, fotógrafos, condujeron 42.000 kilómetros por la parte más rural de Japón. La aventura, un año más tarde, la resumieron en un libro. Y en el 2012 abrieron una galería de fotografía donde, además, sirven tapas japonesas caseras. El Akashi es un homenaje a las acogedoras tabernas y teterías que visitaron. Es un taller de artista y, a la vez, un lugar cálido -con jardín interior incluido- donde disfrutar del espíritu y el sabor del país nipón. Imprescindibles las gyozas hechas a mano o la caballa marinada.
2. El Petit Brot
Doctor Dou, 10
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Comida crudivegana con fundamento
Zumos vivos prensados en frío y batidos de superalimentos. Puede parecer otro lugar más que se apunta a la moda de la alimentación crudivegana, pero no. El Petit Brot nace del cambio de vida de la catalana Laura Albors y del checo Ales Turay. Se conocieron estudiando en Belfast y juntos se hicieron una pregunta: ‘¿Qué necesita nuestro cuerpo para alimentarse bien?’. Se han convertido en unos expertos en la materia y comparten su estilo de alimentación sin hacer juicios morales y sin intentar convencer a nadie. Todo lo que ofrecen es ecológico, saludable y sostenible. Desprenden ilusión y profesionalidad. El proyecto es tan especial para ellos que abrieron el local el día de su aniversario.
3. Rufián
Nou de la Rambla, 123
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La segunda casa de Oliver y Deryck
En medio de una cita con un chico, Oliver se cruzó con Deryck. Tras el flechazo, lo tuvo claro y dio un plantón en toda regla. Esa noche la pasaron juntos y ya no se volvieron a separar nunca más. Hace quince años que estos venezolanos comparten su vida y ahora también su trabajo. Es tan fuerte lo que les une que el Rufián, su bar, es una extensión de ellos y de su casa: mismas obras de arte, mobiliario –'vintage'– similar, y hasta una pared con recuerdos de la pareja. Incluso sus perros (es un local 'dog friendly') corren por allí. Y, como ellos, el espacio es hogareño y desenfadado. Hacen uno de los mejores sándwiches de pastrami de la ciudad y organizan un vermut musical de referencia.
4. Celler Ca La Paqui
Sant Joan de Malta, 53
El de toda la vida
Paqui es tan exigente –ella dice que quisquillosa– que cada día limpia las anchoas del Cantábrico minuciosamente, con unas pinzas de depilar. Con el mismo amor prepara los molletes de Antequera con pringá, las habitas con gula y huevo frito y los boquerones en vinagre. Le gustan las cosas bien hechas, igual que a Juan, su marido. Y es por eso por lo único que discuten: porque todo esté perfecto. Esta andaluza y este catalán llevan más de treinta años al mando de una bodega de barrio que respira ambiente de familia. La conservan tal cual y ahí reside su encanto. Solo han ido añadiendo fotos de sus hijos, de sus nietos, y una bandera del Betis. Ah, y son tan currantes que solo cierran los domingos por la tarde y el día de Navidad.
5. Makinavaja
Carretes, 51
Templo de risas y respeto
Cuando se vieron la una a la otra bailando en una discoteca, supieron que aquello iba a ser el inicio de algo importante. Merche, sobrina del dueño, Leandro, es una mujer enérgica dónde las haya; y Patri, su sombra en el Makinavaja, también. Hacen sentir bienvenido a cualquiera, sea hetero, gay, lleve rastas, o traje y corbata. Muchos de sus clientes son ya sus amigos y, como si de un altar se tratase, les tienen dedicada una pared llena de polaroids. Con ellos comparten bromas, risas y unos vermut-rock los sábados por la mañana que son ya insignia del barrio. No faltan las albóndigas, la carne en salsa y otras tapas caseras.
6. La Javanesa
Joan Gamper, 12
Cócteles inspirados por Serge Gainsbourg
Se conocieron en la tele, pero David Carabén y Flora Saura se podrían haber conocido en un bar, territorio que sienten como su casa. El líder de Mishima siempre fantaseaba con abrir un local, y la periodista trabajó en uno. La Javanesa, título de una canción de Serge Gainsbourg, es una coctelería pensada hasta el detalle: luz, mobiliario, selección musical… No podía faltar el piano y la música en vivo en el proyecto del mediático tándem, a quienes se suma como socio Zico Judge. Preparan una carta de cócteles propios entre los que ya destaca uno, el 'Dispara y apunta', hecho a base de mezcal, infusión de piña, cinco pimientas, aguamiel y picante.
