teatro

'Vaselina': unos 'losers' que se hacen querer

La Villarroel abre curso con una desmadrada comedia bajo la dirección de Sergi Belbel que nos ofrece un carrusel de perdedores en busca de su lugar en el mundo

Obra de teatro 'Vaselina'

Obra de teatro 'Vaselina' / periodico

José Carlos Sorribes

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El mundo puede llegar a ser un lugar insoportable en el que resulte difícil levantar cabeza. Si se carga con la etiqueta de loser, por el entorno donde naces o porque te la ganas a pulso, sacarse de encima ese estigma de perdedor no acostumbra a ser fácil. De todos modos, cuando te llevas un porrazo tras otro también puedes acabar siendo alguien entrañable. Como los personajes de 'Vaselina', comedia negra del dramaturgo actor y director italiano Gabriele di Luca que estrena el curso en La Villarroel de la mano de la Sala Trono de Tarragona.

Fue Joan Negrié, el capitán de esta compañía, quien buscó un timonel tan fiable y con tanto recorrido como Sergi Belbel para poner en pie el incisivo e irreverente texto de Di Luca. La dedicatoria del autor lo dice todo: "A todos los familiares de la víctimas y a todas las víctimas de los familiares". Vamos, que no se salva nadie. Como en este grupo de 'Vaselina'. De entrada dos amigos a los que vemos grabando un vídeo que bien parece el de un comando. Nos explican que Estados Unidos y sus aliados acaban de bombardear México para destruir sus plantaciones de droga.

Cultivo de marihuana

Son el cínico y enrabietado Fil (Joan Negrié) y Charlie (Artur Busquets), no menos quejica y además acalorado animalista y defensor de los derechos civiles. Ellos cultivan grandes cantidades de marihuana y quieren aprovechar la nueva conyuntura para dar el golpe y forrarse pasando su droga a México.

Dentro de su patético entorno se mueve Mina (Lluïsa Castell), la madre de Charlie, que también está peleada con el mundo. Es adicta a las tragaperras y bebe más de la cuenta. A ellos se unirá Wanda (Karin Barbeta), una joven obesa y tímida que también está buscando su lugar en la vida. Pronto los dos socios y la madre ven en la desventurada Wanda una posible 'mula' para llevar la droga a México. No entraremos en detalles.

Si el cuarteto se las trae, la aparición del padre de Charlie y exmarido de Mina remata el sindiós de 'Vaselina'. Annalisa (Joan Miquel Reig), el nombre da pistas suficientes, regresa de México, pero no en busca de la droga, sino de la escritura del piso donde vive Charlie. Tampoco conviene airear mucho más, solo que es miembro de una secta.

Espejo deformado del mundo en el que vivimos

Queda claro que nos movemos en un mundo de esas familias -llamarlas desestructuradas se queda corto- que tanto juego dan en un escenario. 'Vaselina' nos recuerda, por ejemplo, a la aclamada 'La omisión de la familia Coleman', de Claudio Tolcachir. Son todos tan patéticos que acaban por ganarse nuestro cariño. Pero Di Luca no se queda en el divertimento salvaje. Nos ofrece un espejo, deformado al máximo es cierto, del mundo en el que vivimos, sobre todo de la periferia, de los márgenes, en los que malviven seres que no encuentran su sitio. Incapaces de alcanzar el éxito y el bienestar que tanto se pregona y que, por ejemplo, pueden caer atrapados en sectas con las peores intenciones.

Belbel conduce 'Vaselina' a tope de revoluciones y el reparto sigue el juego, aunque en ocasiones con excesivo brío. Pero todos dan la talla empezando por la siempre solvente Lluïsa Castell o por una Karin Barbeta todo humanidad. A Reig y Busquets les tocan los personajes más excéntricos, mientras Negrié despliega el más amargo. No falta de nada.