'El somriure al peu de l'escala': ascenso y caída de un payaso

El Espai Lliure se convierte en una pequeña carpa circense con 'El somriure al peu de l'escala', un cuento de Henry Miller sobre un clown en busca de su identidad

El somriure al peu de l'escala

El somriure al peu de l'escala / periodico

José Carlos Sorribes

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Henry Miller escribió en 1948 uno de sus textos más incatalogables dentro de su trayectoria literaria, fruto de un encargo del pintor Fernand Léger para acompañar unos dibujos suyos sobre el universo circense. Con un payaso como protagonista, 'La sonrisa al pie de la escala' es una pieza que por igual se encuadra bajo la etiqueta de cuento, de una novela corta o de monólogo, si lo miramos desde la óptica de su puesta en escena. Nos cuenta la vida de Augusto, un clown que alcanza éxito y fama casi por casualidad y que un día la pierde de la misma forma. Tanto que le lleva a un profundo viaje interior en busca de su identidad. Miller plantea una reflexión en torno a persona y personaje, que se ha considerado siempre autorreferencial.

'El somriure al peu de l’escalaha llegado ahora al Espai Lliure con todo su vuelo existencial y poético. Y lo ha hecho un año tarde por circunstancias ajenas a sus promotores. Un grave accidente de moto de Jordi Martínez, el protagonista, obligó a aplazar el estreno hasta esta temporada. El director Ramon Simó tenía muy claro que no era posible encontrar un sustituto porque la obra es un traje a medida para Martínez, un actor tan extraordinario en el teatro textual como cuando se ha puesto, en estos últimos años, la narizota roja.

Martínez es Augusto, el clown que baja el tobogán del éxito. Está en lo más alto y un día el público le abandona de forma inesperada. Llegó a la cumbre con un número de reconocimiento inesperado -apenas una sonrisa bobalicona y nada más- pero de tal forma que llegó a imaginar que era capaz de proporcionar felicidad eterna al público. La pérdida del aplauso le lleva a huir del mundo, a convertirse en un don nadie.

Pero de nuevo el circo se cruza en su camino y acepta convertirse, de forma anónima, en el sustituto temporal de un colega enfermo. Volverá a triunfar y rebrotará así el conflicto sobre la identidad en un Augusto que terminará viendo la luz de forma insospechada.

Música y acrobacias

Simó ha querido ir más allá del texto de Miller y no quedarse solo con su carga existencial y poética. Propone un maridaje entre teatro y circo, con el propio Martínez y un socio de la aplaudida serie de 'Rhum' como Joan Arqué, fantástico carablanca.

La dramaturgia sufre bajadas de ritmo, pero resulta un disfrute ver el Espai Lliure convertido en una pequeña carpa para reír con los números de la pareja Martínez-Arqué, para dejarse atrapar por la melancolía del clown Oriol Boixader o por la variada música que interpreta Tanja Haupt.

Y si de circo hablamos no podían faltar acrobacias. Corren a cargo de Griselda Juncà, que firma unos números espectaculares de cinta aérea y trapecio. El colorido vestuario de Mariel Soria nos recuerda también que no fue Léger sino Joan Miró quien puso sus dibujos, años después de su publicación, al servicio del payaso existencial de Henry Miller.