7. Alkimia
Ronda de Sant Antoni, 41
El proyecto definitivo de Vilà
Entre lo que quieres hacer y lo que eres capaz, hay una distancia. Eso es lo que dice Jordi Vilà que, junto a Sonia Profitós, ha acortado ese trecho para abrir el nuevo Alkimia, su restaurante de alta cocina, el definitivo. Visión, madurez e ilusión son los ingredientes de este proyecto en el que hay un protagonista claro: la cocina de mano, en que la mejor materia prima –que buscan directamente donde se produce– es tratada como objeto de artesanía. La mano, además, se proyecta en varios espacios del restaurante y simboliza también la amistad y el contacto humano, algo que cuidan religiosamente.
8. Tofu Catalán
Aribau, 119
El capricho de dos japoneses
El despertador de Tateo Shimizu suena cada mañana a las cinco. Poco antes de las seis ya está en la cocina de Tofu Catalán, preparando su producto estrella: el tofu fresco. Este periodista de Tokio tenía claro que quería vivir en Barcelona, pero sin renunciar a comer algunos de los alimentos más tradicionales de Japón, así que decidió que él mismo los prepararía. Junto a su mujer Michiko, siempre sonriente, vende desde soja fermentada hasta sushi y otros platillos para llevar. Han conseguido convertirse en un sitio de visita obligada para vegetarianos, veganos y amantes de la comida japonesa.
9. Sofrito Bar
Radas, 67
Fusión y sabor en el Paral.lel
Como el mítico disco de Mongo Santamaría, Sofrito es una mezcla de muchas cosas: música, gente y sabores. La sazón venezolana y la comida latina –con opciones veganas– en forma de raciones para compartir, forman la carta de este cálido lugar. Roxana Dunia y Leonel Rojas llevan 17 años juntos y forman un equipo invencible. Son de Venezuela, pero han vivido en Menorca y Jaén, donde tomaron la idea de servir una tapa gratis con cada bebida (los miércoles). Son unos auténticos melómanos. Cuidan el hilo musical tanto como las fiestas que organizan, en las que presumen de ser unos divertidos y simpáticos anfitriones.
10. Cassette Bar
L'est, 11
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Uno de esos sitios auténticos
Una leonesa y un riojano estudiaban inglés, trabajaban como camareros y compartían habitación. Y pasó lo que tenía que pasar: se enamoraron. Ya como pareja, en Barcelona, Fabio y Laura abrieron el local que siempre habían soñado: un bar musical, con buenos cócteles y con una tapa de queso o cecina gratis. Su tierra, presente. Ahora, con una carta nueva cada semana y más amplia, es raro ir al Cassette Bar y encontrarse solo a uno de los dos. Juntos –siempre– pintaron, lijaron la barra, decoraron las paredes y recopilaron las decenas de cintas de casete que les traen sus clientes, que ya son amigos. La lámpara hecha con algunas de ellas es ya todo un emblema.
11. Granja Plaza
Pintor Fortuny, 26
Sentirse «en casa»
En medio de un ataque de tos, Susi conoció a Xavi. A los veinte minutos, este entonces jovencito del Raval volvió con unos caramelos de menta. De eso hace 24 años. Ahora son la cocinera y el 'barman' de 'La Grangeta', como le llaman los clientes, con quienes tienen hasta grupo de Whatsapp (son 40). Además de preguntarle a Susi por los platos del día, también se felicitan en los cumpleaños y se envían 'memes'. Comerse un bocata o un menú en este oasis de turistas es estar en familia. Los fieles entran a saludar hasta la cocina y se despiden de 'El Óscar', un pez que lleva nueve años observando al personal.
12. Délices de France
Muntaner, 443
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Exquisitez y buen trato
Cuando a Juan Gómez, el 'maître', se le olvida añadir el nombre del comensal en la comanda, Rosa Serrano, su mujer, le riñe. Esta chef prepara el suflé de queso, la sopa de cebolla o el 'steak tartare' con el máximo cariño y a gusto de cada consumidor. Llegó al restaurante en 1992. Juan, en cambio, conoce el restaurante desde los inicios (1966): sirvió a la 'Gauche Divine' barcelonesa de los 60 y 70, y ha visto pasar a tres generaciones de clientes. Él, Rosa y su hijo Sergio, el 'sumiller', son el claro ejemplo de la gentileza y el buen hacer. Han aprendido el oficio trabajando y son tan campechanos como exquisitos. Este año celebran 50 años de historia.
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