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'El futur': el futuro no es de nadie
El Escenari Brossa acoge esta comedia que se va cargando de ironía y crítica a medida que pasan los minutos
'Un momento. Doc. ¿Qué ocurre en el futuro? ¿Nos volvemos gilipollas o algo así?' La humanidad, en su afán de diferenciarse de los animales, ha escrito miles y miles de páginas imaginando qué pasará dentro de 100 o 200 años. De Jules Verne a Isaac Asimov, de 'Doctor Who' a 'Blade runner'. Patinetes voladores, naves espaciales, viajes en el tiempo, replicantes. Sobrevivir a la guerra, a la posguerra, al franquismo.
El futuro nos preocupa y nos fascina al mismo tiempo. Quizás porque sabemos que, como decía Stephen Hawking, estamos destruyendo el planeta, pero (aún) no podemos escapar de él. Quizás porque, aunque votemos a Trump, Salvini y Bolsonaro, queremos pensar en un mañana mejor. Que de ilusión también vive el hombre, tú.
El futuro es, precisamente, el tema que eligieron Joan Yago y los siete jóvenes actores de la Escola Eòlia para el espectáculo fruto de la Mostra d’intèrprets i creadors emergents. Una reciente iniciativa de la escuela del Eixample que permite ver el resultado del trabajo realizado a lo largo del curso entre profesores y alumnos. Yago lanzó una serie de preguntas, una lista para pensar qué futuro imaginamos, qué futuro tenemos y qué futuro dejaremos.
Un conjunto de 'sketches'
El resultado de todo ello, que se puede ver en el Escenari Brossa hasta finales de mes, es El futur. Un conjunto de 'sketches' que van desde principios de siglo XX hasta un imaginario 2049, desde la historia de una joven que a mediados de los años 40 llegó a Barcelona desde su Almería natal, cargada de ilusiones y pestiños, hasta la misteriosa historia de dos chicas que se conocen en medio de una tele transportación desde la ciudad condal hasta Stuttgart. Del costumbrismo a la ciencia-ficción.
'El futur' es una comedia que, a medida que pasan los minutos, se va cargando de ironía y crítica 'made in' Joan Yago. Quizás no te deja tanto del revés como hacían 'Els ocells', 'Fairfly' o 'L’Editto Bulgaro' -tres pequeñas joyas de su compañía, La Calòrica- pero el mensaje está más que claro: hemos jugado a ser Dios.
Micrófonos para romper la cuarta pared
Y es ahí cuando se te congela la risa. Porque una cosa es ser Marty McFly y otra, imaginar que llega la cuarta guerra mundial y el Ártico es la nueva Barceloneta. Una cosa es 'Regreso al futuro' y otra, 'Black mirror'. Además, aquí todo está hecho para que conectes, desde el lenguaje -siempre fresco- a la puesta en escena -moderna sin pasarse- mediante el uso de micrófonos para romper la cuarta pared.
¿El objetivo? Que nos levantemos de la butaca, que veamos que esos podríamos ser nosotros y que esa es nuestra realidad. De hecho, 'El futur' no es más que un intento desesperado de imaginar un mañana más positivo o, por lo menos, divertido. Porque Joan Yago lo tiene claro: si nuestros abuelos querían sobrevivir y nuestros padres estaban convencidos (quizás demasiado) de que nuestro futuro sería mejor, ahora nos toca imaginar qué mundo estamos dejando a nuestros (hipotéticos) hijos. Y sí, Marty McFly tenía razón.
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