TEATRO

'Lapònia': Santa Claus da para mucha risa

Las comedias de parejas son un recurso que nunca, o casi nunca, falla. El Club Capitol estrena otro ejemplo con 'Lapònia', que lleva la firma de Cristina Clemente y Marc Angelet

'Lapònia': Santa Claus da para mucha risa

'Lapònia': Santa Claus da para mucha risa / periodico

José Carlos Sorribes

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Familias y parejas son un terreno fértil para la escritura teatral, principalmente en el apartado de la comedia. Los ejemplos son incontables y, en el caso de los matrimonios, con  una fórmula imbatible: una anécdota y poco más desata una tormenta en la que la discusión truena sin pausa. La dramaturgia francesa, con Yasmina Reza al frente, ha elaborado en los últimos tiempos un tratado sobre la cuestión.

Por citar solo dos casos, tanto teatrales como cinematográficos, ahí estan los de 'Un dios salvaje', de Reza, y 'El nombre', de Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patellière. Ese camino sigue en el Club Capitol. 'Lapònia', una comedia también escrita y dirigida a dos manos (las de Cristina Clemente y Marc Angelet). Y también definida por una dirección ágil, un buen ritmo y un trabajo interpretativo que tampoco desfallece. Las tres condiciones se dan en este combate entre dos parejas que interpretan por un lado Roger Coma y Meritxell Calvo, y Manel Sans y Meritxell Huertas por el otro.

Los primeros viven en Laponia. Olavi es finlandés y Núria trabaja en una empresa que tiene allí su base. Reciben la visita por Navidades de Mònica, hermana de Núria, y de su cuñado, Ramon. La cita zozobra porque Aina, la hija de Olavi y Núria, desvela a su primo Martí, que no ha viajado al lugar natal de Papa Noel. Es una invención de los papás. Y es que los matrimonios nórdicos no atienden a tradiciones que despiertan la ilusión de los niños aunque sea con mentiras piadosas.

Una ex de La Cubana

El desencuentro por ese descubrimiento traumático para el pequeño Martí, y sobre todo para sus padres, abre la caja de los truenos. Explotan dos mundos de costumbres y hábitos distintos, empezando por la forma de educar a los niños. Ahí el texto abunda en exceso en el tópico de la gente escandinava racional y avanzada en contraposición a la mediterránea chillona y poco estructurada. El conflicto crece cuando se comprueba que el de Santa Claus no es el único secreto que saldrá a la luz. Y no conviene seguir por aquello del 'spoiler'.

Entre Coma y Huertas libran el pulso. Olavi actúa con una superioridad que poco a poco veremos que tiene base débil. Habla con un catalán gutural, muy gracioso, que Coma explota bien y que es uno de los baluartes de la comedia. Huertas, mientras, es su desaforada cuñada, que pone el grito en el cielo a la mínima. La actriz, una ex de La Cubana, tiene recursos cómicos para dar y vender. Más comedidos están Sans, un marido sumiso, y Calvo, aunque Núria también pierde la flema adquirida a toneladas en Laponia cuando su volcánica hermanita le hace perder los nervios.

Como es previsible, el pulso acaba en combate nulo y todos acaban entendiendo las razones de las demás. Y la única verdad está en la visión de la mágica aurora boreal de Finlandia.