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'Canción dulce y amarga...': rabia en el Tantarantana

¿Cómo podemos forjar nuestra identidad si nos han privado del pasado?

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Aída Pallarès

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En la plaza de mi pueblo / dijo el jornalero al amo: / "¡Nuestros hijos nacerán / con el puño levantado!" Han pasado más de 80 años desde que, en mitad de la guerra civil, los anarquistas de la FAI popularizaron esta canción. Hemos pasado por una dictadura, una transición y una democracia, pero los muertos siguen en las cunetas y las tierras siguen siendo del amo. Este es el punto de partida de 'Canción dulce y amarga del hombre sin abuelos y la hija robada que quiere encontrar a su madre en el Cámbiame'. 

El espectáculo, escrito y dirigido por Begoña Moral e interpretado por compañía Paradiso 99, toma como punto de partida la historia de una pareja de extrarradio para explicar las consecuencias de la dictadura franquista. De aquellos polvos, estos lodos. ¿Cómo podemos construir el presente, cómo podemos forjar nuestra identidad si nos han privado del pasado? Los protagonistas dudan. No saben de dónde vienen, no saben si vale la pena tener hijos, no saben qué hacer con sus vidas. Hay rabia, hay indecisión. Pero también hay esperanza. 

Moral tiene claro –¿quizás demasiado?– que los vencedores de la guerra siguen actuando con total impunidad. Que, como cantaban los anarquistas, siguen sin arar la tierra, su tierra. Ella, interpretada con gracia por Blanca García-Lladó, decide participar en el programa de televisión 'Cámbiame' porque sospecha que ha sido uno de los más de 300.000 bebés robados de la dictadura. Él trabaja en Mercadona y, a pesar de no tener abuelos, sueña con tener una gran familia. La historia de esta curiosa pareja se intercala con la de un albañil anarcosindicalista y la de la militante del Partido Comunista Matilde Landa. La protagonista del famoso poema de Miguel Hernández. El trauma de los vencidos sigue vivo. Los muertos de los vencidos siguen desaparecidos. La identidad, sigue perdida. Y en España, parece decirnos el montaje, el dolor se convierte en un fantástico 'reality show'. También la memoria histórica.

Deseo de convertirse en altavoz

Deseo de convertirse en altavozA través de una puesta en escena más simbólica que costumbrista y una mezcla de movimiento y teatro de texto, 'Canción dulce y amarga' critica la impunidad de los ganadores de la Guerra Civil  y nos impulsa a reflexionar e, incluso, pasar a la acción. Hay rabia, hay frustración. Pero también el deseo de convertirse en altavoz, la creencia que el teatro no puede permanecer aislado de la realidad, que el teatro debe ser política. Este es, de hecho, el punto fuerte y a la vez flaco del espectáculo dirigido por Begoña Moral: la ira se come los matices y desemboca en un cierto maniqueísmo. Sin embargo, que una compañía tan joven como Paradiso 99 se embarque en una historia como esta es una buena noticia. Que los protagonistas sean, sin tópicos, una pareja de extrarradio, es una buena noticia. Que una obra de teatro nos obligue a tomar conciencia, es una buena noticia. "Con mi arado abro los surcos / Con mi arado escribo yo / página sobre la tierra / de miseria y de sudor".