CINE

Clint Eastwood sigue diciendo adiós

Lleva casi un tercio de su vida haciendo películas sobre hombres solitarios forzados a despedirse del mundo que una vez conocieron. En 'Mula' es un horticultor reconvertido en transportista de droga

'Mula': Eastwood sigue diciendo adiós

'Mula': Eastwood sigue diciendo adiós / periodico

Nando Salvà

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Si, por algún motivo, usted siente la necesidad de ver a Clint Eastwood participando en un trío, desde hoy puede satisfacerla. Pero el principal interés de la nueva película dirigida y protagonizada por el californiano es otro: 'Mula' incluye una escena que funciona como homenaje de despedida a su protagonista, un viejo horticultor. Earl, que así se llama, es un hombre corriente, que combatió en Corea y formó una familia y, en general, vivió según las normas. Pero ahora su negocio afronta la ruina por culpa de internet, y necesita dinero desesperadamente; es por eso que empieza a trabajar como transportista de droga para un cartel mexicano. Y cuando las luchas internas por el control de la organización y una investigación de la DEA amenazan su libertad y su integridad, Earl se ve obligado a buscar una salida.

'Mula', dicho de otro modo, está inoculada de un espíritu elegíaco que no es nuevo en el cine de Eastwood, que en un par de meses cumple 89 años. De hecho, lleva casi un tercio de su vida haciendo películas sobre hombres solitarios forzados a decir adiós al mundo que una vez conocieron.

La primera de ellas fue la que muchos consideran su obra magna, 'Sin perdón' (1992), un wéstern revisionista que se servía de un viejo forajido llamado Bill Munny para criticar la violencia y la mitificación propias del género. Para el Hombre Sin Nombre, ese arquetipo genuinamente 'eastwoodiano' que nació con 'Por un puñado de dólares' (1964) y desde entonces ha permanecido atado a su creador, habría sido el perfecto canto del cisne.

Pero Eastwood decidió contar más historias, y en muchas de ellas ha manejado esa misma actitud conclusiva. 'Los puentes de Madison' (1995) era la historia de un romance condenado a ser efímero; en 'En la línea de fuego' (1993) encarnó a un viejo guardaespaldas que debe reparar fracasos pasados, cueste lo que cueste; en 'Million dollar baby' (2004) fue un entrenador en busca de redención; en 'Más allá de la vida' (2010) habló de un grupo de personas afectadas de un modo u otro por la muerte; y con 'El francotirador' (2014) rindió tributo a un soldado cuya vida acabó trágicamente. Pero quizá el personaje a quien Earl más se parece sea Walt Kowalski, el protagonista de 'Gran Torino' (2008). Como él, es un veterano de guerra al que no quedan grandes motivos para seguir viviendo –su mujer le dejó, su hijo le odia, está arruinado–, que no tiene paciencia ni para la gente joven ni para las nuevas tecnologías, y que pasea no solo un permanente malhumor sino también una actitud ligeramente reaccionaria y racista. La gran diferencia entre ambos es que Earl está basado en una persona real, Leo Sharp. 

Harto de un mundo «de nenazas»

Habrá quien vea a Earl como alguien reprobable, y seguro que a Eastwood eso le importa bien poco. Él mismo es un hombre que siempre ha hecho lo que le daba la gana, incluso cuando hacerlo lo dejaba en mal lugar; como cuando en el 2012, durante una convención del partido republicano, se dedicó a hablar con una silla; o cuando durante una entrevista, mientras hacía público su apoyo a Donald Trump, aseguró estar harto de vivir en un mundo «de nenazas».

Esa actitud viril y obsoleta probablemente sea para él una forma de hacerse el fuerte, pero también de ponerse a la defensiva, y sus películas a menudo justifican la incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos como una prueba de integridad moral.

Hombres como Munny o Kowalski se muestran desafiantes frente al mundo, y Eastwood siempre les ha dado la oportunidad de irse convencidos de su propia nobleza y rectitud, y de convencernos también a nosotros en el proceso.

El valor del legado

Es por ello, decíamos, que la resolución ofrecida por 'Mula' resulta particularmente interesante. Sin necesidad de hacer 'spoiler', puede decirse que la actitud tomada por la película respecto a su héroe es mucho más compleja de lo habitual en Eastwood. Earl comete errores y acaba pagando por ellos, y el mensaje que se nos transmite a través de su periplo es que incluso alguien como él puede cambiar, y tiene que cambiar.

En cualquier caso, resulta inevitable ver 'Mula' como un capítulo más –¿tal vez el último?– del largo final que Eastwood lleva décadas escribiendo y reescribiendo para sí mismo, contando historias que en buena medida reflexionan sobre cuestiones sobre el significado del honor y el valor del legado.

Quizá sea que, como muchos de sus personajes, tenga miedo de no ser capaz de irse a su manera; por si acaso, sigue usando sus películas para dejarnos claro cómo deberíamos recordarlo. 

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