TEATRO
'Carrie': sangre fresca en el Gaudí
'Bullying' y venganza. Carrie arma la de Dios en el nuevo éxito musical de la sala del Eixample. Talento joven bajo la ágil dirección de Ferran Guiu
Imma Fernández
Periodista
Imma Fernández
Su historia de infortunios asusta, pero ahí está Ferran Guiu, nuevo codirector del Teatre Gaudí Barcelona (TGB) junto con el fundador, Ever Blanchet, para rescatar a 'Carrie', la criatura de Stephen King que sufrió censura (la novela fue prohibida en las escuelas de EEUU) y años después abucheos y vilipendios en su estreno en Broadway (1988), donde apenas hizo cinco funciones oficiales. A los productores les entró el pánico. En el 2012, una revisada versión en el off-Broadway logró por fin encumbrar el musical, que, hasta el 4 de enero, puede disfrutarse en su adaptación al catalán, con muchos menos medios pero con la misma energía e ilusión.
El Gaudí, una década después de su apertura, busca merecidamente que se la reconozca como Primera Fábrica de Creación de Teatro Musical de Catalunya. Hasta 50 producciones, entre ellas éxitos como 'Sugar' y 'El despertar de la primavera', han salido de sus modestas entrañas. Ahora, el tándem Guiu (director) y Joan Comaposada (dirección musical), artífices de la aplaudida 'Tick, tick.. BOOM!', ha vuelto a dar en la diana con 'Carrie', una propuesta dinámica y potente a cargo de 16 intérpretes, la mayoría jóvenes, y cuatro músicos. Sangre fresca con mucho talento.
Más allá del terror psicológico desplegado por Brian de Palma en la mítica película, la lectura de la obra tiene hoy como temática álgida el 'bullying'. El acoso al diferente, al débil; aquí, a una introvertida adolescente que sufre un doble hostigamiento: el de una madre fanática religiosa y castradora, y el de sus compañeros. Excelente función para sensibilizar a jóvenes y adolescentes. A padres, también.
Inmersión total
Con las limitaciones de la pequeña sala, el buen trabajo en los efectos de luces y sonoros resuelve los momentos en los que Carrie arma la de Dios con sus poderes telequinéticos (la escena de la venganza en el baile de graduación está muy bien lograda). Las reducidas dimensiones del Gaudí dan ese plus de inmersión total que los espectadores, a cuatro bandas, agradecen.
En los números corales, las estupendas coreografías de Xaro Campo se adueñan del espacio y en las escenas más íntimas brillan las voces. Georgia Stewart se luce con sus preciosas tonalidades y poderosos agudos, y dibuja a una Carrie (se turna con Raquel Jezequel) con una pincelada de rebeldía. Anna Valldeneu está estupenda –voz y creación- como Margaret White (la madre). Recrea con gran naturalidad los giros de su personaje –muy estricta pero con algún resquicio de humanidad– en un papel que alterna con Muntsa Rius. También destacan Elisabet Molet (Sue) y Mikel Herzog (Tommy), entre otros de los jóvenes intérpretes a los que el Gaudí, pequeño pero valiente, les da una oportunidad.
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