ESCAPADA ENOTURÍSTICA

Dormir entre viñedos y cavas

La Cava&Hotel Mastinell dibuja una escapada redonda en el Alt Penedès a golpe de brindis y durmiendo en una joya arquitectónica que emula a las botellas en rima

Cava&Hotel Mastinell

Cava&Hotel Mastinell / periodico

Patricia Castán

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A cualquier fan del cava se le acelerará el pulso (y se pondrá a salivar) en cuanto se acerque a este singularísimo templo del brindis, donde el oro líquido y burbujeante no solo corre entre copas y catas, sino que ha inspirado pernoctaciones únicas que encandilarían a la mismísima Angela Channing y le harían renegar de su Falcon Crest. La experiencia es tan intensa y ligada a la tierra que la Cava&Hotel Mastinell se ha llevado el premio de la Generalitat al mejor alojamiento de enoturismo de Catalunya del 2016. 

Este edén de viñedos y hormigón sorprede por su milagrosa armonía, ya que la mano del hombre ha trazado las cavas y el hotel rindiendo culto a la cosecha y la bebida estrella de la zona, en pleno Alt Penedès. La arquitectura del establecimiento se inspira en las botellas en rima (en posición para su segunda fermentación) y desde cada una de sus 12 habitaciones con nombre de variedades de uva, las camas enfocan a enormes ventanales sobre las vides. La cubierta se corona con un guiño al trencadís gaudiniano.

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 Al territorio Mastinell se suele llegar motivado: para probar in situ sus cinco variedades de cava (Carpe Diem acaba de ser medalla de oro del Challenge International du Vin), para adentrarse en un edificio galardonado por su arquitectura e interiorismo, o para darse un homenaje gastronómico. Un mix que se aúpa con matrícula de honor en las webs de alojamientos.

Con menos de tres años de vida, es lugar de relax y atardeceres multicolor (según la estación) de muchas parejas de barceloneses de fin de semana y viajeros de todo el mundo atraídos por la creciente fiebre del enoturismo catalán. Un argumento añadido puede ser la Fira del Gall que acoge Vilafranca del Penedès este fin de semana.

TRATO CERCANO Y MUCHO SABOR

Pero no sería lo mismo sin esa cierta humildad que acompaña al proyecto, con un trato próximo y personalizado, donde sus cinco estrellas hoteleras se traducen en precios asumibles: habitación desde 180 euros con desayuno y botella de cava; 'pack' de enoturismo que agrega una cena para dos en el Espacio Gastronómico En Rima y visita guiada a las cavas  habitación, por 269; o cena degustación de siete platos con maridaje de vinos y cavas -sin límite- por 45 euros por persona, una factura impensable en Barcelona. 

La inmersión, idónea para buenos bebedores o tortolitos, se moldea al gusto de cada visitante: rutas en bicicleta entre viñedos, hípica, baños de vinoterapia en la propia habitación, catas personalizadas... 

Una copa de Brut Real da la bienvenida y pone en situación, mientras la visita guiada ilustra hasta al neófito sobre las virtudes de la producción limitada, la vendimia manual, los nuevos procesos con la prensa de gas inerte, las señas de sus reconocidos cavas (reservas y grandes reservas con entre 36 y 72 meses de crianza), sus cinco vinos o la mano mágica del enólogo Alan Yavel...

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