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'La revelació 1.0': ¿Quién se acuerda de Wikileaks?

Esta obra nos recuerda que la verdad, en esta sociedad, no está a la orden del día

Escena de 'La Revelació 1.0', en el Tantarantana.

Escena de 'La Revelació 1.0', en el Tantarantana. / periodico

Aída Pallarès

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Censura, libertad de expresión, filtración de información, ‘fake news’. Mercantilización de la vida, algoritmos a diestro y siniestro, capitalismo de la vigilancia. ¿Quién tiene el poder? ¿Quién diablos tiene el poder? Gobiernos, grandes corporaciones, medios de comunicación. Y el gigante de Google acechando, controlando. Pero la gente, ay, la gente. La gente no se da cuenta del poder que tiene. ¿O quizá sí?

Año 2016. El director Jorge Yamam-Serrano y la periodista Neus Molina se encuentran en un piso del barrio del Poble Sec. Quieren hablar de qué significa decir la verdad. Qué implica, qué consecuencias penales y sociales tiene. Empieza un año de entrevistas: Gonzalo Boye, Simona Levi, Davide Dormino, Amnistía Internacional y un largo etcétera. Quieren hablar de Julian Assange, de Edward Snowden, de Chelsea Manning. Adentrarse en el universo Wikileaks que, quién lo iba a decir, no es tan perfecto como parece porque no filtra ni edita los documentos. 

Poco a poco, Serrano empieza a trazar una historia. Un relato que une las historias de los tres alertadores con el periodismo y la libertad de expresión. El resultado, que se puede ver en el Tantarantana hasta principios de diciembre, se llama ‘La revelació 1.0’ y es, ya me perdonaréis el tópico, de una necesidad aterradora. Lo primero que vemos al entrar en la sala, es una advertencia: “Todo lo que verán a continuación está basado en hechos reales”. Las conversaciones, las historias, los hechos. El primero en aparecer en escena es Galileo Galilei, que se enfrentó a la inquisición romana de la Iglesia católica al destrozar la teoría geocéntrica. Esa que decía que la tierra era el centro del universo. Después, Assange, Manning, Snowden. 

Denunciar los hechos, la impunidad

La dramaturgia une con eficacia una conversación entre Assange y Eric Schmidt, director ejecutivo de Google hasta el 2011, la historia de Chelsea Manning -desde la infancia hasta la filtración, las torturas y los años de cárcel- y la de Edward Snowden, que en el 2013 sacó a la luz documentos que revelaban nuevas formas de los servicios secretos norteamericanos para captar información. Se representan algunos fragmentos de la vida de estos tres alertadores para evidenciar que la información es poder y que (casi) siempre se usa con fines políticos o económicos. ¿El objetivo? Denunciar los hechos, la impunidad. 

A diferencia del ‘Camargate’ -en el que se reproducía la famosa conversación entre Alicia Sánchez Camacho y Victoria Álvarez-, Serrano no se sirve del material para generar comedia o buscar la complicidad del espectador ni tampoco aprovecha al máximo los recursos audiovisuales para crear un doble relato, por ejemplo. Aquí, el peso de la obra recae, sobre todo, en la solvencia de sus tres intérpretes y, evidentemente, en la fuerza de lo que dicen. El texto es tan fuerte que (prácticamente) no necesita nada más. Solo ser escuchado. Para recordar que Assange está en la cárcel, Manning también y que Snowden se esconde en Rusia. Que la verdad, en esta sociedad, no está a la orden del día.