TEATRO
'El desguace de las musas': de las 'varietés' al esperpento
Siempre hay que estar atentos a La Zaranda, el veteranísimo grupo andaluz. Presentan en el Romea esta obra, una pieza grotesca, un sainete macabro y valleinclanesco
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes
Lo suyo no es que sea una carrera de fondo, es un ultramaratón en toda regla. Llevan más de 40 años al pie del telón con un espíritu tan libre como insobornable, con una manera de hacer teatral que se ha regido siempre por unos principios firmes, nada gratuitos, y que piden un espectador despierto a propuestas tan personales como la suya. Son la gente de la compañía jerezana de La Zaranda, antes Teatro Inestable de Andalucía la Baja, y hoy Teatro Inestable de Ninguna Parte, más acorde con su ánimo universal y ya no tan local. La Zaranda son el dramaturgo Eusebio Calonge, y los actores Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez. Este último, también director de los montajes, con el alias de Paco de La Zaranda.
Vuelven a levantar en el Romea, convertido en su casa en Barcelona estos últimos años, un universo grotesco, en ruinas, en el que conviven la tragedia y la comedia, con personajes fuera de órbita, bizarros. 'El desguace de las musas' se llama su última propuesta y parte de una mirada al mundo de las 'varietés', con el recuerdo del de la Bodega Bohemia, en el Barrio Chino, que cerró sus puertas hace ya 20 años. Esa Bohemia con toda su decadencia, sus arrugas y el brillo de lentejuelas que ocultaban las ilusiones frustradas de artistas que –como dice Calonge– no hacían ni un lorca, ni un shakespeare, pero que cada noche se partían la cara en un enconado cuerpo a cuerpo con el público.
Sí que hay homenaje, pero para nada nostálgico. La obra es como un espejo que nos devuelve una imagen deforme, metáfora de nuestro tiempo, un instrumento para dibujar un retrato nada complaciente. Pese a esa desazón no falta un canto al teatro con esa compañía que, bajo el timón del empresario Don Pepe, ensaya la escena final de un casposo espectáculo. Es el débil hilo argumental de un montaje que viene y va siempre como un sainete macabro, con aire propio del guiñol y del esperpento valleinclanesco. Con la deformación de la realidad para desnudarla y con el lirismo que siempre tienen las obras de La Zaranda.
Tres invitados
Como siempre, el listón está muy alto aunque 'El desguace de las musas' peque de irregularidad. Porque a escenas brillantes siguen otras que no lo son tanto por un bajón de intensidad y por un encaje algo forzado en el relato.
La Zaranda sí ha dado un paso en su trayectoria con tres invitados. El más conocido es Gabino Diego, que encarna a un cuentachistes pelmazo y sin ninguna gracia. El actor parece que lleve toda la vida en el grupo y transmite siempre el espíritu zarandesco, como lo hacen también Inma Barrionuevo y la soprano-pianista Mª Ángeles Pérez-Muñoz.
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