TEATRO

'La reina de la bellesa de Leenane': paisaje irlandés en la Biblioteca

Dos décadas después, ha vuelto a la cartelera. Julio Manrique dirige la ópera prima de Martin McDonagh. Un imperdible del curso teatral

'La reina de la bellesa de Leenane': Paisaje irlandés en la biblioteca

'La reina de la bellesa de Leenane': Paisaje irlandés en la biblioteca / periodico

José Carlos Sorribes

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La lluvia, la climatología brumosa y adversa, la melancolía, la fatalidad, la desesperanza, el paisaje, el entorno rural, la  emigración en busca de futuro... Literatura y cine nos han hecho llegar esa imagen de una Irlanda tan real como magnética. Ha sido también un referente teatral para la compañía La Perla 29 ('La presa', 'Traduccions', 'Dansa d’agost'...), que vuelve ahora a ese mundo con 'La reina de la bellesa de Leenane'. Fue la ópera prima del angloirlandés Martin McDonagh, hoy más conocido por éxitos cinematográficos como 'Tres anuncios en las afueras'. Pero el humor duro, sin concesiones, y unos personajes extremos que han ganado al espectador de la gran pantalla ya irradiaban un magnífico texto que escribió, atención, con solo 26 años. Le catapultó a la cima del éxito.

La pieza tuvo rápidamente una versión catalana que dejó tanta huella que quizá por ello han debido transcurrir dos décadas para levantar otra. Mario Gas la estrenó en la Villarroel en 1999, con Montserrat Carulla y Vicky Peña, madre e hija, en los dos principales roles (también madre e hija) de la obra. Àlex Casanovas y Jacob Torres completaban el reparto. Veinte años después, Julio Manrique firma la que es su primera dirección para La Perla, la compañía que pilota Oriol Broggi  con la que ha trabajado como actor con frecuencia.

'La reina de la bellesa de Leenane' nos traslada al condado de Galway. En el pequeño pueblo de Leenane viven, o malviven, Mag Folan (Marissa Josa) y su hija Maureen (Marta Marco). La madre es egoísta, algo excéntrica y tiene esclavizada a su hija, una mujer ya en los 40 que ve cómo se le escapa la vida a borbotones. La aparición de un viejo amigo, Pato Dooley (Ernest Villegas) y de su hermano Ray (Enric Auquer), le abre una puerta a un cambio vital que ella creía cerrada para siempre. Hasta aquí la trama porque no conviene desvelar más en el camino hacia un final estremecedor.

Ritmo adecuado

Manrique firma otra puesta en escena ejemplar. Meticulosa, porque no falta detalle, y con el tono justo para dar vuelo al texto de McDonagh. Ni un artificio con la idea de que el marco siempre mágico de la Biblioteca nos haga sentir que vemos a través de una ventana qué sucede en la desvencijada casa de las Folan. Y no falta la pertinaz lluvia exterior para recordarnos que estamos en la húmeda Irlanda. Todo fluye con el ritmo adecuado, primero con la cadencia para conocer a los personajes y después con el brío tormentoso que lleva al desenlace.

Si la dirección de Manrique es sobresaliente, el trabajo de los cuatro intérpretes merece igual nota. La fama de Marissa Josa es inversamente proporcional a su talento. Habitual de La Perla, es de aquellas actrices que roban foco a cualquiera. Muestra rabia y debilidad a la vez. Marta Marco, mientras, reitera que está en una soberbia madurez interpretativa. Su desgarro hiela el alma. Y ellos nunca desfallecen: así, Ernest Villegas conduce hasta la lágrima la maravillosa escena de la carta de Pato a Maureen, y el eléctrico Enric Auquer proyecta a lo más alto el rol más secundario. Es este un montaje de (re)visión obligatoria