Arte

El compromiso de Guerrero Medina

El pintor andaluz afincado en Catalunya es una de las grandes apuestas de la temporada de la Fundació Vila Casas

'Camino de exilio'. Esta del 2001 es una de las dos obras de gran formato que adquirió el Museu d'Història de Catalunya

'Camino de exilio'. Esta del 2001 es una de las dos obras de gran formato que adquirió el Museu d'Història de Catalunya / periodico

Sonia Gutiérrez

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La figura humana es uno de los motivos principales de José María Guerrero Medina (Jaén, 1942), que le sirven para representar su mundo interior y exterior. Sus personajes, de una gran fuerza expresiva, son el eje central de una exposición que acoge la Fundació Vila Casas hasta el 24 de mayo. 'Guerrero Medina. Mi compromiso' pretende, como su nombre indica, dejar patente el compromiso del artista, un compromiso social, pero que va más allá. En palabras del propio autor: «El mayor compromiso es conmigo mismo y con el arte».

La exposición repasa cuatro ámbitos. Comienza con los 'Fragmentos de la memoria', serie que comenzó hace 30 años y en los que, a partir de una hoja en blanco, el artista dibuja una línea sin saber qué va a salir. Es un proceso automático, que permite conocerse mejor a uno mismo, explica el pintor. A partir de esos primeros dibujos, pinta los óleos, con una técnica más elaborada. El segundo apartado, 'Arte-denuncia', recoge obras antifranquistas de los años 60 y 70, que conmueven por el mensaje y por la forma. «Me interesan la idea y lo plástico, si solo estuviera la idea, sería un panfleto», dice Guerrero Medina.

Uno de los ámbitos más destacados es el del exilio republicano, temática que surgió a partir de un encargo del Museu d’Història de Catalunya y en el que acabó volcado. Personas derrotadas, sin libertad, nubladas por el dolor... conceptos que trascienden de la posguerra civil y los hacen intemporales.

El último ámbito expositivo es 'Pintando a Velázquez', serie que considera cerrada. Ahora, Guerrero Medina, afincado en Catalunya, sigue trabajando en 'Fragmentos de la memoria' y, de vez en cuando, en paisajes que se toma como un «goce», un descanso entre las figuras que siempre le acompañan.